Suscríbete a la revista  |  Suscríbete a nuestro newsletter

Generación Ñ: proudly latinos

Hay estigmas difíciles de remover. Uno de los más chocantes es precisamente el de la imagen latinoamericana que la máquina de sueños hollywoodense se ha encargado de esparcir por todo el orbe. Desde el mexicano durmiente, ése envuelto en un sarape y habitando un enorme sombrero bajo la triste sombra de un nopal, hasta los temibles narcotraficantes colombianos, chivos expiatorios del inmenso negocio de la distribución de drogas en el país consumidor por excelencia, lo latino ha sido infatigablemente asociado con la corrupción, el crimen o, por lo menos, la miseria y la indolencia.
Afortunadamente, la realidad en la tierra de las oportunidades es muy diferente, mucho más alegre y sin duda esperanzadora. Los descendientes de quienes hace varias generaciones abandonaron sus países de origen para ir en busca del american dream, han despertado su propia conciencia y comenzado a redefinir la cultura estadounidense.
Un vistazo a los medios de comunicación, basta y sobra para comprobar que los «hispanos» están de moda, y haciendo historia. En su edición del 12 de julio de 1999, la revista Newsweek dedica un vasto reportaje al fenómeno latino-estadounidense. En la portada, el escritor Junot Díaz (dominicano), la cantante Shakira (colombiana), y el boxeador Oscar de La Hoya (mexicano), nos miran desafiantes; frente a ellos, el titular que lo dice todo: Latin U.S.A. How Young Hispanics Are Changing America.
Y es que los jóvenes de ascendencia latinoamericana están logrando lo que hasta hace poco se antojaba imposible: cambiar la mentalidad estadounidense desde dentro, sumergiéndose en sus entrañas, para despabilar a sus miembros y abrir sus conciencias a las enormes riquezas de las diferentes culturas que conforman la que en el año 2005, será la más grande minoría estadounidense: los latinos.

GENERACIÓN ¿QUÉ?

Con todo el vigor de su juventud, motivados por su recién hallado orgullo de pertenencia y dispuestos a demostrar que el talento no admite discriminaciones, los integrantes de la Generación Ñ ya están determinando los principales componentes de la cultura popular y las políticas presidenciales. Su influencia se mueve a ritmo de salsa pero abarca mucho más que el ambiente musical.
La Generación Ñ es el equivalente latino de la Generación X. Sin embargo, encuentra con ella sólo una afinidad cronológica. Si los «X» son abúlicos consumidores consumidos por el tedio, los «Ñ» están dispuestos a influir en la sociedad estadounidense al redescubrir sus raíces e inventar una nueva identidad bicultural. A diferencia de la Generación Mex, muy popular en los estados del sur de la nación y exclusiva para los descendientes de mexicanos, la Generación Ñ incluye a toda la familia latinoamericana.
El nombre fue acuñado por Bill Teck, hijo de un estadounidense y una cubana, que creció en uno de los lugares más latinos del mundo: Miami. Teck registró el nombre como marca comercial en 1995 y al año siguiente inició la publicación de la revista Generación Ñ. En ella, se incluyó un artículo que bien puede servir de manifiesto. «Si conoces todas las palabras de Abusadora (una popular canción de merengue) y Camino al cielo (un programa televisivo de los ochenta), si creciste con café, frijoles negros y Threes Company (otra serie de televisión famosa en los setentas)… Si estás pensando en pedir prestada a tu papá una de sus guayaberas… Tú eres la Generación Ñ».
Sus miembros se identifican plenamente con la cultura popular norteamericana pero, a diferencia de sus padres, no se avergüenzan de sus orígenes latinoamericanos. Curiosamente, los mayores de 35 años prefieren identificarse como estadounidenses, mientras los menores de esa edad optan por catalogarse como hispanos o latinos. Quizás varias generaciones los separan de sus ancestros inmigrantes, pero comienzan a indagar más sobre sus países de origen y se muestran orgullosos de su sangre latina.
Su deseo es entenderse para conocerse y un buen camino para lograrlo es escudriñar en las costumbres y tradiciones heredadas de sus padres o abuelos. En su edición del 2 de noviembre de 1999, El Universal reproduce una nota de Deborah Martínez, del Scripps Howard News Service, escrita desde Corpus Christi, Texas. «Cada vez es más grande la popularidad el Día de Muertos en Estados Unidos: de Boston a San Francisco y de Chicago a Austin, abundan las festividades y exhibiciones de arte que conmemoran la típica celebración mexicana a los antepasados y parientes fallecidos».
Martínez destaca que, aunque no todos entienden el significado de las ofrendas y otros ritos propios de esta celebración mortuoria, ésta reviste un misterioso encanto: «la idea de dejar alimentos toda la noche para el disfrute de los muertos es fascinante para la mayoría de los texanos». Esta mayoría es seducida por la agridulce nostalgia por los seres queridos; conservar su recuerdo y envolverlo de alegría, es suficiente para atraer a cada vez más estadounidenses que conmemoran así a seres de carne y hueso, en lugar de vestirse de calabazas o brujas de Blanca Nieves para organizar un convivio de Halloween. La nota concluye que la popularidad del fenómeno «se registra en un período en el que también está renaciendo el orgullo de muchos mexicano-estadounidenses por sus raíces indígenas».

LAS AVENTURAS DE LA LENGUA

En la babel estadounidense, el spanglish, que tanto aterroriza a los puristas, tiene carta de naturalización. Su uso surge de la convivencia natural entre el idioma de los inmigrantes y el de la tierra que les dio cobijo. Es un lenguaje aventurero, surgido de las frases coloquiales, forjado en las calles y en constante evolución. Es, a final de cuentas, un medio de supervivencia en un mundo donde coexisten diversas culturas.
Los miembros de la Generación X son tan estadounidenses como los anglosajones, su vida se enmarca con precisión dentro del american way of life, con todo y su idioma. De acuerdo a una encuesta de la revista Newsweek, 56% de los hispanoamericanos encuestados, de entre 18 y 34 años de edad, afirman que en el trabajo y la escuela hablan y leen fundamentalmente en inglés. Sin embargo, el 71% afirma que durante su infancia el español fue la lengua principal en su hogar y exactamente el mismo porcentaje señala que actualmente hablan ambos idiomas en su vida diaria. En el español han encontrado una herramienta que facilita la comunicación con los demás miembros de su comunidad (la mayoría vive en lugares llenos de hispanohablantes) y también resulta un medio para ampliar sus conocimientos respecto a los países de sus padres, tierras lejanas en el tiempo y el espacio pero que siguen siendo raíz de su identidad.
El spanglish surge para explicar lo intraducible, recoge vocablos, los revuelve, los personaliza y les da un uso común que todos entienden. Este coctel de español e inglés, que ya no es ni uno ni otro, es tan variopinto como las comunidades en que se practica. El sitio de la revista Generación Ñ en Internet (www.gen-n.com), visitado el 4 de noviembre de 1999, presenta un artículo que refleja fielmente el fenómeno. Con el título de Cubanamericanisms (Cubanamericanismos) el texto explica algunas palabras de los cubano-americanos. Basten algunos ejemplos:
Pulóver. Suéter.
Origen: Del inglés, «pull-over».
Uso: «Quítate ese pulóver mojado antes que te dé una pulmonía».
Bibaporrú. Pomada Viks Vapor Rub.
Origen: Una contracción del nombre original del producto.
Uso: «¡Úntate bibaporrú!».
Tensén. Woolworth u otro establecimiento similar.
Origen: Tomado de la frase «five-and-ten-cent-store», con la que dichos establecimientos solían promocionarse hace décadas.
Uso: «Oye, vieja, voy un minutico al Tensén que se acabó el Bibaporrú».
El spanglish tiene también connotaciones comerciales; es un hecho que el gran éxito de Ricky Martin, «Living la vida loca», impactó en los Estados Unidos por ser una canción simple que utiliza términos en inglés y español accesibles tanto a anglo como hispanohablantes. Lo explicó con exactitud Celia Cruz, la reina de la salsa, en entrevista con Newsweek al señalar que el público estadounidense «Si no entiende, no atiende».

FUERZA COLOSAL

Los latinos representan un público meta que aviva el interés de todos los grupos económicos, sociales y políticos. Su magnitud numérica es por sí misma suficiente para determinar hábitos de consumo o preferencias electorales pero, además, viven en un país rico y disfrutan ya de sus beneficios.
Algunas estimaciones señalan que el poder adquisitivo de este segmento en la próxima década se duplicará hasta alcanzar 938 mil millones de dólares anuales y un reciente informe de la empresa TGE Demographics, Inc., indica que hay 4.5 millones de hombres hispanos de 21 a 39 años que ganan más de 30 mil dólares al año[i]. Otros datos reveladores son que, en territorio estadounidense, la salsa picante se vende más que la catsup, y las mujeres latinas (11% del país) compran el 16% del total de las ventas de delineador de labios.
En El Financiero[ii], Víctor Roura cita al español José M. Calvo: «El boom de la economía alcanza de pleno a los latinos. Su capacidad de consumo supera los 350 mil millones de dólares al año (un incremento del 56 por ciento en los últimos nueve años), con lo que hay cada vez más medios de comunicación en español o con publicidad bilingüe en muchos casos. Y aunque entre los mil ejecutivos más importantes de Estados Unidos, según Fortune, sólo cinco son latinos, hay ya un millón y medio de empresas propiedad de hispanos que tienen unos ingresos brutos anuales de 200 mil millones de dólares. El ingreso familiar medio es de 30 mil dólares anuales, 10 mil menos que la media nacional, pero el índice de empleo de los hispanos es del 80 por ciento, superior al de los norteamericanos blancos».
No es de extrañar, por tanto, que las grandes corporaciones dediquen ingentes recursos para conseguir los favores de los latinos. Hay en ello una veta enorme de ganancias que nadie en sus cabales estaría dispuesto a dejar inexplorada.
Pero el cortejo no termina ahí, los políticos estadounidenses despliegan también todos sus encantos, en un champurreado español, para conquistar el voto latino. En este terreno, la tarea es mucho más ardua. Los latinos, como otros grupos de inmigrantes, padecen todavía los efectos de la discriminación y la inequidad en el acceso a servicios educativos o de salud. El resultado: una dieta alimenticia de calidad inferior, salud precaria, mayor delincuencia y abandono de estudios, más divorcios y abuso doméstico. El reportaje de Newsweek señala que las mujeres latinas han rebasado a las afro-americanas en las tasas de embarazo adolescente, alcanzando más del doble que las blancas. Se trata de un fenómeno complejo, poco estudiado y notoriamente paradójico: los latinos parecen haber avanzado en orgullo, autoestima y manejo del idioma, pero muestran menores aspiraciones y están menos dispuestos a esforzarse.
Sin embargo, su fuerza electoral es notable. En 1998, tras la aprobación por parte de la legislatura californiana de la Propuesta 227 que eliminó la educación bilingüe en el Estado con un 26% de latinos, de los cuales 17% son de origen mexicano la comunidad latina comprendió que su mayor fortaleza estriba en la ciudadanía y el sufragio. Su participación en las próximas elecciones será decisiva, como lo prueban los esfuerzos de los candidatos presidenciales, particularmente Al Gore y George W. Bush, por ganar las simpatías de los votantes latinos. Muchos, sin embargo, dudan que la habilidad de pronunciar algunas palabras en español se traduzca en verdaderos beneficios para la comunidad latina.
Pero la estrategia política enfocada a los latinos ya ha mostrado su eficacia. El boxeador Oscar De La Hoya jugó un papel central para conseguir la reelección del senador por Nevada, Harry Reid; el demócrata convenció a De La Hoya de participar en su campaña y el resultado fue el triunfo. Citado por Newsweek, Reid afirmó: «Él es la razón por la que ahora estoy en el Senado».

LIVING LA VIDA LOCA

La locura por Ricky Martin, qué duda cabe, es un fenómeno, pero sería infantil reducir el complejo significado del movimiento latino en los Estados Unidos a las siempre ruidosas y científicamente planeadas conquistas en el terreno del show business. La fuerza latina está ahí donde las campañas publicitarias no son determinantes: en el interior de las empresas, en los centros de investigación científica, en las actividades socioculturales, en la creación literaria… Es ahí donde cada latino demuestra su personal influencia, sólo ahí pueden brillar los valores heredados, los talentos conseguidos y los sueños por realizar. La Generación Ñ es más que una moda o una estrategia comercial, es un fenómeno de reconciliación con el pasado. Hoy, cuando el futuro se está apenas esbozando, la Generación Ñ puede estar orgullosa de una conquista magnífica: la erradicación de la vergüenza con que muchos inmigrantes miraban su raza, su color y su acento.
De qué manera el orgullo recuperado influirá en la mentalidad estadounidense, en su política, en sus complejos problemas raciales, no lo sabemos aún. Pero, con base en lo que puede verse hasta ahora, podemos avizorar un futuro promisorio.
Christy Haubegger, fundadora de la revista Latina lo describe así: «En el amanecer de un nuevo milenio, Estados Unidos conoce a los latinos como artistas o atletas. Pero, muy pronto, todos los niños estadounidenses pueden soñar en convertirse en escritores como Sandra Cisneros, astronautas como Ellen Ochoa, o jueces como José Cabranes, de la Corte de Apelaciones del Segundo Distrito. Poniendo un toque latino a una famosa frase anglosajona, es verdaderamente mañana en los Estados Unidos. Para todos aquéllos de ustedes que no lo sepan (todavía), esa palabra no significa sólo el día siguiente; mañana también significa amanecer»[iii].
Y la aurora en territorio estadounidense se viste de colores intensos, de alegre algarabía, de sabor latino. Es momento de vivir la vida loca y disfrutarla, faltaba más, pero eso no excusa de la silente reflexión que todo fenómeno de mestizaje trae consigo. Lorenzo Mayer afirma: «Tras acumular un buen número de años viviendo en universidades e instituciones de investigación de Estados Unidos, me resulta cada vez más claro que la sociedad norteamericana es uno de los arreglos históricos más complejos, heterogéneos, exitosos, contradictorios y difíciles de caracterizar. Con el correr del tiempo, tengo más interrogantes que respuestas sobre la naturaleza del país que está al norte del Bravo pero no me cabe duda de la importancia que tiene para México adentrarse hasta la obsesión en el estudio del fenómeno americano»[iv]. Un fenómeno del que, hoy, la Generación Ñ es protagonista destacada.
Dólares latinos
· La comunidad hispana, por sí misma, es la economía número 11 de todo el planeta.
· Poco a poco el hispano se hizo también un gran consumidor. Sólo en el área de Los Ángeles (el mayor mercado de ese grupo en toda la nación), el poder adquisitivo latino llegó a 65 mil millones de dólares en 1995 y se espera que sea de 89,900 millones en el año 2000. El poder adquisitivo de la comunidad hispana está alrededor de 350 mil millones de dólares.
· En 1994, en cuidados de salud, los hispanos de Los Ángeles invirtieron alrededor 7,200 millones de dólares, mientras que en alimentos consumieron 7 mil millones y gastaron en transporte 6,600 millones, según la firma de sondeos de mercado DRI/McGraw Hill.
· Cifras del censo divulgadas por el Consejo Nacional de la Raza revelan que en 1992 había en Estados Unidos 862,605 compañías propiedad de latinos, que facturaron ese año 76,800 millones de dólares.
· En gastronomía latina la empresa Goya Foods, de Secaucus, New Jersey, marcó una pauta desde 1936. En 1998 facturó 653 millones de dólares y actualmente distribuye sus productos de costa a costa. Es la más importante en ese renglón.
· MasTec, la firma identificada por la revista Hispanic Business como la de mayores ingresos en su lista anual de 500 empresas, facturó más de mil millones de dólares en 1998 en su actividad de construir infraestructuras de telecomunicaciones, con 8,800 empleados. Tiene su sede en Miami, Florida.
· La de mayores ingresos en el área de Los Ángeles, IFS Financial Corp., facturó en 1998, 305 millones de dólares concediendo préstamos hipotecarios, según la misma revista.
· A la comunidad hispana va la mayor parte de los gastos de publicidad de las grandes corporaciones norteamericanas, como McDonalds, K-Mart, Sears, Ford, Taco Bell, Toyota y otras. El total de las inversiones en publicidad para llegar al mercado latino fue de mil 700 millones de dólares en 1998, un aumento del 21% con respecto al año anterior.

Fuente: Oficina del Censo de los Estados Unidos.

[i] Del arca de Cecilia Bouleau. El Asesor. Agosto 9-15 de 1999.
[ii] Agosto 18 de 1999.
[iii] Newsweek. Julio 12 de 1999.
[iv] Periódico Reforma. Agosto 5 de 1999.

istmo review
No. 386 
Junio – Julio 2023

Newsletter

Suscríbete a nuestro Newsletter