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Por qué impulsar la investigación en las universidades mexicanas

En diciembre pasado, cumplí 44 años de actividades prioritariamente dedicadas a la investigación. Gran parte de este período lo he destinado a entender la investigación y su relación con la docencia.
Un clamor ha ido manifestándose, en forma consciente, durante esta última década: impulsar la investigación en las universidades mexicanas. Recuerdo una serie de invitaciones de las que he sido objeto, desde 1991, por parte de instituciones de educación superior; el tema: ¿cómo se hace o cómo tiene que hacerse la investigación científica? Descarto las originadas en una moda o, aún peor, surgidas por cumplir con ciertos requisitos burocráticos. Las inquietudes se basan en una suposición, frecuentemente implícita: para nadar sólo hacen falta clases. Olvidan la existencia de un complejo conjunto de factores que contemplan tanto las necesidades de nadar o por lo menos ciertas motivaciones para meterse al agua, como la disponibilidad de una alberca y otros servicios afines, sin olvidar la calidad y temperatura del agua, por mencionar algunos elementos importantes. En consecuencia, no es sorprendente que, buscando sólo conocer cómo nadar, no estemos nadando, y temo que no nadaremos, en la mayoría de las universidades mexicanas, mientras conservemos esta actitud.
Por ello, en lugar de disertar sobre estilos de natación es decir, sobre la historia y la metodología de la investigación científica, interesante y respetable, especialmente lo relacionado con el Enfoque de Sistemas e Investigación Interdisciplinaria reflexionaré sobre las causas del «lento avance» de la investigación científica en las universidades mexicanas y en cómo convertir este sueño en realidad.
En la mejor tradición de los Estudios Prospectivos, la primera parte corresponde a la determinación de un estado deseado con el consecuente diagnóstico de la situación actual y la segunda a la definición de estrategias para llegar a éste.
No pretendo realizar un análisis exhaustivo, ni siquiera encontrar una solución precisa que, a la larga sería inoperante debido a los vertiginosos cambios del entorno. Es preferible bosquejar las estrategias genéricas de acuerdo con un diagnóstico general y burdo, con la reserva de que, con el tiempo, las soluciones se ajustarán y actualizarán durante el proceso de su implantación.

RESPUESTAS A UNA INTERROGANTE CRUCIAL

Es indispensable contestar a una pregunta: ¿por qué es importante promover y desarrollar la investigación en las universidades mexicanas?
Quienes admiran lo extranjero y, en particular, sus instituciones de educación superior, ven en éstas un modelo; saben que sólo las universidades de alto prestigio por ende, las mexicanas que desean adquirir renombre deben realizar investigación. Los más inclinados a enaltecer lo nacional, destacarán la importancia de la investigación para resolver los propios problemas y asegurar el desarrollo tecnológico. Estas dos posturas no son contradictorias. En el mismo tenor, frecuentemente se menciona la contribución al desarrollo de la Ciencia Mundial (¡con letras mayúsculas!), con lo cual, además, México tendrá presencia y reconocimiento en publicaciones y eventos internacionales. En raras ocasiones se alude al deseo de realizar la investigación, ya que se trata de una razón personal. Sin embargo, al contestar nuestra pregunta, pocos pensarán en la relación investigación-docencia y, aún menos, la considerarán una profesión cuyos logros, realizaciones y satisfacciones dependen de factores (ingresos, incentivos y el propio reconocimiento social) tan válidos para cualquier otra profesión dentro del sistema socioeconómico del país.
Analicemos la viabilidad de cada razón. En el caso de la primera referida al modelo de universidades extranjeras es importante saber que no todas realizan investigación. De acuerdo con la clasificación de la famosa Carnegie Foundation For Education, se distinguen ocho grupos, junto con la cantidad de universidades en cada uno de ellos:

GRUPO

NÚMERO

Research Universities I

86

Research Universities II

37

Doctoral Universities I

46

Doctoral Universities II

59

Masters (Comprehensive) Universities & Colleges I

433

Masters (Comprehensive) Universities & Colleges II

94

Baccalaureate (Liberal Arts) Colleges I

163

Baccalaureate Colleges II

481

En el mejor de los casos, sólo en los primeros cuatro grupos se realiza investigación, ya que el primero y segundo, además de pertenecer al tipo de «Universidad de Investigación», otorga 50 ó más doctorados cada año; mientras que el tercer grupo concede por lo menos 40 doctorados, y el cuarto por lo menos 10, en tres o más disciplinas (o bien, 20 ó más, en una o más disciplinas). Como se observa, la cantidad total de instituciones que integran estos cuatro grupos es de 228, lo que constituye sólo el 16.3% del total de 1399 universidades y colegios.
En Estados Unidos, las universidades no buscan el prestigio sólo por gusto o por imagen competitiva, sino porque les permite cobrar altas cuotas y, más aún, contar con subsidios del gobierno federal (40 millones de dólares anuales o más, en caso del grupo Research Universities I, y entre 15.5 y 40 millones para el segundo grupo). Factores determinantes para asegurar los recursos necesarios para la investigación.
En México es diferente. Por un lado, desafortunadamente no existe ese tipo de subsidios y no hay esperanza de que aparezcan a corto y mediano plazo; por el contrario, el problema actual es conservar, por lo menos, los subsidios disponibles. De otra parte, la contribución que proporciona la investigación científica al renombre de una universidad es menor, o incluso insignificante, en comparación con otros factores (entorno socioeconómico y, frecuentemente, político, del que provienen sus estudiantes y que es lo que los atrae y asegura su reclutamiento). Con esta disminución de la importancia de la investigación para el prestigio se conservan, sin embargo, todos sus costos, por lo que el valor costo-beneficio baja sustancialmente.
En la siguiente razón la investigación como solución a los problemas nacionales y a la contribución tecnológica se observa una confusión entre el estado actual y el deseado. Hoy, en realidad, los procedimientos y criterios de reconocimiento, promoción y otorgamiento de estímulos a investigadores, establecidos por el CONACYT y, particularmente, por la UNAM (los que indudablemente constituyen un patrón para otras universidades del país), en su mayoría distinguen, sustentan y promueven la investigación que se publica en revistas de prestigio internacional, considerándola una medida para asegurar su alta calidad. Aún más: de acuerdo a tradiciones de ciencias físico-matemáticas, la importancia de los resultados de una investigación su impacto se evalúa por la cantidad de citas.

DOS LÍNEAS DE INVESTIGACIÓN

El investigador se encuentra ante la decisión de realizar dos tipos de investigaciones:
1. Básica: Puede desarrollarse en la comodidad de su cubículo o biblioteca o, aún mejor, en el extranjero, colaborando con distinguidos colegas y asegurando la publicación de su trabajo en revistas internacionales.
2. Aplicada: Se dedica a los problemas nacionales o, simplemente, reales (agricultura, industria, comercio…) que implican: estudios de campo con todos los inconvenientes y dificultades intrínsecos; enfrentar incertidumbres tradicionales que conllevan estas investigaciones en situaciones de cambios vertiginosos; afrontar el alto riesgo de que los resultados obtenidos, a pesar de su importancia local, no sean publicados internacionalmente, y de serlo en revistas nacionales, tampoco cuenten; y que, pese a su impacto positivo e importante para el país, no produzcan las tan codiciadas citas, con todas las consecuencias negativas para la promoción y remuneración del investigador.
La respuesta ante esta disyuntiva es tan obvia casarse con una joven guapa y rica, o con una vieja, fea y pobre que hoy la política nacional sólo asegura el desenvolvimiento de la investigación básica contribuyendo, así, a lo previsto en la tercera razón relacionada con la presencia y reconocimiento de México en publicaciones y actividades internacionales, esto es, a la Ciencia Mundial.
Desde luego, esos logros son fundamentales. Sin embargo, es importante cuestionar el costo que debe pagarse por las contribuciones a la Ciencia Mundial y, aun más, si se trata de un gasto justificable en un país con tantos problemas urgentes, bajo la luz de las actuales restricciones presupuestales.
La cuarta razón se refiere a los intereses personales del investigador y su derecho a seleccionar a su gusto basado, frecuentemente, en el concepto de libertad académica. Este tipo de «derecho» se menciona, de forma usual, sin referirse a las obligaciones, a pesar de que estos dos conceptos están estrechamente interrelacionados y se condicionan uno a otro. Por ello, considero que la libertad académica no es el objetivo sino el medio y que se justifica, no tanto por la conveniencia o utilidad académica, sino por sus beneficios grupales o sociales en la medida de los recursos empleados, constituyendo una obligación legal y ética adecuar los objetivos de la investigación a las necesidades de sus patrocinadores.

UN PROFESOR QUE INVESTIGA

Nos queda analizar la última razón que alude a la investigación-docencia. Debido a que en la realidad esta relación es casi inexistente, para analizarla habrá que acudir a elementos de la Teoría de Organizaciones y Planeación, basada en el Enfoque de Sistemas y, en particular, a los conceptos de misión y objetivos de una organización, tan importantes para su diseño o rediseño como un sistema, así como para la evolución de los procesos de su gestión.
Un elemento de la misión universitaria es contribuir al desarrollo del país, interpretado tradicionalmente a través de dos diferentes objetivos: preparar los cuadros mediante la docencia y resolver problemas por medio de la investigación científica. La división de estos objetivos es tan real y típica que se refleja en la estructura organizacional de la UNAM: realizan la docencia profesores en Escuelas y Facultades, mientras que la investigación la llevan a cabo investigadores en institutos y centros del Subsistema de Investigación Científica.
Esta interpretación, con su división de objetivos y funciones para lograrlos, lastima enormemente a la UNAM y, en consecuencia, a muchas universidades mexicanas que, de una u otra forma, siguieron este patrón.
Por ejemplo, el divorcio docencia-investigación ha perjudicado a muchos profesores, despojándolos de la única posibilidad de actualizarse y crecer a través del proceso de investigación que, por un lado, en forma natural, demanda conocimientos especiales sobre el desarrollo de la correspondiente área científica y, por otro, les permite producir por propia cuenta nuevos conocimientos. Así, generalmente sin experiencias personales de identificación y solución de problemas ni elaboración de metodologías pertinentes, el profesor continúa siendo exclusivamente producto de una formación y desarrollo académico que enseña procedimientos y métodos conocidos por libros y, en el mejor de los casos, por revistas pero nunca empleados y probados por él mismo.
Esto se agrava por la tendencia a reducir profesores de asignatura o de horas, que dedican sólo una menor parte de su tiempo a dar clases, y la mayor, al trabajo profesional, de dirección y consultoría en la iniciativa privada y en el sector público, conservando así una estrecha relación con la realidad. En consecuencia, los alumnos adquieren conocimientos meramente académicos, preparándose para atender problemas típicos frecuentemente de carácter teórico, tal como fueron concebidos en los libros de texto durante sus clases; pero no saben aplicar conocimientos ni actualizarlos y, aún más grave, son incapaces de identificar los problemas y buscar soluciones, esto es, realizar investigación. Darles más y más conocimientos, no sólo no define los problemas reales, sino que frecuentemente los distorsiona, pues sólo son intentos de tratarlos según los métodos adquiridos.
Esta situación perjudica el desarrollo de investigadores que, en la mayoría de los casos, buscan publicar, cueste lo que cueste debido a que, a la fecha, la mayor parte de los criterios de estimación de su rendimiento, como ya se mencionó, se basan en esta práctica. En consecuencia, se pierde el interés en otras actividades dedicadas a la docencia y difusión, salvo cuando ésta se realiza en congresos en el extranjero, lo que permite contar con la llamada «memoria de extenso». Además, su aislamiento de la docencia y, por ende, de los alumnos (con las excepciones de la dirección de tesis, principalmente de posgrado), disminuye sus posibilidades de ampliar sus intereses a través de la preparación e impartición de cursos, así como la formación de grupos, de «escuelas propias», que aseguran la «masa crítica» y un entorno relevante para la investigación. Por otro lado, se pierde el enorme potencial que podría aprovecharse para cambiar las modalidades de la formación de alumnos y solucionar los problemas reales y hasta nacionales en el propio contexto educativo.
Así, la trascendencia de la relación investigación-docencia no sólo cuestiona y rechaza los frecuentes intentos de confrontarlas, sino permite verlas como actividades complementarias. Esto cambia sustancialmente el papel de la investigación, transformándola en un importante medio educativo. Se asegura el alto nivel del profesorado y de los cuadros preparados, y la resolución de problemas tanto de profesores y alumnos durante el proceso educativo, como de profesores y egresados, a través de mecanismos específicos de educación continua y consultorías. Así, se coadyuva al cumplimiento de parte de la misión mencionada al inicio: la contribución universitaria al desarrollo de México.

UNA NUEVA FIGURA…ANTIGUA

La pregunta inicial, ¿por qué es importante promover y desarrollar la investigación en universidades mexicanas?, nos permite plantear otra, también sustancial: ¿cómo promover esta investigación y desarrollarla?
La nueva visión demanda una figura integral del catedrático que permite y exige realizar la docencia y la investigación en forma indiscriminada:
a) Asegurar la formación de estudiantes, a través de planes y programas de estudio que proporcionan conocimientos y propician la investigación, como por medio de proyectos de investigación que producen nuevas teorías y experiencias, reforzando y facilitando la realización de planes y programas de estudio.
b) Dirige la identificación y solución de problemas, tanto del proceso educativo como a través de asesoría externa siguiendo, impulsando y apoyando, a la vez, las actividades correspondientes de sus egresados.
No se trata de una figura nueva. Los grandes maestros fueron, al mismo tiempo, célebres investigadores; mantuvieron el equilibrio entre estas dos actividades, aprovechando la retroalimentación para el bien de sus instituciones. Asimismo, en muchas universidades extranjeras no existen nombramientos de investigador, sino un prestigioso nombramiento de profesor que, en general, realiza las dos actividades. Sin embargo, en el contexto mexicano, su planteamiento constituye un reto que implica, de acuerdo con estudios prospectivos, asegurar su reconocimiento y realizar el cambio correspondiente a través de elaborar y ejecutar políticas y programas de acción.
En términos generales, sujetos a precisión a través de estudios más profundos y detallados tomando en cuenta las particularidades de cada universidad se desprenden algunas actividades prioritarias:
* Concientizar a la comunidad académica, empezando por los altos mandos y órganos colegiados de la Universidad, sobre la importancia de la investigación como actividad sustancial para la preparación de alumnos y la superación de los académicos, así como para la obtención de recursos extraordinarios; en lugar de percibirla como actividad exótica y, además, competitiva con la docencia.
* Asegurar la disponibilidad de recursos financieros para realizar los estudios que fundamenten la elaboración de planes y su consecuente ejecución, a corto y mediano plazo, y el establecimiento de órganos especiales que impulsen, realicen y, en su caso, coordinen estas tareas.
* Prever un período provisional que, por un lado, no perjudique los derechos y beneficios adquiridos por el personal académico y, por el otro, lo estimule a aceptar y dar preferencia a las nuevas condiciones. Se asegurará así una transición organizada, pacífica y pronta al estado deseado.
* Revisar la misión y objetivos principales de la Universidad, contemplando las diversas modalidades de su colaboración al proceso educativo. La investigación deberá contribuir a la solución de las necesidades del país.
* Analizar y, en su caso, modificar planes y programas de estudio que aseguren las asignaturas teóricas (conocimientos sobre metodología científica y la de sistemas en particular) y prácticas (experiencias de su aplicación en la investigación).
* Identificar áreas y líneas de investigación, tomando en cuenta los objetivos de la formación de alumnos, interés y potencial del personal académico y posibilidades de patrocinio relacionadas con las actuales necesidades nacionales.
* Reclutar a profesores de alto nivel, con reconocida experiencia en investigación aplicada y, en caso de tratarse de extranjeros, con gran probabilidad de quedarse en México apoyando nuevas áreas y líneas de investigación, y la formación de una masa crítica que propicie una atmósfera de exposición y discusión de ideas.
* Formar grupos integrados por profesores y alumnos para promover y reforzar sus intereses en investigación, así como elaborar portafolios de proyectos de investigación.
* Asignar recursos para realizar investigación y establecer mecanismos de promoción de propuestas de proyectos para obtener patrocinios y contar con la logística interna que asegure su buena calidad y oportuna realización.
* Equilibrar investigación básica y aplicada de acuerdo a los recursos disponibles y virtuales (a través de patrocinios), sin olvidar la importancia de la investigación básica (que facilita los conocimientos y métodos necesarios para la investigación aplicada y aprovecha la riqueza de las revistas internacionales).
* Precisar, en sus diversos niveles, los derechos y obligaciones del profesor. Contemplar el equilibrio entre actividades docentes, de investigación y asesoría, de acuerdo con los objetivos principales de la Universidad, así como actualizar la legislación y normatividad vigentes.
* Estimular a los maestros para conocer y realizar investigación, así como para aceptar los cambios, a través de políticas y criterios adecuados de evaluación, promoción y remuneración de sus actividades.
* Diseñar y emplear diversos mecanismos de capacitación del personal académico, dentro y fuera de México (convenios de intercambio de información y personal académico, becas, comisiones, estancias, empleo del año sabático, etcétera).
* Realización de eventos para promover la investigación de profesores y alumnos, así como actividades conjuntas con la iniciativa privada y el sector público para identificar y privilegiar posibles problemas y, así, plantear conjuntamente proyectos de investigación.
La realización exitosa de buena parte de las actividades mencionadas, asegurarán la existencia de la alberca de la que hablábamos al principio y la calidad del agua en ella. Esto es, el lujo de ir conociendo los diversos estilos de nadar…

istmo review
No. 386 
Junio – Julio 2023

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