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El emigrante en su laberinto

Tirados en la playa, arrojando aún agua por nariz y boca y, paradójicamente, deshidratados. Fotografiados por quien espera ganar con la imagen captada un premio, mostrados por la televisión con la crudeza suficiente para subir el rating de algún noticiario. Famélicos y miserables, los emigrantes sufren.
Dejaron todo, perdieron todo. Ya no son seres humanos que sólo desean trabajar, son ilegales. Recibirán una frazada, quizá un cambio de ropa, los alimentos del día y, encerrados en una nave, retornarán a la miseria. ¿Qué será de ellos? ¡A quién le importa! Son ilegales…
Si países como Níger, en el África subsahariana, con una esperanza de vida de escasos 40 años y un ingreso per cápita de tan sólo 190 dólares anuales, no logran mejorar significativamente su nivel socioeconómico, ni un muro equivalente a la Gran Muralla China que bordeara todo el mare nostrum (como llamaron al Mediterráneo los romanos) o la Florida podría detener la llegada de pateras y balseros.
El 25 de noviembre de 1999, los guardias costeros miraron asombrados al niño que, casi sin vida, sujeto a un neumático, flotaba frente a las costas de Florida. Su madre y otras diez personas perecieron al voltearse la balsa en la que viajaron desde Cuba.
El caso atrajo la atención mundial, no por los muertos, sino por la lucha desatada entre los familiares de Elián González, las autoridades judiciales norteamericanas y las cubanas. Finalmente, siete meses después, la patria potestad se le concedió al padre y Elián fue repatriado a la isla.
No analizaremos las circunstancias legales sino los hechos: 12 personas, entre ellas un niño, en una pequeña e insegura balsa cruzando 200 millas del Golfo de México en aguas turbulentas.
¿QUÉ HAY DETRÁS DEL EMIGRANTE?
La respuesta no es sencilla, aunque sea fácil enumerar las causas: desigualdad social, inseguridad, persecución racial o ideológica, falta de oportunidades, cambios climáticos, desastres naturales, miseria… Lo que pasa en la mente de quien deja su entorno es complejo.
La II Cumbre Mundial sobre la Alimentación convocada por la FAO y celebrada en Roma del 10 al 13 de junio pasado, presentó datos que explican en gran parte los flujos migratorios [1] : anualmente en el mundo mueren de hambre alrededor de 8 millones de personas, padecen hambre 800 millones de seres humanos, de los cuales 300 millones son niños.
La meta propuesta en la primera cumbre era reducir 50% «el número de personas que en vez de comida tienen sueños agitados». No se ha logrado, solamente han disminuido 6 millones anuales de personas subnutridas, lo que implica 45 años de atraso en los planes.
¿Por qué se embarcan, en condiciones infrahumanas, los subsaharianos, magrebíes, cubanos, camboyanos…? Antes de llegar a la costa, miles cruzaron desiertos a pie, vivieron a la intemperie y se ocultaron de guardacostas. No solamente emigran hombres jóvenes, sanos y fuertes, éstos son los menos. Se lanzan al mar hombres de la tercera edad, enfermos, disminuidos, junto a mujeres embarazadas o que llevan consigo a sus hijos pequeños, niños, muchos niños…
Del Magreb a Francia, del África subsahariana a Canarias, de Cuba a Miami, del Kurdistán a Grecia, de Albania a Italia, de Camboya a donde sea, el hombre se lanza a un naufragio casi seguro.
Los llamados «puntos calientes», es decir, los sitios detectados como los pasos de la muerte son: el Estrecho de Gibraltar, el túnel del Canal de la Mancha, la costa sur de Italia, la costa griega, la frontera greco-turca, las fronteras de México, tanto al norte como al sur, y las costas de la Florida, por donde magrebíes y subsaharianos, chinos, albanos, kurdos, mexicanos, salvadoreños, guatemaltecos, hondureños, cubanos y hasta sudamericanos, buscan un mundo mejor.
No importa que emigren por mar o tierra, para todos la disyuntiva es la misma: intentarlo por su cuenta o contratar los servicios de traficantes.
Para quien lo hace por tierra, la senda es una marcha a través de laberintos. Hacerlo solo es un riesgo que pocos asumen, generalmente el camino se emprende acompañado de dos o tres amigos o parientes, utilizando los servicios de redes de mafias.
Si el mar es el obstáculo a salvar, el emigrante se enfrenta a otra alternativa: cruzar en una embarcación casi desechable acompañado de ocho o diez personas en una travesía a cara o cruz, o contrata los servicios de un traficante sin garantía de nada.
Los actuales emigrantes utilizan los mismos medios primitivos que permitieron poblar el mundo hace siglos. Sus embarcaciones son balsas, pateras, piraguas, juncos… las más sencillas creadas por el hombre, tan frágiles como un barco de papel: es más fácil hundirse que llegar a su destino.
Protegidos por la oscuridad nocturna, aprovechando mareas y vientos, estos hombres se arrojan al vaivén de las olas, basados solamente en la información proporcionada por pescadores sobre corrientes, vientos, épocas del año. Sueñan con el éxito pero el viaje a una tierra mejor se convierte en pasaporte al más allá.
Así se lanzó a la mar el hombre primitivo, así pobló al azar otros territorios. ¿Cuántos habrán muerto en alta mar? ¿Qué porcentaje habrá hecho un viaje exitoso? Imposible saberlo, pero así fue desde el Eufrates a Moheno Daro, por el Mar del Norte y el Mediterráneo, por el Mar de Arabia y el Golfo de Bengala, hasta hacerse experto y diseñar nuevas y perfeccionadas embarcaciones. Así navegaron sumerios, fenicios y normandos. Así dominaron los mares.

EL PARAÍSO POR UNOS DÓLARES

Para salir de la miseria, el emigrante vende sus pocas pertenencias y se endeuda con quienes tienen algo más y creen en su honradez y suerte; si contrató el servicio, su deuda es con el traficante quien, en embarcaciones más sólidas (no demasiado), le promete el paraíso.
Si llega, deberá pagar muy caro el viaje. Muchas veces, si aún debe dinero, la mafia que lo llevó lo encadena a la prostitución y al narcotráfico. Si logró pagar el viaje antes de partir, caerá en manos de empresarios y agricultores quienes, al darle trabajo, tendrán mano de obra barata.
Por tierra la opción es quizá peor. El transporte son autobuses viejos que, por caminos poco transitados e incluso brechas, cruzan decenas, cientos y hasta miles de kilómetros. Mal comidos, hacinados, sufriendo las inclemencias del tiempo, los emigrantes sueñan con la meta. Al llegar a la frontera, usualmente los encierran en vagones abandonados, en espera de la noche para poder internarlos al país.
La tragedia surge cuando el traficante no hace el contacto esperado y simplemente los abandona. ¡Cuántas veces hemos leído que dos o tres decenas de inmigrantes fueron encontrados muertos por asfixia, encerrados en algún vehículo!
La frontera entre México y Estados Unidos vive a diario este drama. Los «polleros» han ubicado puntos para escalar el doble muro, construido para evitar la inmigración ilegal. Una vez que eluden a las patrullas fronterizas, los inmigrantes son ocultados, si logran sobrevivir, los transportarán en otros vehículos para, finalmente, dejarlos en las afueras de la población más cercana.
¿Qué sigue después? Caminar por su cuenta hasta encontrar al amigo o familiar que lo espera. Quien no tiene a donde llegar, enfrenta un futuro más difícil; buscar trabajo implicará lograr contactar a quien lo oriente. Añadamos los problemas del idioma.
Personas cercanas me han contado cómo sus familiares pasaron a Estados Unidos: una mujer «pollero» cobró 2 mil dólares a cada uno, por adelantado, sólo por pasarlos. El primer muro lo cruzaron reptando, a través de un boquete abierto en el suelo; el segundo lo brincaron, se dice fácil, pero mide casi tres metros de alto y es liso.
Cruzaron por Tijuana, de noche, evitando la Border patrol. Ya del otro lado, los llevaron a donde guardan, ex profeso, pequeños vagones; luego de cuatro horas de encierro los sacaron y los condujeron a San Isidro.
Para los salvadoreños, guatemaltecos y demás centroamericanos el sufrimiento es aún mayor, primero deben pasar la frontera de México y cruzar todo el país hasta Estados Unidos. ¿Cuánto les costará? ¿5, quizá 10 mil dólares? No creo que los tengan.

LA NUEVA ESCLAVITUD

Hemos llegado a extremos patéticos: un barco abarrotado de emigrantes sudasiáticos, cruzando los mares en busca del asilo negado por todo país de la región… Otro detenido en Benin, supuestamente cargado de niños esclavos, que resulta ser de adultos explotados… Otro más encallado intencionalmente por los traficantes cerca de Niza… ¿qué más veremos?
También hay padres que venden a sus hijos a los traficantes, quienes a su vez los comercian como soldados o en redes de prostitución. Se calcula que en las costas occidentales de África cada año se venden y embarcan 20 mil niños [2] . La Coalición para Detener el Uso de Niños Soldados ha solicitado a los países que conforman ASEAN Brunei, Camboya, Laos, Indonesia, Malasia, Myanmar, Filipinas, Singapur, Vietnam y Tailandia detener el reclutamiento, estimado en 300 mil niños anualmente [3] .
En los siglos XVI y XVII, los traficantes de negros cargaban los barcos de tal manera que entre un hombre y otro apenas había unos pocos centímetros. Muchos morían por el hacinamiento y simplemente eran arrojados como costales al mar. Hoy es igual, si el mar cobra las vidas de algunos emigrantes o varios mueren de hambre y sed, serán sólo un número rojo en la contabilidad. A quien no llega, la mafia lo anota como pérdida, ya cobrará por otros.
En este marco, el inmigrante no es considerado un ser humano un ser que busca vivir sino un ilegal, un «algo», un invasor que quita trabajo a los ciudadanos, a los nacionales, a los legales, que sí son personas… Y nos horrorizamos, al menos algunos, con los traficantes de esclavos del pasado. No faltará quien diga que se lo merecían por ser negros…
Los caminos de la migración son múltiples, pero todos son controlados casi totalmente por las mafias internacionales. La explotación del ser humano, sumido en la pérdida de satisfactores básicos, da un poder inusitado a grupos que hacen de la pobreza de muchos la riqueza de pocos. La Organización Internacional de Migraciones estima en 7 mil millones de dólares las ganancias netas anuales obtenidas por los traficantes [4] .

LOS FLUJOS MIGRATORIOS

El problema migratorio es tal que tan sólo en un mes se desarrollaron tres reuniones para tratar el tema: la de la Comisión Europea en Sevilla 21 y 22 de junio de 2002, la Conferencia Regional sobre Migración y la Red Regional de Organizaciones Civiles para las Migraciones, ambas en la ciudad guatemalteca de Antigua, el 30 y 31 de mayo pasado.
El número de ilegales en la Unión Europea es alto: corresponde a 75% de los inmigrantes, de los cuales se cree que 60% ingresó por vía marítima, más de la mitad sobrevivió casi de milagro y 25% ingresó por Canarias. De 1997 a 2001 aparecieron en Gibraltar a 15 km de la costa africana 9 mil cadáveres. Un cálculo aproximado de Eurostat, al cerrar 2001, es de 3 millones de ilegales, de los cuales 270 mil corresponden a Italia, 300 mil a España, 400 mil a Francia, 50 mil al Reino Unido, 70 mil a Bélgica y un millón a Alemania [5] .
Ciertamente, no podemos estar a favor de una inmigración indiscriminada, pues sería la ruina de cualquier proyecto socioeconómico, de cualquier ingeniería social diseñada por los países seleccionados como meta por quienes desean un futuro mejor. Hay que ir a fondo. El problema debe resolverse en su causa, en su origen, en el territorio de donde sale el emigrante.
No aceptamos que se abran libremente las costas a quien quiera entrar, sería permitir el paso a cualquier invasor, pero tampoco podemos afirmar que todo emigrante es un invasor, terrorista o generador de inseguridad, como se ha querido enfocar el problema.
Dejar la patria por cuestión ideológica es una situación que se remonta a varias centurias. El destierro, el ostracismo, el exilio, marcaron a Solón, Aristóteles, Dante…
El siglo XX vio llegar cubanos a Miami, chilenos y españoles a México, pobladores de la antigua Unión Soviética a decenas de países; judíos que se salvaron del holocausto a América.
Las dictaduras, la xenofobia, el totalitarismo, las luchas civiles controladas por grupos intransigentes que parece que nunca leyeron la popular declaración de derechos emanada de la revolución francesa propiciaron, aún propician, el éxodo. En la mayoría de los casos, los pueblos que dieron asilo y acogieron a esos refugiados se han enriquecido con científicos, artistas, profesores…

HACIA UNA SOLUCIÓN

Quizá un número indeterminado de emigrantes no busca un trabajo honesto. Es lógico suponer que, insertados entre quienes luchan por dar a sus familias una esperanza de vida, haya vagos, oportunistas, gente con espíritu de traficante que, si llegan a tierra, serán delincuentes. Pero nadie garantiza que entre los «legales», los «documentados» no ocurra lo mismo.
El inmigrante legal, quien regularizó su situación o entró al país por acuerdos bilaterales, contribuye a la economía, acepta el trabajo que rechazan hasta los desempleados. No mencionamos al inmigrante altamente calificado: técnicos, científicos, investigadores su número no es significativo, aunque su labor contribuye a la ciencia y la cultura. El problema lo presentan los ilegales, ellos son los perseguidos, considerados invasores y delincuentes.
Regular el flujo migratorio es complejo pero no imposible. ¿Qué hacer? Partamos de hechos concretos:
1.   Numerosos países requieren de inmigrantes para diversas faenas agrícolas y en general servicios de diversa índole.
2.   Los sitios de procedencia del inmigrante son bien conocidos.
3.   Los traficantes, localizados en los puntos de partida, son ampliamente detectables por las autoridades de ese país.
Los flujos migratorios son ampliamente conocidos. La OCDE ha realizado profundos estudios sobre el desarrollo de recursos humanos, políticas y movimientos migratorios de Asia con detallada estadística [6] , y los ha enfocado hacia tres aspectos: control y regulación de los flujos, integración de los inmigrados y cooperación internacional. Desde 2001, su Consejo ha señalado la migración como prioridad; considera que los acuerdos entre los países receptores y los de origen son indispensables.
En la Cumbre de Sevilla, los 15 miembros de la Unión Europea aprobaron luchar contra la inmigración ilegal buscando la colaboración de los países generadores del mayor número de inmigrantes [7] .
La negociación para contratar mano de obra debe hacerse, por tanto, de gobierno a gobierno, de los países que requieren la mano de obra a los detectados con alto porcentaje de emigración. Así se evitaría el viaje clandestino. Si los sitios de reclutamiento se ubican precisamente en las zonas conocidas como centros de partida, no habrá ilegales, el viaje será hecho con documentos y en buenas condiciones. La clave es disposición de ambas partes.
¿Y los traficantes? Los explotadores de la miseria proliferan, a mayor pobreza de los pueblos mayor negocio de las mafias. Pero ellos no salen en televisión, sus imágenes no harían ganar premios de fotografía y, difícilmente, un artículo sobre ellos haría ganar fama a su autor. El mafioso tiene «categoría», pertenece a una banda, es «alguien». Perseguirlo cuesta mucho. En cambio, el ilegal es desechable. Repatriarlo es más barato.
La Organización Internacional para la Migración ha insistido en los derechos humanos de los emigrantes. Se han propuesto soluciones, pero el enfoque clave, para Estados Unidos y los países de la Unión Europea, sigue siendo el mismo: perseguir ilegales y deportarlos.
Afortunadamente, los Estados empiezan a reconocer que el combate al traficante es urgente y debe ser generado en el país de origen. La Conferencia Ministerial de la ASEM (Encuentro Asia-Europa), celebrada el 4 y 5 de abril pasado en Lanzarote, ha buscado intercambio de información de rutas y redes de tráfico para luchar contra la inmigración ilegal y determinar los flujos migratorios [8] .

EL DERECHO A EXISTIR

A pesar de todos estos proyectos nos preguntamos: ¿por qué no hay verdaderos programas sociales que, a través del trabajo y la generación de empleo, eleven el nivel de vida de los pueblos del tercer mundo, del cuarto, quinto y tantos mundos más?
La medida más elemental es ayudar al desarrollo de los países que generan emigrantes, lo cual es a muy largo plazo. Otra, es el combate a la economía sumergida. Los países posindustriales la han generado con empresas oficialmente inexistentes, bajos salarios y desconocida productividad, que dependen de los inmigrantes ilegales. ¿Cuánto porcentaje del PIB estará oculto?
El objetivo de la reciente Cumbre de Monterrey fue hacer frente a los problemas de financiación para el desarrollo en el mundo para erradicar la pobreza. Bonitas palabras, pero que quedarán en los sueños de los países pobres y de aquellos que ni ese estatuto alcanzan, porque no será hasta 2005 cuando se decidirán las modalidades de los acuerdos.
Desde 1995, Juan Pablo II, en la Jornada Mundial del Emigrante, ha hecho referencia a los ilegales; en su mensaje del 25 de julio de ese año decía: «[los Estados] por lo general tienden a intervenir mediante el endurecimiento de las leyes sobre emigrantes y el fortalecimiento de los sistemas de control de fronteras, y las migraciones pierden así la dimensión de desarrollo económico, social y cultural que poseen históricamente. () Es preciso prevenir la inmigración ilegal, pero también combatir con energía las iniciativas criminales que explotan la expatriación de clandestinos. () Se ha de asegurar una protección adecuada a las personas que, aunque hayan huido de sus países por motivos no previstos en las convenciones internacionales, de hecho pondrían seriamente en peligro su vida si fueran obligados a volver a su patria. () La solidaridad es asunción de responsabilidades ante quien se halla en dificultad».
Jacques Diouf, Director General de la FAO, en el discurso inaugural de la II Cumbre Mundial sobre Alimentación, manifestó: «El hambre crónica sólo encuentra indiferencia, porque tiene el defecto de no hacer ruido ni producir imágenes chocantes a la televisión. () Eliminar el hambre es un imperativo ético basado en el derecho humano más fundamental, el derecho a la existencia. () Qué gran mercado habría si los 800 millones de personas que padecen hambre llegaran a ser consumidores con un poder adquisitivo real. Qué pacífico sería el mundo si hubiera menos de esa pobreza, que tiene como corolario la injusticia y la desesperación».
Morir asfixiados, deshidratados o ahogados no frena a los emigrantes ilegales; aunque conocen estos peligros, es peor mucho peor seguir viviendo el temor, el hambre, la persecución y el dolor. Esas condiciones de vida los hacen capaces de sufrir más hambre, malos tratos, días de frío, sol o lluvia, ser encerrados, hacinados y abandonados. Si logran llegar, todo cambiará, tendrán trabajo, comerán y enviarán dinero a sus familias
¿Y los náufragos, los sobrevivientes? Una vez rescatados, la mayoría será repatriada.
Durante 2002 han sido expulsados 367,552 indocumentados de la Unión Europea, por distintas razones, entre ellas la falta de documentos de identificación y acreditación de nacionalidad, incluso se da el caso de que con esta excusa los países de retorno se niegan a recibir a los emigrantes [9] .
Muchas veces me he preguntado qué ocurrirá con los repatriados, porque Elián González quien regresó en medio de fiestas solamente hubo uno. ¿Sufrirán represalias? Han regresado en peores condiciones, ya no poseen ni una cacerola pero, ¡a quién le importa, son ilegales!
Tengo grabada en mi mente una escena que me hiere cada vez que la recuerdo. Una mujer, cuya indumentaria acusaba su credo islámico, sentada en la arena con un bebé en brazos, la mirada triste y perdida en el infinito, ante la pregunta de un reportero sobre los motivos que la impulsaron a arriesgarse a cruzar hacia Canarias, respondió: «quiero que mi hijo viva».

__________________

[1] Discursos y mensajes del director general de la FAO. Cumbre Mundial sobre la Alimentación. Roma, junio de 2000.

[2] Información de Reuters citada en CNNenEspañol.com/Mundo. 17 de abril de 2001.
[3] Nota de Associated Press citada en CNNenEspañol.com/Mundo. 17 de febrero de 2001.
[4] La Jornada. 23 de junio de 2000.
[5] Eurostat. General Statistics. Demography and migration statistics. 11 de julio de 2002. Eurostat. Migration and asylum statistics. 15 de junio de 2002. The European Commission. Eurostat Yearbook 2002. OCDE. Tendances des migrations internationales. 2001.
[6] Migration and the Labour Market in Asia. «Recent Trends and Policies». OCDE. Febrero, 2002.
[7] ABC. 22 de junio de 2002.
[8] ABC. 4 de abril de 2002.
[9] Libro Verde. «Políticas de Retorno para residentes ilegales (3.4.1.)». Comisión Europea. 10 de abril de 2002.

istmo review
No. 386 
Junio – Julio 2023

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