Nadie en este mundo puede sentirse a gusto cuando son tantos los que sufren y se encuentran desposeídos. La creciente brecha entre ricos y pobres es un reto a nuestra compasión y una fuente de inestabilidad.
La humanidad ha luchado por el desarrollo general, el respeto universal, el cumplimiento de la ley, la solidaridad, la democracia y la justicia social. Desgraciadamente no ha tenido éxito hemos conquistado el espacio y llegado al fondo de los mares, pero no hemos aprendido a caminar sobre la faz de la tierra como hermanos
EN TIEMPOS DE FRAGILIDAD
La globalización es el gran tema de nuestro tiempo. Todo el mundo ha oído hablar de los diferentes organismos internacionales y su importancia para el desarrollo económico,
social y cultural de nuestra aldea global; sin embargo, no se ha insistido lo suficiente en la absoluta necesidad de establecer una plataforma internacional común entre las distintas fuerzas que regulan nuestras sociedades.
Es ahí donde radica la importancia del Foro Económico Mundial de Davos. No hay ninguna otra institución que reúna en un solo grupo de trabajo a los máximos líderes empresariales, políticos, sociales y culturales de la manera en que el Foro lo ha hecho, año con año, durante las últimas décadas.
Como una muestra de solidaridad con Estados Unidos, el encuentro de 2002 tuvo lugar en Nueva York, lugar ideal para desarrollar el tema de la reunión: El liderazgo
en tiempos de fragilidad una visión para un futuro compartido.
He participado en este evento en repetidas ocasiones durante la última década. Esta vez pude apreciar los diferentes puntos de vista en torno a la globalización y a la búsqueda de soluciones para los problemas que tanto nos preocupan y que, ciertamente, no son pocos.
Por muchos años, el Foro se ha preocupado por eliminar la brecha existente entre primer y tercer mundo, fomentando la colaboración entre el sector público y privado para que juntos promuevan el desarrollo económico sin dejar de lado la equidad social, la educación, los servicios de salud pública y el buen uso de los recursos regionales.
En la base de estos esfuerzos se encuentra no sólo una obligación moral, sino también la necesidad de eliminar una amenaza real a la estabilidad mundial, como lo hacen evidente las recesiones económicas globales.
Es indispensable romper el círculo vicioso que inicia la reducción en las inversiones, continúa el aumento del desempleo y la consecuente disminución en la confianza del consumidor que, a su vez, genera menores inversiones. También es preciso encontrar la adecuada combinación de una política fiscal con una monetaria, así como el camino correcto para nuestros mercados e inversiones.
Claro que no es fácil. Entre otras cosas, enfrentamos los riesgos de la complicada realidad geopolítica. Pero deberíamos considerar que los ejecutivos corporativos son ciudadanos del mundo y por ello tienen la responsabilidad de contribuir al bienestar social, sin olvidar su papel como generadores de riqueza privada, respetando los límites de la legitimidad democrática.
Para llevar a cabo esta difícil tarea, tan sólo pueden desarrollarse códigos de conducta que permitan al ejecutivo definir y realizar su papel de líder corporativo y ciudadano
en un mundo global, donde estas responsabilidades no pueden ni deben separarse, sino complementarse.
Afortunadamente, el Foro Económico Mundial no es el único organismo internacional que ha encaminado sus esfuerzos hacia el bienestar global. Muestra de ello fue la celebración de la Conferencia Internacional sobre Financiación para el Desarrollo, que organizó la ONU durante la tercera semana de marzo en Monterrey, Nuevo León. Su objetivo principal era determinar el rumbo para construir, hacia el año 2015, una comunidad mundial próspera y estable. Las metas son ambiciosas: erradicar la pobreza y establecer un sistema económico equitativo a través de un crecimiento sostenido.
Ante la realidad -somos 6 mil millones de seres humanos de los cuales 826 millones no tienen alimentación adecuada, más de 850 millones son analfabetos, mil millones carecen de servicios de agua potable y 1,200 millones viven con menos de un dólar al día-, la mayoría de los participantes llegaron con la convicción de que los países desarrollados han sido muy egoístas durante las últimas décadas.
Sin embargo, también quedó claro que la asistencia oficial ha sido dilapidada por malas inversiones, corrupción y, en el mejor de los casos, sólo ha aliviado mentáneamente
los síntomas más obvios de la miseria, sin revertirla ni modificar sus condiciones estructurales.
Así, será necesario suscribir acuerdos a favor de una convención internacional contra la corrupción, creando un instrumento legal que ayude a los gobiernos a combatir y rastrear las transferencias ilegales de fondos, detener la evasión mundial de impuestos y eliminar obstáculos para disminuir la deuda de los paises en vías de desarrollo -que actualmente asciende a 285 mil millones de dólares e impide su crecimiento y dignidad económica-. Sin duda, son indispensables una voluntad y coraje político hasta ahora inexistentes.
Para lograr el desarrollo sostenido de la economía mundial es necesario que cada país reconozca su propio esquema, reflexione y determine las acciones con buena voluntad y honestidad, y que a esto se añada un marco legal adecuado a las necesidades de cada país.
TRABAJAR CON ESPÍRITU
¿Es realmente posible cumplir con todas las metas planteadas por el Foro Económico Mundial y la Cumbre de Monterrey? La respuesta debe ser contundente: sí. La condición
es que trabajemos con esphtu, de modo que seamos los ciudadanos que nuestro país y el mundo demandan y necesitan.
El espíritu es fuente de energía y conocimiento. Está delimitado por la fe, el amor y la verdad. Trabajar con espíritu significa trabajar con el alma para ser capaces de conectarnos y comunicarnos con los pensamientos e ideas de los otros. Así, las decisiones que tomemos serán más incluyentes desde todos los puntos de vista y se valorará la contribución de cada uno en la organización.
Es necesario crear un ambiente de trabajo propicio para el diálogo, donde no sólo podamos pensar, sino incluso meditar, permitiendo un sano equilibrio entre el trabajo y la vida personal.
El espíritu es un ilimitado potencial de energia capaz de crear algo de la nada. Si basáramos nuestras vidas en sus elementos -fe, amor y verdad- nuestro potencial se podría magnificar a un nivel insospechado.
La fe es la única forma de ver algo que aún no existe, es la materia de los sueños. Con ella todo es posible.
El amor permite conectarnos con otros seres humanos para crear un nuevo futuro, lleno de posibilidades.
La verdad es fuente de crecimiento espiritual, sólo a través de ella podemos amar y a través del amor tener fe.
Quien está espiritualmente motivado promueve la paz, el entendimiento, y actúa para reducir el sufrimiento, la enfermedad, el hambre y la inequidad.
Conectarnos con el poder de nuestro espíritu es un proceso personal que en la empresa se puede dar a traves de las unidades familiares de trabajo, sinónimo de equipo de trabajo.
El potencial de los empleados reside en algo que no podemos ver, pero que puede ser inmenso si se cree en él. Una creencia tiene el poder de la creación. Todo lo que necesitamos es creer, entonces nuestras perspectivas espirituales se verán involucradas en nuestro lugar de trabajo.
Para una persona de negocios el espíritu debería ser la guía de sus acciones y decisiones. Tener visión, valores y principios compartidos será la clave para el reto de los líderes del siglo XXI.
El ejemplo arrastra, si nuestra vida demuestra nuestras creencias y valores entonces lo que hagamos hablará más fuerte que las palabras que podamos decir. Como mexicano, propongo que seamos más puntuales, trabajemos en equipo y estemos dispuestos al cambio. Evitemos la desidia, tratemos de ser más ordenados, constantes, responsables, educados, honestos, proactivos, respetuosos, generosos y más comprometidos con México. Tengamos más responsabilidad social y confianza en nosotros mismos.
El camino recorrido por el Foro Económico Mundial, la Conferencia Internacional sobre la Financiación para el Desarrollo y todos aquellos que luchan por el bienestar global ha sido largo y arduo. Y es que los suenos no se cumplen de la noche a la mañana, son producto del esfuerzo y la determinación, la empatía y la consciencia.
Sólo a través de las acciones de los individuos podremos cambiar la naturaleza del sistema materialista en el que nacemos, crecemos y distribuimos los bienes. Por eso, no
perdamos nuestros valores familiares, busquemos más retos, respetemos la naturaleza, seamos ahorrativos, saludables, profesionales, plenos, pero también alegres, serviciales, ingeniosos y creativos.
Seamos amantes de nuestro país y, en pocas palabras, pensemos y sintamos que la Tierra es nuestra casa, sus habitantes nuestros hermanos y la religión el amor. No olvidemos que la máxima tragedia en la vida es morir antes de haber nacido.
¡Tenemos mucho que ofrecer!