La caída de México-Tenochtitlán
Jaime Montell
Ensayo
Planeta. México, 2003. 279 págs.
Jaime Montell
Ensayo
Planeta. México, 2003. 279 págs.
Las profecías lo anunciaban, Moctezuma lo temía, los españoles lo deseaban: el choque de dos mundos se estaba preparando cuando el último tatloani fue coronado en 1502. Poco más se podía decir acerca de una de las más grandes epopeyas de la historia de la humanidad.
Pero la historia no sólo es ciencia, es también —quizá, sobre todo— arte y, como tal, la recreación de la realidad es inagotable. Este libro es buena muestra de ello: lo que ya se ha dicho se puede decir mucho mejor todavía.
Montell no utiliza fuentes nuevas ni lo pretende; no se dedica a rebatir o a confirmar a este o a aquel autor, aunque su conocimiento de las fuentes es enciclopédico. No por eso cae en la erudición. Su análisis es profundo, sugerente y apasionante. La poesía y las profecías aztecas y mayas, los relatos de los conquistadores, los estudios antropológicos de los misioneros, las cartas enviadas a España… nos adentran en la mentalidad de dos mundos distintos —ambos con sus grandezas, ambos con sus miserias.
Jean Meyer afirma: «Creo que se puede decir, sin exageración, que esta obra no tiene equivalente y que habría que remontarse a Clavijero». ¿Qué más se puede decir?
Pero la historia no sólo es ciencia, es también —quizá, sobre todo— arte y, como tal, la recreación de la realidad es inagotable. Este libro es buena muestra de ello: lo que ya se ha dicho se puede decir mucho mejor todavía.
Montell no utiliza fuentes nuevas ni lo pretende; no se dedica a rebatir o a confirmar a este o a aquel autor, aunque su conocimiento de las fuentes es enciclopédico. No por eso cae en la erudición. Su análisis es profundo, sugerente y apasionante. La poesía y las profecías aztecas y mayas, los relatos de los conquistadores, los estudios antropológicos de los misioneros, las cartas enviadas a España… nos adentran en la mentalidad de dos mundos distintos —ambos con sus grandezas, ambos con sus miserias.
Jean Meyer afirma: «Creo que se puede decir, sin exageración, que esta obra no tiene equivalente y que habría que remontarse a Clavijero». ¿Qué más se puede decir?