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Nuevas reglas para el juego internacional

En el desarrollo industrial global del último siglo, destaca en la primera mitad Inglaterra, y a partir de 1945, al terminar la Segunda Guerra Mundial, Estados Unidos se revela como la gran potencia industrial y económica.
La industria norteamericana de la posguerra se consolida como la gran fábrica a nivel mundial hasta 1973, en que la crisis del petróleo desata una nueva era en la que se hace evidente que el mundo es finito y los recursos naturales limitados.
A principios de la década de los 70, surge Japón como potencia industrial y económica. Sorprende al mundo con sus nuevos sistemas de manufactura esbelta y se consolida como la segunda potencia mundial con relevantes aportaciones al desarrollo industrial. Sin embargo, el desarrollo tecnológico de Estados Unidos en los años 90 le permitió recuperar su liderazgo.
En el terreno militar, desde la Segunda Guerra Mundial hasta la caída del muro de Berlín, nos movimos en un mundo bipolar, con Estados Unidos y la Unión Soviética como las grandes potencias. Pero el fracaso económico del sistema soviético provocó la desintegración de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas y la consolidación del liderazgo estadounidense.
Por otra parte, la creación de la Comunidad Económica Europea permitió integrar inicialmente un mercado de 350 millones de habitantes con fuerte poder adquisitivo y, a su vez, el Tratado de Libre Comercio para Norteamérica creó en esta región otro de más de 400 millones.
En su edición dedicada a las 500 empresas más importantes del mundo, la revista Fortune reporta grandes cambios en la procedencia de dichas compañías en la última década. Estados Unidos retoma la posición número uno y, aunque Japón mantiene la segunda, retrocede de manera notoria en el número de corporaciones en la lista y en su facturación. En 1994 dentro de las 500 más importantes de Fortune había 151 empresas estadounidenses que facturaban $2.9 billones de dólares, mientras que las japonesas eran 149 empresas y facturaban $3.8 billones de dólares. Diez años después en el 2003, Estados Unidos aporta a la lista 189 con $5.8 billones de dólares de facturación, mientras que Japón reduce su participación con 82 empresas y $2.2 billones de dólares.
También destaca el crecimiento de Alemania y Francia, pero desde luego, la sorpresa es China, con 15 empresas que en 2003 facturaron 358 mil millones de dólares. Esta cifra sorprende porque en 1994 sólo figuraban tres empresas chinas con ventas totales de 41 mil millones de dólares.
En los últimos 25 años, desde que Deng Xiaoping proclamó que es «glorioso hacerse rico», las empresas multinacionales han invertido en China más de 400 mil millones de dólares. En 2003, a pesar de los esfuerzos gubernamentales por enfriar la economía, la inversión extranjera directa alcanzó 53 mil millones de dólares.
La importancia de China en la economía mundial varía por sector. Sin embargo, hoy controla a nivel mundial 70% de la industria del juguete, 60% de la producción de bicicletas, 50% de ropa, 55% de la industria del calzado, 50% de la producción de cámaras y teléfonos y presenta un crecimiento muy importante en otros ramos industriales, como el automotriz.
El mercado de consumo de China se aproxima a 450 mil millones de dólares, es decir, excede al de Alemania, Inglaterra y América Latina en conjunto y actualmente crece por arriba de los dos dígitos.
En cuanto al consumo interno, la industria automotriz del año pasado muestra enorme dinamismo. En 2003 vendieron 2.8 millones de automóviles y esperan duplicar esta cifra en los próximos cuatro años. Los usuarios de teléfonos celulares alcanzan 300 millones y, en general, el crecimiento en bienes de consumo intermedio es exponencial.
En 2003 exportaron 440 mil millones de dólares e importaron 412 mil millones. Las economías de Japón y Corea del Sur crecieron fundamentalmente gracias a sus exportaciones a China. Algunas multinacionales, como Procter & Gamble y Danone, han reconocido la oportunidad del mercado interno para determinados bienes de consumo y han ajustado sus estrategias de producto y mercado para atender los sectores de la población de menor ingreso.
La participación gubernamental disminuye rápidamente porque los chinos reconocen que las empresas estatales son ineficientes y que es importante competir en mercados globales. Hoy, las compañias públicas generan sólo la cuarta parte de la producción industrial. El gobierno depende más de los impuestos del comercio y de empresas privadas y mucho menos del sector gubernamental. En los últimos cinco años, los ingresos por impuestos crecieron de 11 a 17 o 18% del PNB.

OPTIMISMO E INVESTIGACIÓN

Como a las generaciones más recientes les ha tocado vivir un crecimiento constante durante los últimos 20 años, se aprecia un fuerte optimismo en las calles y en la gente. El «milagro» chino ha transformado las condiciones económicas de 200 millones de personas que, en menos de 10 años, pasaron de la pobreza extrema a la clase media.
El comercio bilateral entre China y la Unión Europea alcanzó 133 mil millones de dólares en 2003. Y se espera que para 2010 supere a Estados Unidos y alcance 200 mil millones de dólares.
El gobierno ayuda y promueve el desarrollo empresarial y su principal objetivo es generar puestos de trabajo. Con un plan estratégico pretende desarrollar los sectores industriales prioritarios para el país en los próximos años. El propio gobierno y sus instituciones consumen productos nacionales y apoyan el mercado interno. Están en franco crecimiento empresas chinas que fabrican y comercializan todo tipo de productos y servicios.
La educación, los centros de investigación y las universidades ponen mucho énfasis en preparar a las nuevas generaciones. De acuerdo con cifras oficiales citadas por The New York Times, China prepara 17 millones de estudiantes en universidades y vocaciones técnicas, la mayoría estudia ciencia y tecnología. Esta cantidad se triplicó en cinco años. Sólo en este se graduarán 325 mil ingenieros.
Independientemente de los recursos naturales, la verdadera riqueza de China es su gente y su claro espíritu de superación. Con 61 mil millones de dólares anuales, el Estado se ha convertido en el tercer inversionista en investigación y desarrollo de nuevas tecnologías en el mundo, sólo detrás de los Estados Unidos y Japón.
MÉXICO CAMINA Y LOS CHINOS CORREN
Conscientes de la importancia del desarrollo industrial, China ha decidido apoyar en el futuro seis sectores prioritarios, sin descartar los que ya consiguieron una posición dominante.
1.- Automotriz
2.- Electrónica y telecomunicaciones
3.- Electrodomésticos
4.- Generación de energía eléctrica
5.- Petroquímica
6.- Acero y nuevos materiales
La pujanza industrial de China generará grandes desequilibrios tanto en países en vías de desarrollo como en el mundo industrializado, incluso a Estados Unidos. La simple eliminación de cuotas en el sector textil para 2005 provocará fuertes desequilibrios laborales.
Por ello es tan importante que México implemente planes de desarrollo industrial y fortalezca las tecnologías de información, como está haciendo India. No es posible, competir sin planes sectoriales acordes con las nuevas circunstancias.
Hemos de ver a los chinos como clientes y socios de cara a los grandes mercados del mundo, puesto que en muchos productos y servicios no son autosuficientes. El auge de su capacidad de compra genera oportunidades en sectores como el alimenticio, la construcción, la conservación del medio ambiente, cosméticos y turismo. Ante tan dura competencia es muy importante segmentar mercados.
El pueblo chino y sus dirigentes están convencidos de que llegarán a ser la primera economía del mundo. El gran detonador serán los próximos Juegos Olímpicos del 2008. ¿Estamos preparados para esta nueva realidad? ¿Qué nos corresponde hacer? México camina y los chinos corren.
MÉXICO Y ASIA, NUEVAS OPORTUNIDADES
China ya es el segundo socio comercial de México. En 2003 el comercio exterior con ese país fue de casi 10 mil millones de dólares, pero en cifras muy desiguales. México exportó sólo 463 millones e importó 9,400, sin tomar en cuenta triangulaciones e importaciones no registradas. En ese mismo año las exportaciones chinas fueron de 438 mil millones de dólares y las importaciones de 412 mil millones. En esa cifra México participó solamente con 0.1%. Con relación al mercado estadounidense, las exportaciones de México incrementaron 1.8% mientras que las de China 22.6%.
Estas cifras muestran que la antes considerada «amenaza» china, en ciertos sectores es una realidad de la que no podemos mantenernos ajenos. Desde luego será difícil competir en productos de grandes volúmenes repetitivos; sin embargo, personalizarlos o fabricar corridas cortas representa una gran oportunidad de cara al mercado norteamericano.
Otra oportunidad para ese mercado es fabricar, por ejemplo, impresoras y equipo de cómputo con componentes chinos. De esa manera utilizaremos el «músculo chino» para ensamblar productos en México.
En el sector automotriz, México será competitivo al fabricar refacciones o repuestos, más que grandes corridas de equipo original para el mercado norteamericano, y el nivel de servicio será muy superior por la cercanía física. Sin embargo, en los próximos cinco años China se posicionará como una potencia industrial en productos de alta tecnología y mantendrá mayor presencia en operaciones de manufactura a nivel mundial.
Con una moneda subvaluada más de 50% por ciento, China se convierte en un competidor implacable. Su PIB es mucho mayor de lo que señalan las estadísticas oficiales, donde los precios de bienes y servicios se valoran a los precios internos y se convierten en una paridad fija en dólares. Pero si los contabilizamos a su precio equivalente en Estados Unidos la cifra resultante será mayor al ingreso reportado de 1,300 billones de dólares. Usando el principio que los economistas llaman de la paridad del poder adquisitivo, en 2002 el PIB chino era de 6 mil billones de dólares, equivalente a 50% del de Estados Unidos.
Con este nivel de ingresos, los chinos empiezan a viajar. En 2003, más de 12 millones de chinos hicieron turismo con un presupuesto de 5 mil dólares por persona. Una vez más, esto representa una jugosa oportunidad que el sector turístico de México aún no ha aprovechado.
Además de China, otros países asiáticos se esfuerzan por superar animosidades estratégicas pasadas y realizan cambios para crear flujos cada vez mas integrados de mercancías, finanzas y tecnologías.
Desde el punto de vista económico es probable que Estados Unidos se beneficie de este proceso al igual que sucedió con la recuperación de Europa occidental después de la Segunda Guerra Mundial. Los consumidores estadounidenses se beneficiarán con un deslumbrante aumento en la variedad de productos asiáticos a bajos precios.
El mundo entero se beneficiará con una aceleración en los avances científicos y tecnológicos que lleguen de Asia. Claro ejemplo de ello es India, cuya economía creció 7.5% en 2003, apoyada en un acuerdo de paz con Paquistán, con exportaciones récord y reservas que rebasan los 100 mil millones de dólares.
Para muchos analistas, el despegue financiero de India, que algunos se atreven a comparar con el chino, lleva años fraguándose. El Ministerio de Hacienda ha reducido numerosos impuestos en áreas como telefonía, enseres domésticos y computadoras. Además, cuenta con la enorme ventaja de que el inglés es su idioma oficial. Esto les facilita ingresar a los mercados de habla inglesa sin tener que desplazar físicamente las instalaciones y les permite atacar sectores administrativos y de servicios como call centers, desarrollo de software, registros contables a distancia, etcétera.
ALTERNATIVAS A CORTO Y LARGO PLAZO
Frente a estas dos naciones que están transformando los flujos financieros, de información y materiales del mundo actual, ¿qué alternativas hay para México?
A largo plazo. México tendrá que mejorar su infraestructura, sistemas educativos y, desde luego, ser mucho más flexible en cuanto a requisitos necesarios para competir en un mundo globalizado. Tendrá que reinventarse a sí mismo y especializarse en sectores donde cuenta con ventajas comparativas y competitivas, y los empresarios deberán aplicar nuevos modelos de negocio para enfrentar el mercado.
Se requiere una reforma laboral que permita mayor flexibilidad para evitar situaciones absurdas como las que se dan en la fabricación de llantas para automóvil. Todas las llantas que circulan en el país son importadas porque el contrato ley de la industria del hule hace incosteable fabricarlas aquí. En El Salto (Jalisco) se cerró por esa razón la última planta. En la Hulera Continental los obreros ganaban hasta 50 mil pesos mensuales por contrato, con una productividad de 50% en términos internacionales.
A corto plazo. Como estas reformas llevarán tiempo, a corto plazo debemos implementar otros mecanismos. La prioridad número uno es crear empleos y el principal obstáculo son ciertas restricciones del mercado nacional, como estructuras impositivas complicadas, sobrerregulación sobre regulación y falta de promoción a la inversión extranjera, propias de una economía cerrada.
En el corto plazo la Ley de Zonas Económicas Estratégicas, en poder del Senado es, sin lugar a dudas, una alternativa viable mientras proceden las reformas estructurales.
Si México quiere evitar que emigren las empresas intensivas en mano de obra, se deberán crear zonas económicas estratégicas, donde los insumos tengan precios internacionales, la legislación deje de ser restrictiva y se ponga gran énfasis en la creación de puestos de trabajo. Así como durante muchos años ha sido Hong Kong para China y como están siendo las nuevas zonas libres de desarrollo.
En diversas naciones las zonas económicas estratégicas han demostrado ser un detonador de la economía, como Singapur, que convirtió la totalidad de su territorio en una zona franca y llegó a ser, en un breve periodo, uno de los países con mayor ingreso per cápita.
Otro ejemplo es la Zona Libre de Belice, que se ha consolidado como punto de referencia comercial, no sólo de sus habitantes, sino de miles de compradores extranjeros y de zonas vecinas, como Yucatán y Campeche, que realizan sus compras en el recinto fiscal beliceño, donde se vende más barato.
Baja California Sur y la franja fronteriza norte podrían ser zonas libres que permitieran el ingreso sin restricciones de insumos a precios internacionales, hasta alcanzar igualdad de precios en ambos lados de la frontera. Sirva como ejemplo la importación de energía eléctrica autorizada a cinco empresas en Mexicali. El fabricante de pantallas para televisión de cristal líquido ahorra, tan sólo por este concepto, 1.5 dólares por unidad.
Hoy, con una economía abierta y tratados comerciales con más de 30 países, tenemos que adecuar nuestras leyes a la nueva realidad, creando polos de desarrollo capaces de generar empleo sin las restricciones de la legislación actual.
¿No es esto la verdadera globalización? ¿Estamos preparados para enfrentarla? ¿O acaso la globalización es la simple importación de productos terminados sin aranceles?

istmo review
No. 386 
Junio – Julio 2023

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