Francisco y yo somos buenos amigos, trabajamos como Directores Generales en dos empresas del mismo grupo industrial. La empresa de Francisco nos proporciona materia prima para nuestros procesos. Generalmente los envíos se efectúan en camiones, propiedad de esa empresa, que manejan sus empleados. Cuando recibimos la materia prima se pesa y apila para procesarla en nuestra planta.
Hace algún tiempo, Francisco sospechó que uno de los choferes estaba robando materia prima. Sin pensarlo mucho lo despidió y demandó, por lo que fue provisionalmente detenido y encarcelado. El asunto quedó en el olvido hasta que hace unos días recibí un citatorio para comparecer y declarar en el reclusorio.
Llamé a Francisco para preguntarle de qué se trataba, me comentó los antecedentes y me pidió que alterara los registros de inventario para tener una evidencia de robo, ya que el abogado del acusado había contra-demandado y mi amigo está en peligro de ser detenido.
Pedí al jefe de almacén que hiciera un inventario físico y el resultado fue que no faltaba materia prima, lo que hice saber a Francisco, quien en su preocupación me volvió a pedir que alterara los registros.
Por una parte soy enemigo de hacer cualquier cosa que parezca o sea ilegal, por otra, para mi es muy importante ayudar a mi amigo, ya que los «enredos» de abogados pueden ponerlo en serio peligro. No sé qué hacer ni qué declarar en la comparecencia.
Los asesores sugieren
Si las cosas sucedieron tal como se narran no son los enredos de los abogados lo que ponen en peligro a Francisco. Él con ligereza ha ocasionado un grave «enredo» a un chofer que, además, parece que no cometió falta ninguna. La mejor manera de ayudar a un amigo no es solapando sus errores sino ayudándole a rectificar. No sería proporcionado ayudar a una persona que estimamos a costa de inculpar a un inocente. Por tanto, alterar la documentación sería una falta de justicia hacia una persona que sufre un mal muy grande. En mi opinión la estrategia que debe definirse es cómo ayudar al amigo y cómo salvaguardar la inocencia de una persona que se encuentra en la cárcel. Evidentemente esto implica la contratación de un abogado competente que sea capaz de desenredar la imprudencia de Francisco. Seguramente esto pasará por restituir el daño causado y por facilitarle al ahora encarcelado una salida digna que le permita aceptar un arreglo. Por otro lado, es bueno recordar que existe un viejo aforismo entre los buenos abogados «más vale un mal arreglo que un buen pleito».
Felipe Jiménez
Filósofo dedicado a la docencia
En este caso hay que distinguir dos hechos: por un lado, la acción precipitada o de mala fe de Francisco, consistente en el despido y acusación infundada del chofer y, por otro, la petición que hace de que se alteren los registros de inventario para tener una supuesta evidencia de un robo que nunca sucedió.
En situaciones límite, como la del caso, sale a la luz, siempre, el talante ético de las personas. El autor de la consulta, tiene motivos suficientes para desconfiar del comportamiento ético del otro Director en futuras actuaciones.
Quien plantea el caso no debe permitir, de ninguna manera, que las relaciones de amistad o la eficacia en el manejo de la empresa, le lleven a cometer acciones éticamente reprobables que suelen traer más complicaciones y «enredos».
Deberá hablar claramente con Francisco y decirle que actuó mal y que no está dispuesto a mentir en relación con el inventario. En todo caso, lo único que podría hacer en un comportamiento ético correcto será, en la medida de lo posible, negar a la autoridad judicial esos registros, pues la persona física y moral tiene derecho a que otros no la registren ni la examinen por completo. Además, Francisco deberá tener en cuenta que el despido injustificado y la falsa acusación contra el chofer, lo obligan éticamente a resarcir los daños por tratarse de una falta contra la justicia.
Será recomendable que llegue a un buen acuerdo con el chofer, consistente en un pago justo por daños y perjuicios y, si lo desea el interesado, a devolverle su puesto de trabajo.
Pablo Riba Gargollo
Abogado y especialista en ética de la empresa