Cosas de encantamiento
Bernal Díaz del Castillo
Ensayo
FCE. México, 2005. 103 págs.
Cuando llegó Cortés a la Nueva España traía consigo un séquito de barbones ibéricos y otro de piadosos monjes con bríos de evangelizar el nuevo mundo. Bernal Díaz del Castillo fue uno de los afortunados en conocerlo de primera mano y a primera hora (en el reloj europeo).
El autor se embarcó rumbo a las Indias para probar suerte, como muchos de los que vinieron en las expediciones. En su natal España no tenía prácticamente nada y a sus poco más de 20 años, las tierras por conquistar prometían bastante: riqueza y poder.
Uno de los más grandes cronistas de Indias, Díaz del Castillo tenía una memoria privilegiada, escribió su Historia Verdadera de la Conquista de la Nueva España ?de donde se extraen algunos capítulos para la edición que recoge el FCE en su colección de textos breves, Cenzontle? varios años después de haberla vivido; relataba oralmente a sus conocidos aquellos sucesos y su continua evocación fue lo que le alentó a escribir más tarde este gran relato. Al lado de Cortés, vivió hazañas a las que pocos de sus compañeros sobrevivieron, «de quinientos cincuenta soldados que pasamos con Cortés desde la isla de Cuba no somos vivos [?] sino cinco». Fue testigo y actor de la mayoría de las caídas de las grandes civilizaciones de Mesoamérica.
Sus relatos muestran la realidad americana a través del lente español con todo el arrobamiento de un extranjero en tierra no de moros, sino de indígenas. Las descripciones que corren a lo largo del texto son asombrosas, tienen eso de ajeno que las hace puras, son como sueños, como mirar las fotografías de un libro de viajes. La realidad estaba ahí, estática para los aztecas, pero cuando la magia del asombro la toca vemos el otro mundo; los mercados, los templos, la riqueza del emperador, los usos y las costumbres del pueblo azteca quedan plasmadas en el papel con una tinta que de monocromática tiene bastante poco.
Bernal Díaz del Castillo
Ensayo
FCE. México, 2005. 103 págs.
Cuando llegó Cortés a la Nueva España traía consigo un séquito de barbones ibéricos y otro de piadosos monjes con bríos de evangelizar el nuevo mundo. Bernal Díaz del Castillo fue uno de los afortunados en conocerlo de primera mano y a primera hora (en el reloj europeo).
El autor se embarcó rumbo a las Indias para probar suerte, como muchos de los que vinieron en las expediciones. En su natal España no tenía prácticamente nada y a sus poco más de 20 años, las tierras por conquistar prometían bastante: riqueza y poder.
Uno de los más grandes cronistas de Indias, Díaz del Castillo tenía una memoria privilegiada, escribió su Historia Verdadera de la Conquista de la Nueva España ?de donde se extraen algunos capítulos para la edición que recoge el FCE en su colección de textos breves, Cenzontle? varios años después de haberla vivido; relataba oralmente a sus conocidos aquellos sucesos y su continua evocación fue lo que le alentó a escribir más tarde este gran relato. Al lado de Cortés, vivió hazañas a las que pocos de sus compañeros sobrevivieron, «de quinientos cincuenta soldados que pasamos con Cortés desde la isla de Cuba no somos vivos [?] sino cinco». Fue testigo y actor de la mayoría de las caídas de las grandes civilizaciones de Mesoamérica.
Sus relatos muestran la realidad americana a través del lente español con todo el arrobamiento de un extranjero en tierra no de moros, sino de indígenas. Las descripciones que corren a lo largo del texto son asombrosas, tienen eso de ajeno que las hace puras, son como sueños, como mirar las fotografías de un libro de viajes. La realidad estaba ahí, estática para los aztecas, pero cuando la magia del asombro la toca vemos el otro mundo; los mercados, los templos, la riqueza del emperador, los usos y las costumbres del pueblo azteca quedan plasmadas en el papel con una tinta que de monocromática tiene bastante poco.