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1001 trucos publicitarios

Comentario de Alicia Ruisánchez Rodríguez
Lectorum. México, 2004. 261 págs.
Asombrarse con la nueva publicidad, disfrutarla y, en todo caso, dejarse conquistar es lo que hacen casi todos los consumidores: ver saltar la liebre sin preguntarse de dónde salió. Después de todo, como dijo H.G. Wells «la publicidad es el arte de enseñar a la gente a querer cosas».
Ahora que si usted es curioso y quiere saber más sobre cómo las famosas marcas han conseguido elevar sus ventas o desea aprender sobre teoría de la publicidad, 1001 trucos publicitarios es una opción amena e introductoria al fascinante mundo de las marcas, los slogans y el posicionamiento.
Resulta interesante darse una idea sobre: cómo ubicar un producto, qué ilustraciones son más exitosas, qué titulares consiguen mejores resultados, cómo redactar textos publicitarios que inciten a comprar, qué tipografías son más efectivas, qué tipos de diseño funcionan mejor, cuál es el significado oculto de los colores, cuándo evitar y cuándo utilizar publicidad comparativa, cuáles son los seis efectos de la repetición? Pero sobre todo, será entretenido leer a Luc Dupont argumentar sobre la publicidad como arte o ciencia.
Autor de otros libros sobre el tema (500 imágenes clave para conseguir su publicidad, Qué medios de comunicación elegir para su publicidad, 1001 Advertising Tips, Images that Sell) y consagrado experto en la materia, Dupont cumple su cometido al «explicar» al lector qué es lo que ha funcionado a las marcas, pero de ninguna manera presenta un «manual» que pueda servir para que un novato sin talento diseñe una estrategia publicitaria fuera de serie. Promocionar el libro de esta manera sería demasiado pretencioso y creerlo, una ingenuidad.
En 1001 trucos publicitarios usted no encontrará los mejores trucos, aunque sí varios cientos de ejemplos reconocibles y muy ilustrativos que le mostrarán técnicas efectivas con las que ha sido seducido. Al final, hay saldo a su favor, no se habrá convertido en un experto en publicidad, pero comprenderá mejor cómo funciona algo con lo quse topa a diario y estará atento a las palabras, los colores, las fotografías aspiracionales y a la forma en que se presentan los productos para convencerle de comprar. Recuerde: la diferencia entre Crest y Colgate o Coca-Cola y Pepsi no está en el envase sino en la personalidad creada para la marca.

NO HAY RECETAS

La buena noticia es que los principios expuestos dentro del libro se basan en la investigación publicitaria y no en intuiciones. Pero no olvide que es imposible dar una receta para la creatividad. El genio que requiere elevar las ventas como espuma implica conocer al consumidor y que este no advierta los poderosos efectos de los anuncios sobre él.
Después de todo, la naturaleza humana es siempre la misma y responde a los mismos estímulos y, como recomienda el autor: «deje su intelectualidad aparte, piense en gente que ve cine comercial, lee comics y hojea periódicos deportivos. El individuo medio no está preparado para tratar con el comunicador profesional».
Los publicistas, al igual que los magos, jamás revelarán sus mejores trucos. Quizá porque no hay truco, sólo buenas ideas que logran captar la atención del consumidor y al más puro estilo del «flautista de Hamelin» lo llevan, fascinado por un secreto encanto, hasta la caja registradora. Un gran anuncio llega tanto al corazón como a la cabeza, no por nada Napoleón dijo en cierta ocasión: «cuando queremos entusiasmar a la gente primero debemos dirigirnos a sus ojos».

istmo review
No. 386 
Junio – Julio 2023

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