El Arte Moderno ha generado miles de páginas de reflexión y crítica, los estudiosos y expertos difícilmente se ponen de acuerdo en lo que significa. Sin embargo, lo que no se discute es que marcó una distancia entre el artista y la sociedad, o si se prefiere, entre el artista y el espectador, es decir, entre el creador de la obra y el observador.
Definir cualquier concepto es útil, tanto para aclarar el conocimiento como para saber de qué se está hablando, o iniciar una investigación. Cuántas opiniones encontradas terminan por aclararse en una discusión en cuanto se preguntan mutuamente qué se entiende por determinado concepto, y en el momento que se define, muchas veces puede decirse que se habla de la misma cosa. Está por demás recordar que los griegos son los grandes maestros de la significación.
ENTRE LO OBJETIVO Y LO SUBJETIVO
Las ciencias sociales carecen de la objetividad y precisión que caracteriza a las ciencias exactas, lo que dificulta su estudio y conceptualización, por lo que dar una definición única del arte y ponerse de acuerdo en lo que significa, no es ni será tarea fácil. Por su complejidad y riqueza, los expertos señalan que no existe una sola definición de arte, varía según la época y el lugar en los que se desarrolla (crono-tropos).
Pero además, enfrentamos otra cuestión, fruto del alto porcentaje de subjetividad que el arte conlleva, inmediatamente surge la pregunta de qué tan válido es anteponer el gusto personal al momento de valorar una obra. La respuesta es que tanto el historiador como el crítico necesitan forzosamente sacudirse de sus preferencias personales para emitir juicios de valor acertados, es decir, que no pueden darse el lujo de menospreciar o enaltecer una obra por el simple hecho de que les guste o no, sin considerar todos aquellos elementos que la califican tanto artística como estéticamente.
Esta realidad se dificulta aún más cuando el espectador no es experto en la materia, es común comprobar que basta que alguno tenga vocación de humanista para que sienta que de arte conoce y conoce mucho, y parece que por el simple hecho de estar frente a una obra de arte puede discurrir sobre ella, lo cual no sería del todo incorrecto si se limitara a dar una simple opinión. El problema radica en que por lo regular emite juicios de valor con carácter de absoluto, y sin más expresa sentencias extremas: «esta obra no vale nada», «cualquiera la hace», o «es espléndida, nada se había hecho igual».
EL ARTE DE LO NO EVIDENTE
No hay que olvidar que lo moderno implica rebeldía, espíritu de lucha, cambio, innovación, rechazo a lo anterior. Es tan fuerte esta actitud sediciosa, que el simple vocablo genera por sí mismo controversia, y si de arte se trata, la polémica se multiplica.
Así, el Arte Moderno surge como una revolución, una nueva creación que rechaza toda tradición, y es tan efectivo que tal característica no la ha perdido, pues a cien años de distancia sigue generando discusión y asombro.
Para ubicarlo en la historia, el Arte Moderno corresponde a las expresiones artísticas creadas en el siglo XX. Previamente se reconocía a los grandes artistas por sus méritos técnicos ?principalmente?, y el arte cumplía con fines utilitarios tanto políticos como sociales y religiosos. Para fines del XIX cambió no sólo la forma de hacer arte sino la manera de ver el arte, primero por los artífices y más tarde por los espectadores y críticos. Esto genera un cambio de mentalidad al momento de enfrentarnos con el arte.
El artista recobró su individualidad, plasmó en sus obras su yo interno, su forma personal de percibir los acontecimientos de su tiempo, utilizando símbolos y signos individuales, olvidándose de la realidad como primer referente.
Las obras de Kandinsky son el mejor ejemplo de esto. Crea el arte abstracto, sin formas reconocibles, ricas en contenido donde cada color corresponde a un instrumento musical que a su vez es un sentimiento, lo que da como resultado pinturas que se pueden oír y sentir. Imagino al pintor en su taller escuchando su música preferida, loco por el color y las pasiones. Estos cuadros son capaces de hacer vibrar nuestras emociones.
NUEVO CONCEPTO DE BELLEZA: TRANSFORMACIÓN A LA IMAGEN
Surgen entonces variadas actitudes ante la vida y el concepto de belleza pierde su visión clásica basada en cánones preestablecidos, para apreciarse bajo distintos rubros.
En consecuencia los cambios se dan también en la manera de apreciar el arte: los espectadores y críticos en un principio rechazaron las obras por considerarlas indolentes, carentes de contenido, sin sentido; debido principalmente a que se mantenía una visión tradicional frente a las nuevas manifestaciones artísticas.
Con el tiempo los artistas consiguieron transferir al espectador su experiencia visual, su apreciación de la realidad y su visión estética. La esencia del arte se comprendió entonces dentro de la búsqueda de novedades y experiencias subjetivas dotadas de gran sensibilidad.
Los diferentes artistas plásticos se valieron de un sistema visual para comunicar con imágenes lo que un escritor hace con palabras, es decir, con sus obras transmitieron ideas, sentimientos, emociones, fantasías, sueños, etcétera, sin importarles si los espectadores los reconocen o no.
Entonces, ¿tienen algún sentido sus creaciones?, ¿para qué fueron creadas si el lenguaje no se reconoce?, ¿qué significan?, ¿qué pretenden transmitir?
RECOMPOSICIÓN DE LA OBRA
Lo apasionante del Arte Moderno radica precisamente en que permite al espectador recomponer la obra. Antes, el arte cumplía con un objetivo específico, por ejemplo, mostrar un pasaje histórico, se apreciaba también la técnica, la belleza, entre otros, pero en la obra moderna además de contener dichos elementos, permite al espectador participar y dar significado propio, sin importar si coincide o no con lo que el artista pretende.
Cuando se experimenta dicha recomposición se produce una atracción imposible de romper.
El arte del siglo XX suele no defraudar al espectador cuando se interna en él con una visión abierta pues sus posibilidades son infinitas.
