PELANDO LA CEBOLLA
Günter Grass
Alfaguara. México, 2007. 445 págs.
Günter Grass
Alfaguara. México, 2007. 445 págs.
La prensa mundial, siempre tan tolerante, puso el grito en el cielo hace un año tras lanzarse en Europa Pelando la cebolla, cuya versión en castellano llega ahora y donde Günter Grass cuenta que perteneció a la Waffen-SS. «¡Sátrapa! ¡Que le quiten el Nobel!», clamaron.
En sus páginas, además de curiosas viñetas de la liliácea, ha dibujado su infancia y juventud, hasta su llegada a París, con esposa, máquina de escribir y 30 años. Por supuesto, cuando formó parte de las juventudes hitlerianas.
Más allá de la escandalosa confesión, Grass se muestra dolorosamente reflexivo y hurga en su pasado tras los motivos de aquel adolescente para vestir orgulloso los uniformes pardos de las Juventudes del Tercer Reich y, con honor, llevar los blandones de la Waffen-SS.
El recuerdo es una tormenta que agobia, una vara que golpea con fuerza y activa el pasado. Para Grass, su pertenencia a la Waffen-SS es algo que sigue encapsulado, algo vergonzosamente engullido, «astillas de pensamientos. Lo que duele. Todavía hoy?».
El autor no es ingenuo ni ha levantado una fortaleza para evitar el juicio. Al contrario. En estas memorias se pone en manos del lector, el afortunado y definitivo juez de estas memorias.
En sus páginas, además de curiosas viñetas de la liliácea, ha dibujado su infancia y juventud, hasta su llegada a París, con esposa, máquina de escribir y 30 años. Por supuesto, cuando formó parte de las juventudes hitlerianas.
Más allá de la escandalosa confesión, Grass se muestra dolorosamente reflexivo y hurga en su pasado tras los motivos de aquel adolescente para vestir orgulloso los uniformes pardos de las Juventudes del Tercer Reich y, con honor, llevar los blandones de la Waffen-SS.
El recuerdo es una tormenta que agobia, una vara que golpea con fuerza y activa el pasado. Para Grass, su pertenencia a la Waffen-SS es algo que sigue encapsulado, algo vergonzosamente engullido, «astillas de pensamientos. Lo que duele. Todavía hoy?».
El autor no es ingenuo ni ha levantado una fortaleza para evitar el juicio. Al contrario. En estas memorias se pone en manos del lector, el afortunado y definitivo juez de estas memorias.