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61 Festival de Cannes Continuidad y apertura, difícil equilibrio

Con frecuencia se reprocha al Festival de Cannes haberse convertido en un círculo cerrado de defensores del «cine de autor». Para responder al reproche se optó por un símbolo de apertura; casi la mitad de autores seleccionados competían por primera vez (entre ellos la Palma de Oro).
No es sencillo decir qué caracteriza a cada festival, por ello se recurre a la personalidad del Presidente del Jurado en busca de una pista sobre las preferencias. En rueda de prensa, Sean Penn dejó claro el deseo de que los autores fueran sensibles al mundo que nos rodea. Casi al final del Festival lamentaba la ausencia de comedias, quizá por someterse a una serie de películas sociales cargadas de pesimismo.
El cine se encuentra en un periodo de grandes mutaciones, tanto a causa de nuevas técnicas de la imagen como en cuanto a medios de difusión, por ello, como indicaba Thierry Frémaux, tras celebrar el año pasado el 60 Aniversario, comenzaba un nuevo ciclo del que no se conocen aún los rumbos precisos.
La gigantesca maquinaria del Festival estuvo perfecta, con su fisonomía multiforme y su tendencia, como el universo, a la expansión. La inflación de películas es problema crítico. Pese al deseo de reducirlas, los resultados no han sido significativos. El número de películas en competición, no varía, pero la tendencia a multiplicar las proyecciones fuera de concurso, con la etiqueta «Selección oficial», sigue siendo excesiva.

CAMINOS INCIERTOS DE LA MODERNIDAD

Es indudable que dominó la nota social, situación no nueva en Cannes. Los cineastas abordan los problemas de la sociedad y es bien sabido que «la felicidad no tiene historia». En cuanto a la forma, las películas de corte clásico fueron más numerosas, como si el cine comenzara a volver de una «modernidad» forzada que no da buenos resultados. La primera sería La mujer sin cabeza de la argentina Lucrecia Martel que aborda el tema de la culpabilidad. Una mujer madura (Maria Onetto) se percata en una carretera de que su coche ha atropellado «algo», piensa que se trata de un animal y sigue su camino, más tarde cree que pudo ser un hombre. Incertidumbre y drama de conciencia. Los «críticos perspicaces» enseguida ven la culpabilidad colectiva causada por la dictadura argentina, cosa que la directora rechaza en su rueda de prensa.
Synecdoche, New York de Charlie Kaufman, que pasa de guionista a director con guión propio, cuenta que Caden (Philip Seymour Hoffman) es un director de teatro amenazado por enfermedades imaginarias; su esposa Adele (Catherine Keener), pintora, parte a Berlín por una exposición. Entretanto Caden se instala en un almacén abandonado donde pretende montar la obra teatral del siglo. Hasta aquí todo es de corte realista, pero Kaufman parece víctima de un síndrome de originalidad extrema. La lógica y la cronología se alteran, los personajes se intercambian, las situaciones son insólitas. Todo debiera producir sorpresa, pero en realidad conduce a desinterés transformado en aburrimiento.
Cannes parece reaccionar contra esta modernidad forzada, pero no quiere decir que el cine se cierre a los experimentos. Un vals con Bachir del israelí Ari Folman, utiliza originalmente la animación al servicio del recuerdo de las matanzas en los campos palestinos de Sabra y Shatila por las milicias falangistas como represalia al asesinato del presidente Bachir Gemayel. La historia autobiográfica trata de reconstruir el pasado del cineasta, soldado del ejército que ocupó Líbano. La animación no tiene que ver con las nuevas técnicas, pero posee una extraordinaria fuerza sugestiva y una indudable belleza formal.
¿Se podría colocar La frontière de l’aube de Philippe Garrel entre las obras experimentales? Difícil responder. Este autor de sesenta años, hijo del actor Maurice Garrel y padre de su intérprete Louis Garrel tiene prestigio en la crítica parisina. Sus películas nunca han ido a Cannes y no gozan del favor del público. Es preciso reconocer a su cine una real personalidad. Su presencia en Cannes debía ser la bienvenida, pero la suerte hizo que llegara con una película fallida: historia de amor que se aventura impunemente en el terreno fantástico, obteniendo efectos más bien ridículos. Todo difícil de admitir en el mundo actual. La prueba, las escenas dramáticas se recibieron con carcajadas.

DEL SOCIAL SIMBÓLICO A LO SOCIAL REALISTA

La película de inauguración, –Blindness– del brasileño Fernando Meirelles es la adaptación de la novela del premio Nóbel José Saramago. Obra independiente e internacional por su producción y su reparto (Julianne Moore, Danny Glover, Mark Ruffalo, Gael García Bernal, Yusuke Yseya, Yoshino Kumura). Meirelles recuerda la insistencia del novelista de no identificar la historia con un país determinado para preservar su valor universal. El problema de la película, bien realizada e interpretada, es llegar después de dramas futuristas que juegan con elementos parecidos, transformados ya en verdaderos tópicos.
Encontramos una vena social mucho más realista en dos películas sudamericanas, Leonera de Pablo Trapero y Linha de Passe de Walter Salles y Daniela Thomas. La primera nos traslada a una cárcel argentina de mujeres donde Julia (Martina Guzmán), es acusada del crimen de su amante que a su vez tenía una relación homosexual con un individuo también herido en una pelea de la que Julia, que está embarazada, ha perdido la memoria. La «leonera» es el espacio común donde las reclusas pueden salir de sus celdas. Hay una parte casi documental sobre las cárceles femeninas y otra novelesca.
La ambición de Walter Salles y Daniela Thomas es más amplia, pues sin salir de un realismo, en parte sórdido, su cinta representa problemas actuales de Brasil a través de una familia sui generis de Sao Paulo. Pondera la fascinación por la ciudad con sus 20 millones de habitantes, sus riquezas y sus contrastes sociales. En Linha de Passe, Cleusa (Sandra Corveloni), ha educado a sus cuatro hijos, cada uno de padre distinto y espera un quinto nacimiento también de padre ausente. De los cuatro, uno intenta fundar una familia, otro sueña con ser futbolista, el tercero encuentra justificación a su vida en un grupo evangelista y el cuarto, todavía niño, busca a su padre del que sólo sabe que es (como él) negro y conductor de autobuses. La película sigue el itinerario de los personajes que aspiran a una vida mejor, sin lograr pasar la línea de la felicidad, pero sin cerrar las puertas a una hipotética solución de sus problemas.

REALIDADES SOCIALES DE OTROS HORIZONTES

La pretensión de reflejar la situación social de un país se encuentra también en dos películas de Oriente. Serbis de Brillante Mendoza y 24 City de Jia Zangke que representan a Filipinas y China. La primera debe olvidarse pues su selección parece un error. Estamos en un barrio popular donde una familia explota un cine vetusto que proyecta películas eróticas y es lugar de cita de homosexuales. La película se transforma en un espectáculo sórdido que carece del menor interés.
Mucho más atrayente es 24 City de Jia Zhandke que cuenta la historia de la evolución china a través de la transformación de un edificio. La acción transcurre en la ciudad de Chengdu donde la «fábrica 420» de material militar se transformará en un complejo de apartamentos de lujo. Cuentan la historia del lugar tres generaciones que evocan sus recuerdos alternados con imágenes del desmantelamiento de la fábrica. Desfilan sesenta años de la historia china. Otra originalidad es introducir, entre las entrevistas reales, los testimonios ficticios de tres personajes femeninos que dejan campo abierto a la creatividad de Jia Zhandke y de su guionista, Yongming Zhai.

RETORNO A EUROPA

Los problemas de la criminalidad en Europa surgen en dos películas de corte muy diferente Gomorra de Matteo Garrone y Le silence de Lorna de los hermanos Dardenne. La primera aborda, de forma original, un tema recurrente en el cine: la mafia. Se trata de la mafia napolitana –la Camorra– que el título de la película transforma en la ciudad maldita de la Biblia. Película coral, con múltiples personajes unidos en torno a temas diversos. El deseo ilusorio de dos jóvenes delincuentes que creen poder eliminar a los viejos e imponer su ley. Son el grano de arena que puede hacer chirriar la máquina del crimen que no tarda en eliminarlos. Matteo Garrone da a su relato un tono fúnebre y evita buscar las responsabilidades políticas habituales en este tipo de filmes.
Con Le silence de Lorna los belgas Jean-Pierre y Luc Dardenne no pretendían obtener una tercera Palma de Oro, pero su nueva película no desmiente la calidad de su cine. Vuelven sobre el tema tratado en La promesa (1996): fronteras y nacionalidades. La Europa ampliada sigue siendo «El dorado» de los que están fuera y causa de tráficos criminales. Todos los medios son buenos para obtener una nacionalidad europea. Así Lorna (Arta Dobroshi), joven albanesa, se presta a una manipulación por el matrimonio, mediante pago de sumas que le permitirán casarse con su novio albanés y montar un restaurante.
Contrae un matrimonio blanco con un joven drogado belga, Claudy (Jérémie Renier). Un divorcio rápido le permitirá contraer un nuevo matrimonio blanco con un mafioso ruso dispuesto a pagar una fuerte suma para hacerse belga. En esta combinación se introducen dos elementos no previstos por los organizadores de la operación. Lorna tiene una aventura con Claudy que es eliminado por overdose para acelerar el proceso previsto. Al tiempo que Lorna descubre que está embarazada y su negativa a abortar le impide continuar con los planes previstos. La rechaza su novio y también el mafioso ruso.

LA POLÍTICA EN PRIMER PLANO

Paolo Sorrentino ofrece la película política del festival. Il divo es un panfleto contra una de las grandes figuras de la Democracia Cristiana italiana, Giulio Andreotti. Baste saber la indignación del interesado ante la película para no dejarse seducir tanto por la forma adoptada, que intenta escapar al realismo, como por la pretensión de objetividad, que con frecuencia da la palabra a Andreotti a través del actor Toni Servillo. Si no se conoce la historia italiana, la narración puede crear la ilusión de cierto equilibrio, pero pronto se descubre que se trata de una real manipulación.
Se evocan escándalos que nada tienen que ver con Andreotti, al mismo tiempo se ilustra en imágenes la acusación fundamental de haber visitado a un padrino de la mafia y haberle dado el beso ritual. El propio Sorrentino parece inclinarse por la interpretación de una venganza de la mafia a causa de la dura actuación de Andreotti contra ella.

LA GLORIA DE UN REVOLUCIONARIO IDEALISTA

Uno de los platos fuertes del festival fue la presentación de Che de Steven Soderbergh, curioso retorno a Cannes del autor que ganó en 1989 la Palma de Oro con una película modesta, Sexe, Lies and Videotape y que vuelve, cargado de éxitos, con una obra monumental de cuatro horas y media. Curiosa su nueva película, rodada en español, en México, Bolivia y España con financiación internacional y que aún no tiene distribuidor en Estados Unidos.
El mayor problema, a nivel del guión, era contar la historia de Guevara sin hablar demasiado de Fidel Castro. La misión encomendada a Peter Buchman era delicada, pero consigue su propósito. Imposible ignorar a Castro en la primera parte del relato, pero se diría que no se va más allá de las referencias históricas obligadas. La película sigue a Guevara en la guerrilla, donde Castro aparecerá brevísimamente. Como la primera parte termina cuando El Che marcha sobre La Habana se podría esperar en la segunda parte la entrada triunfal en la capital. Error, Cuba desaparece de la película, estamos ya en la etapa boliviana.
La utopía revolucionaria que funciona en Cuba no encuentra eco entre los campesinos bolivianos que desconfían de los extranjeros marxistas. El Partido Comunista y las organizaciones sindicales no quieren oír de lucha armada. Al mismo tiempo el ejército, bien estructurado, puede sin dificultad neutralizar las fuerzas reducidas de la guerrilla. Guevara corre a su inevitable pérdida. Es quizá la parte más patética y más bella de la película, construida a la gloria de Guevara ya convertido en mito. En Cannes la acogida ha sido más bien fría pero la obra merece respeto.

OBRAS INCLASIFICABLES

Estuvieron también una serie de obras inclasificables que responden al deseo de abrir el festival. My Magic de Eric Khoo representa a Singapur y cuenta la historia de un fakir obeso y alcohólico que desea recuperar el afecto de su hijo con números de magia. La obra es simpática, pero no justifica su presencia.
Mayor interés estético ofrece la película húngara Delta de Komel Mundruczo, que se presenta como una tragedia antigua en torno al rechazo del incesto por la sociedad. La acción transcurre en el delta del Danubio y la belleza del marco de la historia viene de la naturaleza. Por su parte Atom Egoyan vuelve con Adoration a tratar temas relacionados con la comunicación en el mundo moderno. Simon es un joven cuyos padres murieron en un accidente de coche y se inventa una historia inspirada en el atentado fallido de 1986 en el que un palestino envió a su novia embarazada con una bomba para destruir un avión de El Al. El joven pretende ser el hijo nacido después de esta historia que difunde por internet y provoca reacciones diversas. Una vez más Egoyan divide a los espectadores de Cannes, crea partidarios entusiastas y espectadores indiferentes.

EL CLASICISMO DEL CINE PSICOLÓGICO

El director turco Nuri Bilge Ceylan sorprende con una película del «cine negro»: Los tres monos. Según la fábula los tres monos no querían ver, oír, ni hablar. Esto ocurre en el seno de una familia. Un hombre político, mediante el pago de una suma de dinero solicita a su chofer, el padre, que asuma la culpa de un accidente de coche que, en plena campaña electoral, podría impedir su elección. Mientras está en prisión, su mujer se convierte en amante del patrón. Cuando liberan al marido descubre la situación. Poco después, el hijo asesina al patrón. De nuevo huyen de la verdad, cuando el padre pide a un marginal que asuma la responsabilidad del crimen. La película bien realizada, alterna el suspenso policíaco con el estudio psicológico de los personajes.
En sus clasificaciones a lo largo del Festival, los críticos franceses cubrieron de palmas la película de Arnaud Desplechin Un Conte de Noël. Su reparto es prestigioso: Catherine Deneuve, Mathieu Amalric, Melvin Poupaud, Emmanuel Devos y Chiara Mastroiani. Es una historia de familia en la que la madre (Catherine Deneuve) necesita un injerto de médula espinal. Toda la familia se reúne para hacer los exámenes médicos de compatibilidad. Se descubren viejas historias, oposiciones cerradas y secretos olvidados. Diálogos brillantes y riqueza psicológica sirven para hacer el retrato de familia. El problema es que la multiplicidad de personajes y la complejidad de sus relaciones no siempre clarifican las intenciones del autor.
James Gray en su nueva película –Two Lovers– abandona su género predilecto, el policíaco, para contar los problemas sentimentales que enfrenta Leonard (Joaquin Phoenix), joven con problemas psíquicos que se reintegra a la vida normal. En el seno de una familia judía sus padres desean casarlo con la bella Sandra, (Vinessa Shaw), hija del socio en los negocios de la familia. El problema se plantea cuando Leonard conoce a una vecina, Michelle (Gwynneth Paltrow), de la que se enamora perdidamente y duda entre estas dos opciones amorosas. Algunos críticos lamentan ver salir el cine de Gray de sus carriles habituales, pero si todo transcurre en el ámbito de la comedia, la calidad es indudable.

LA ÚLTIMA PELÍCULA DE CLINT EASTWOOD

Desde el anuncio del viaje de Clint Eastwood a Cannes la expectación era grande, de la película se sabía poco. The Exchange es una historia real, que transcurre entre 1928 y 1935 y que el periodista-guionista J. Michael Straczynski encontró en los archivos de Los Angeles. Christina Collins (Angelina Jolie) es una modesta empleada de telégrafos que constata un día la desaparición de su hijo de 9 años. Comienza un combate contra las fuerzas del orden que en esta época estaban muy corrompidas. El pastor presbiteriano, el reverendo Briegleb (John Malkovich) juega un papel importante justamente por su campaña contra la corrupción de la policía. Un día dicen que encontraron al niño en otra ciudad, pero cuando lo presentan a su madre no lo reconoce. Comienza aquí una nueva historia, pues la policía hace internar a Christina en un hospital psiquiátrico. La reconstitución de época es impecable y la interpretación de gran calidad.
Angelina Jolie y John Malkovich desaparecen físicamente detrás de sus personajes, una auténtica hazaña en la que sin duda juega el trabajo de Clint Eastwood. En suma un cine de autor que no olvida en ningún momento al público.

DOS VALORES SIMBÓLICOS: WIM WENDERS Y LAURENT CANTET

Los nombres de Wim Wenders y Laurent Cantet podrían ser los símbolos del Festival de Cannes 2008. The Palermo Shooting es una película que corresponde de forma ejemplar al temperamento de Wim Wenders. Amor por las ciudades, pasión por el arte y la belleza, necesidad de defender el amor y finalmente una visión trascendente que se niega a admitir que la muerte pone punto final a la existencia. El personaje central, Finn (Campino, del grupo Die Tótem Hose) es un fotógrafo mundano, que decide hacer el balance de su vida revelada sin sólidos fundamentos. Atormentado por pesadillas que lo enfrentan con un personaje misterioso que identifica con la muerte, decide partir a Palermo para aislarse de su mundo. Allí conoce a una joven, Flavia (Giovanna Mezzogiorno) que restaura un gran fresco anónimo del siglo XV que se llama «El triunfo de la muerte». Finn recupera su equilibrio y se enamora de Flavia, pero no escapa a sus pesadillas.
Un día encuentra a la muerte bajo los trazos de Dennis Hopper, y esta le pide modificar la visión siniestra que los mortales tienen de su personaje. Con humor, Dennis Hopper se encarga de ofrecer una visión de la muerte cristiana, el camino hacia otra dimensión de la vida. Wenders utiliza todas estas ideas con audacia, sin miedo a transmitir un mensaje acompañado de una fotografía espléndida de las maravillas arquitectónicas de Palermo.

LA SORPRESA DE LA PALMA DE ORO

La curiosidad era grande la noche de los premios, si algunas películas destacaban, no había como otros años, una favorita. El mejor guión ofrecido a Le silence de Lorna no sorprendía a nadie. Los premios de interpretación a Benicio del Toro por Che y a Sandra Corvino por Linha de passe eran una forma de prestar atención a Iberoamérica.
La mejor dirección para Nuri Bilge Ceylan era la menos evidente. Los premios especiales a Catherine Deneuve y Clint Eastwood distinguían obras interesantes (Un Conte de Noël y The Exchange), fuertes personalidades del cine moderno y a dos países que no debemos olvidar: Francia y Estados Unidos. El retorno de Italia con premios para las dos películas presentadas eran una consolación para un país antaño triunfador en Cannes. El premio del Jurado para Il divo, el más modesto del Palmarés, es discutible, más por razones morales que cinematográficas. El Gran Premio del Jurado, segundo después de la Palma de Oro, fue para Gomorra de Matteo Garrone.
La verdadera sorpresa fue la Palma de Oro para Entre les murs. Desde 1987 la Palma escapaba a Francia. La película de Cantet se eligió a última hora, con la convicción de que era un género que difícilmente interesaría a un jurado internacional. El título alude a los muros de un colegio de Paris. La acción transcurre en una clase de francés donde el profesor intenta imponer disciplina y elevar el nivel cultural de los alumnos, en su mayoría de origen extranjero: africanos, árabes, chinos y una minoría de origen francés.
No hay una trama dramática clásica, ni tampoco las referencias comunes y ya tópicos en las películas americanas de este género: sexo, droga y violencia. Los incidentes son normales, el profesor hace frente a sus alumnos y finalmente todo termina casi bien. Un libro escrito por un profesor, François Bégaudeau sirvió de base al guión. Parece difícil interesar más de dos horas con semejante tema, pero el milagro se produce. Todo parece improvisado, pero es una falsa impresión. Los alumnos son verdaderos alumnos y el profesor es el propio François Bégaudeau. Requirió meses de preparación y un rodaje en tomas de 20 minutos, captadas por tres cámaras, una que sigue al profesor, la segunda sobre los alumnos y la tercera sobre el conjunto del aula.
Con aparente facilidad, se trata de una formidable lección de cine, realizada de forma artesanal. Un éxito avalado por la presencia de 25 jóvenes que junto a los autores daba a Cannes la noche del Palmarés, una apertura sobre el futuro que es la bienvenida cuando se cumplen 61 años.

istmo review
No. 386 
Junio – Julio 2023

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