Hace ocho años, dos buenos compañeros de la universidad y yo fundamos una pequeña empresa de servicios digitales. El rendimiento es satisfactorio y los tres tenemos una buena relación de trabajo. Hace meses me percaté de que uno de ellos mantiene una relación extramarital con una ex-empleada.
El personal de la oficina ya se ha enterado y empiezan a correr rumores. Sé que no me compete la vida personal de mi socio; sin embargo, no estoy de acuerdo con su proceder, porque además, siempre tratamos de promover valores en nuestra firma. Mi otro socio y yo no sabemos cómo manejar la situación. Nos preocupa cómo percibe el resto de los empleados la congruencia de nuestros valores. ¿Qué es lo más benéfico para la organización?
Los asesores sugieren
Ya se ve que la vida personal de nuestros compañeros sí nos afecta y puede llegar a ser también asunto propio. Aquí se plantea el «llegar a tiempo» en estas situaciones que se suelen presentar lentamente. Pienso que lo mejor sería una buena conversación, personal y amistosa, fuerte y sincera (poner las cartas sobre la mesa) con el protagonista de esta historia. Estos personajes con frecuencia piensan ilusamente que «nadie se da cuenta».
El resto de la historia se irá escribiendo según su respuesta. Podría reaccionar de modo excelente, terminar esa relación destructiva y reconstruir su matrimonio. ¡Magnífico! Podría negarlo todo y redoblar sus esfuerzos para que «no se note». Esta reacción es una bomba de tiempo, pero al menos ya le han hecho ver que en la empresa no desean ese tipo de conducta ni es coherente con los valores que promueven.
Podría aceptar la situación a medias, pedir ayuda e ir dando pasos en la dirección adecuada, con algún retroceso. Esto permitiría una dinámica de crecimiento y más amistad entre ustedes. Podría indignarse por la conversación y plantearse su separación de la empresa. Ni modo, se hizo el intento.
En definitiva, hace falta una tarea de acercamiento y acompañamiento hacia ese socio, al mismo tiempo que se siguen promoviendo los valores institucionales.
Armando Reygadas
Abogado y especialista en ética de la empresa
Bajo ninguna circunstancia una relación extramarital es algo digno de alabarse. Sin embargo, es importante distinguir en este caso la relación personal de la meramente profesional. Personalmente se le puede reprobar. Pero, me parece, que no es motivo suficiente para romper relaciones laborales con este socio: la relación de socios no incluye la fidelidad marital.
En algunas empresas existen cláusulas explícitas que garantizan determinado comportamiento de sus empleados. Pienso, por ejemplo, en alguna que prohibía a sus empleados recibir regalos o comidas de sus proveedores o en alguna otra que cancelaba la posibilidad de entablar relaciones afectivas entre los empleados. Si no existe una regulación semejante, romper relaciones con el sujeto en cuestión es excesivo. Ciertamente, la confianza quedará debilitada, pero aun así, no es motivo suficiente para terminar las relaciones laborales. Al final, quizá hasta sea una buena oportunidad para elaborar un código de ética (que no funcione retroactivamente) para situaciones futuras.
César Valdivieso
Profesor de Ética y Filosofía