Onetti, narrador uruguayo, dedicó su segunda novela a Julio E. Payró. 24 años después, a partir de la segunda edición, amplió el homenaje en su dedicatoria: «A Julio E. Payró, con reiterado ensañamiento». Aunque la dedicatoria revela cierta complicidad, poco o nada se sabía de la íntima amistad que unía al joven escritor con el consolidado intelectual.
Las 67 cartas inéditas reunidas por J. Verni abarcan de 1937 a 1955 y aunadas a su magnífico prólogo perfilan un Onetti que en ese período carecía de oportunidades laborales que le permitieran desarrollarse como escritor. Resultan relevantes sus múltiples reflexiones para comprender su narrativa en «El pozo», «Tierra de nadie» y «La cara de la desgracia»; también para revelar su peculiar carácter antes desconocido.
El libro resulta interesante pa-
ra acercarse al autor y su obra porque fue sólo a través de
la amistad que Onetti se dejó ver como un solitario inmerso en la desesperanza por asumir la creación literaria como un destino, una forma de dar sentido a su vida, pero también una fatalidad obscura. Para muestra basta con su definición de escritor: «escribe sí, porque es su vicio, su pasión y su desgracia».