A veces parece que este país se resquebraja sin remedio. Pero, hace una década, la elección presidencial supuso un golpe de luz esperanzadora para todos. La derrota del PRI implicó una dicha colectiva inusitada y detonó el proceso de transición a la democracia.
A diez años de distancia, la impresión de que las cosas se colapsan sigue ahí. Carmen Aristegui (DF, 1964) acudió a 26 personajes –de Bartlett a Monsiváis, de Woldenberg a De la Madrid, de Krauze a Fox– para preguntarles si la vida democrática aún queda muy lejos.
La valía de los testigos y la curiosidad de la periodista se conjuran a favor de un libro que permite recorrer con ellos –y su privilegiada mirada– el trayecto de nuestro país hacia un sistema institucional y democrático, trayecto iniciado, tal vez, en 1988 y cuya definición permanece incierta.
Transición es una suerte de parte de guerra; ¿el enemigo?, la corrupción, el desánimo, la incongruencia, la revancha…
Sí, a veces parece que este país se viene abajo; pero, afortunadamente y como asegura la autora, impedirlo está en manos ciudadanas. «Tenemos que salir a barrer la banqueta; trascender nuestra individualidad y ocuparnos de algo que es de todos».
