Cuando el doctor Antanas Mockus fue Alcalde de Bogotá, desarrolló con éxito una serie de estrategias para incrementar la seguridad y la cultura ciudadana. Ahora preside una asociación que asesora a distintos países y ciudades, México entre ellos. Parten de conductas elementales para ir escalando y mejorar los comportamientos y la participación democrática.
Cuando fui rector de la Universidad Nacional de Colombia logré transformar, con muchas dificultades, algunas leyes, pero entonces me di cuenta de que mucho más difícil que cambiar leyes es cambiar comportamientos».
Así se expresa Antanas Mockus, personaje excepcional y polémico que se propuso aplicar la pedagogía para crear métodos y procesos que ayudaran a cambiar conductas y a activar la conciencia ciudadana, primero de los bogotanos y después otras de ciudades y países.
El doctor Mockus ha incursionado en la docencia y en la academia: lo llaman «profesor por antonomasia», es matemático con maestría en Filosofía, fue vicerrector académico de la Universidad Nacional de Colombia y cuando llegó a rector logró sanear las finanzas e impulsar una reforma curricular esperada. Se ha involucrado también en la política: fue dos veces Alcalde Mayor de Bogotá (1995-1997 y 2001-2003), candidato a la presidencia en 2010 y nuevamente candidato a la alcaldía en 2011.
Descendiente de lituanos, ha cultivado disciplinas diversas como Matemáticas, Filosofía y Pedagogía. Al llegar a la alcaldía de Bogotá decidió enfocar el escenario desde el punto de vista de la cultura; estudió a los teóricos y diseñó con su equipo planes y acciones que mejoraran la seguridad. En los dos periodos como alcalde se redujo la tasa de homicidios en 40% y logró muchas otras mejoras financieras, en educación, salud y estructura.
Antes de su segundo periodo como alcalde formó con un grupo de seguidores la Corporación Visionarios por Colombia (Corpovisionarios), organización no lucrativa creada para inventar o adaptar mecanismos o procesos que permitan desarrollar políticas públicas para consolidar o transformar comportamientos de la ciudadanía.
Como Presidente de esa asociación, en México asesoró al Consejo Ciudadano Contra la Delincuencia, para aplicar diversos programas en el DF. Desde Bogotá, concedió a istmo una entrevista vía telefónica.
¿Cómo surgió en usted el interés por ocuparse en construir ciudadanía?
Poco después de que dejé la Rectoría, cuando me ofrecieron la posibilidad de ser candidato a la alcaldía de Bogotá y enfoqué la ciudad desde el ámbito de la cultura. Una ciudad es una aglomeración de ciudadanos en el espacio, un asentamiento humano que logra resolver conjuntamente diversos problemas materiales, pero que ante todo tiene un lenguaje común, descripciones y creencias sobre cómo es el mundo, reglas y normas sobre cómo comportarse en él. Encontramos pues: lenguaje, creencias, hábitos, pautas de conducta, normas…
Parte del atractivo de las ciudades es que culturalmente pueden ser muy diversas, heterogéneas; gente con creencias e idiomas distintos viene a buscar su destino en un lugar común.
En la Edad Media se decía: «la ciudad os hará libres» o «el aire de la ciudad os hará libres». Se asociaba a mayor libertad individual, pero para que esa diversidad pueda gozarse y esa mayor libertad individual pueda ejercerse se requieren unos mínimos básicos compartidos; por ejemplo, no matar, no robar… hoy es muy importante: no contaminar.
La vida en cualquier ciudad requiere siempre una cultura ciudadana que comparte la mayoría y que deberían compartir todos; cosas que no se pueden o no se deben hacer. Ejemplo, contaminar el agua, envenenarla, sacar la basura a destiempo… Se requiere también transporte, es como una forma de neutralizar la distancia para acercar entre sí a la gente y que no quede a horas de distancia, sino a minutos. Para que los medios de transporte funcionen bien, quienes los comparten deben conocer una cultura, por ejemplo, si la regla es subir por la puerta de adelante, hay que hacerlo así.
¿Cómo trabajan para construir la ciudadanía?
Me referiré a cómo formulamos los cuatro objetivos de cultura ciudadana.
1. El primer paso es regularse a uno mismo. Aumentar el número de personas que se autorregulan pacíficamente, que obedecen las normas libre y voluntariamente sin ninguna presión.
2. Regular a los otros en algunos comportamientos de convivencia. Personas que se regulan mutua y pacíficamente una a la otra, por ejemplo, cuando alguien va a llegar tarde y otro le dice «Oiga, que pena, vamos a volver a llegar tarde» esa presión hace que al otro día la persona se esfuerce por llegar más temprano. Esto sucede, si no siempre, sí muchas veces.
3. Resolver pacíficamente conflictos y llegar a acuerdos y, si no se cumplen, repararlos, es como el arte del acuerdo y el desacuerdo.
4. Mejorar la capacidad de expresarse y de escuchar mediante el uso intensivo del arte, la cultura, la recreación y el deporte. Creemos que estas ramas de la actividad humana, son claves para poder expresar las emociones, intenciones, intereses, objetivos, y también para interpretarlos.
Parte de la violencia que surge, creemos que se debe a limitaciones en el repertorio de posibles soluciones personales, es decir, cuando uno no sabe cómo darle al otro la razón en ciertas sutilezas pero, al mismo tiempo discutir otra consecuencia u otro aspecto de lo que se está mirando. Si no hemos desarrollado lo suficiente un repertorio propio de soluciones y la capacidad de escuchar el repertorio ajeno, es más fácil que haya peleas e incluso muertes.
¿Cuáles fueron las primeras acciones en Bogotá?
La primera acción fue con peatones y conductores de carros. A los conductores se les repartió una tarjeta que, por un lado es un pulgar blanco hacia arriba, y por el otro lado una tarjeta roja con un pulgar hacia abajo. Los conductores se mostraban mutuamente la tarjeta según evaluaran su comportamiento o su contribución a trabar o destrabar el tránsito.
Con los peatones trabajamos por medio de mimos. En una pequeña parte de la ciudad, veinte mimos asumieron el control del tránsito. La primera pregunta de los periodistas fue ¿será que los mimos podrán poner multas? La respuesta es no, pero lo bonito es que sí funcionó.
La cultura tiene mecanismos de presión sutiles, hay gente que voltea la mirada o que lo mira a uno y mira el piso, hay diversas maneras a veces mínimas de mostrar desagrado, descontento, censura. Le apostamos a que hay una regulación cultural, que no sólo sanciona sino también es positiva, de reconocimiento y aplauso. Gente que le sonríe a quien cede el lugar, al que ayuda a una señora que lleva un paquete grande.
Además de estos mecanismos de reconocimiento, la conciencia personal actúa: nos genera culpa si actuamos mal y alegría si actuamos bien. Ha sido muy agradable que mi equipo asuma esa perspectiva y me ayude a experimentar nuevas ideas.
¿Puede abundar en el significado de su frase: «No hay imperativo moral que no sea primero norma social»?
Primero veo que los demás se dan la mano al encontrarse, se saludan; presentan la mano derecha y copio la regla de juego; saludo también y tal vez años después se me vuelve tema de conciencia no haber extendido la mano a alguien; nace como obligación social y se vuelve obligación moral.
¿Por qué en algunos países el concepto de ciudadanía se aprende en la práctica sin campañas para inducirlo?
Creo que algunas sociedades encarnan el ideal ciudadano tan profundamente que todo recién llegado por crecimiento demográfico normal o migratorio, ve que hay una serie de derechos, reglas de juego que la mayoría de la gente respeta y además busca hacer respetar por métodos pacíficos.
Aunque países como Colombia y México hemos avanzado en el ideal ciudadano, todavía hay mucha desigualdad, subsiste lo que podríamos llamar ciudadanos de «primera, de segunda y de tercera». Aún hay personas que tienen, o creen tener, derechos especiales para usar de cierta manera las calzadas públicas, los andenes, gente que cree que su tarea es tan importante que justifica romper reglas y que le dice al policía «Usted no sabe quien soy yo» o «No sabe a quién conozco»… Pervive todo un sistema de disculpas para no actuar como se debe.
¿Cómo lograron otros países ese civismo?
Hay un libro de Norbert Elías que se llama El proceso de la civilización que muestra cómo la cortesía nace en las cortes, por ejemplo en la corte francesa, donde la gente llegaba a pavonearse y a hacer toda una coreografía de la interacción social pacífica, aunque todavía entraban con espadas y la vida se veía perturbada por duelos y acciones violentas. Pero la corte, de donde viene la palabra cortesano, cortejar, es un escenario donde se representa la vida social tal como se quiere lograr, como una vida pacífica en que la gente resuelve sus temas conversando y no agrediéndose físicamente.
La propensión a agredirse y el deseo de competir físicamente se reemplaza por la de exhibirse, convencer, persuadir, vía manifestación prácticamente teatral, es un ballet social.
Usted afirma que a veces se requieren vivencias emocionalmente fuertes para cambiar la cultura, ¿cómo aplica esta idea en los programas de cultura ciudadana?
Pongo un ejemplo, un conductor se para sobre unas rayas de cebra. La gente que ya está sensibilizada chifla, el conductor no hace caso y las personas sienten indignación, les parece un poco prepotente su actitud. En ese momento aparece el mimo y le hace señales claras de mover el carro, quitarlo de donde estorba. Si el conductor no obedece, la gente alrededor ya está impaciente, su indignación ha crecido y, si entonces, ante la impotencia del mimo, interviene un policía de tránsito y pone una multa; en ese momento la ciudadanía toda, o casi toda, apoya al policía.
Intentamos corregirte por las buenas, no quisiste, te mereces ser corregido por las malas. Entonces los policías, los desprestigiadísimos policías de tránsito, fueron aplaudidos. Esto ocurrió en Bogotá, en los primeros meses de 1997 cuando iniciamos esas acciones.
¿Por qué se describe a sí mismo como «embajador de la causa del chicle»?
Yo confieso que no me había fijado en los chicles en las calles hasta que, en una reunión, el jefe de gobierno del DF, Marcelo Ebrard, planteó el problema. Desde entonces veo el suelo y evalúo las ciudades por la cantidad de manchas negras que lucen, se ven zonas con más o menos chicles. Por supuesto, no es el único criterio, pero da una pista.
Por ejemplo, en la ciudad de Valenciennes, en Francia, hay una bellísima estación de tranvía con pisos blancos impecables, y ahí destacan manchas terribles sobre la blancura. Pero creo que debemos encontrar un sentido positivo a los chicles, una utilidad o expresión lúdica y no atormentarnos por su presencia, en eso estoy trabajando.
¿Cómo trabaja la consultora Corpovisionarios?
Es una ONG, un centro de pensamiento y acción que identifica y transforma comportamientos relevantes para la convivencia y el desarrollo social, económico, político y ambiental de Colombia y Latinoamérica. Desde el enfoque de cultura ciudadana, procura mejorar la gestión pública y privada y propicia la cultura democrática por medio de la participación ciudadana, la corresponsabilidad y la movilización social y política.
Hemos trabajado en Brasil, Venezuela, Ecuador, México, Bolivia y tenemos presencia en otros países a través de conferencias. La fundaron seguidores míos a raíz de mi segunda elección como alcalde, para promover la cultura ciudadana y aumentar el compromiso del público con los mecanismos de participación democrática.
Intervenimos en asuntos de convivencia, seguridad, desarrollo social, productividad, democracia y formación ciudadana, gestión pública, servicio al ciudadano y gestión de conocimiento. Nuestra metodología sigue cuatro pasos:
1. Investigación y diagnóstico
2. Diseño de planes de acción e indicadores
3. Implementación de las acciones
4. Seguimiento y evaluación
Para todos nuestros programas debe haber una medición previa y otra posterior a las acciones implementadas, de lo contrario, no podríamos saber qué funciona y qué no.
Una vez que la población de una ciudad adopta los primeros pasos de los programas de ciudadanía, ¿hay otros niveles que busquen metas más ambiciosas?
Sí, el camino es largo porque no basta con aprender. Mucho de lo que se aprende para ser ciudadano es como amarrarse los zapatos, montar en bicicleta, o nadar, una vez aprendido, ya no se olvida. Sin embargo, continuamente surgen situaciones más complejas, nuevos dilemas.
La vida ciudadana no está cuadriculada con soluciones definidas para cada problema, ante una gran cantidad de dilemas, la formación propia es herramienta básica para actuar e intentar no equivocarse. Se dan incluso decisiones comprometidas que provocan debates entre los expertos, pero también comportamientos característicos de una etapa que dejan de serlo en la siguiente.
A distintas etapas corresponden distintos repertorios, por ejemplo en la segunda etapa, devolver un favor con un favor es un comportamiento normal y muy frecuente.
¿Ha encontrado diferencias entre
las conductas ciudadanas en los distintos países?
Hay algunas por supuesto, pero me impacta que la respuesta a muchas encuestas de cultura ciudadana varía poco por estrato socioeconómico o por género. Uno esperaría diferencias mayores, pero parece que la gente, ante estas encuestas, no responde como hombre o mujer, como rico o pobre sino como ser humano.
En pocas ciudades la diferencia entre estratos lleva a una diferencia notoria en actitudes. Ante la pregunta, ¿justificaría usted violar la ley si es la única manera de ayudar a su familia? Lo normal es que los distintos estratos de una urbe respondan de modo parecido, pero por ejemplo, en Cartagena sí hay diferencias por estratos. Analizando, parece ser que la diferencia sociocultural se suma a la diferencia económica y hace que la gente de distintos estratos difiera en el comportamiento, es decir: los ricos de Cartagena son muy distintos de los pobres de Cartagena, no así los ricos de Barranquilla y los pobres de Barranquilla.
¿Va a trabajar ahora en Monterrey?
Sí, la corporación está haciendo las cosas encaminadas a trabajar en Monterrey. Somos una ONG, que se ha conformado a lo largo de siete años, con un equipo que alcanza 28 personas a tiempo completo. Es un empleo para personal altamente calificado de investigadores en ciencias sociales interesados no sólo en comprender las conductas sino en transformarlas.
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- En la Universidad Nacional de Colombia fue: Rector, 1991 a 1993; Vicerrector Académico 1988 a 1991; Profesor e investigador de la Facultad de Ciencias de 1973 a 2007. Magíster en Filosofía, 1988 y Doctor Honoris Causa, 2006.
- Maîtrise ès Sciences Mathématiques, Université de Dijon, Francia, 1972.
- Profesor invitado de la Universidad Harvard Robert F. Kennedy
- Visiting Professor, David Rockefeller Center for Latin American Studies, 2004.
- Investigador visitante del Nuffield College. Universidad de Oxford, 2005.
- Doctor Honoris Causa en Filosofía de la Universidad de París VIII, 2004.
- Candidato presidencial por el Partido Verde, 2010.
- Presidente de la Corporación Visionarios por Colombia (Corpovisionarios).