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De la protesta a la propuesta y a la acción


¿Cómo podremos ser ciudadanos plenamente corresponsables de la sociedad democrática que deseamos para nuestro país? ¿Qué significa y qué se requiere para ello? En entrevista, el presidente del Consejo Ciudadano, Luis Wertman, define a un ciudadano íntegro como aquél que no sólo se preocupa por sí mismo, sino por el otro.

«Necesitamos transitar de la protesta a la propuesta y a la acción… Si orientamos la cultura ciudadana a la corresponsabilidad, el escenario de nuestro país cambiará radicalmente», afirma Luis Wertman, presidente del Consejo Ciudadano del Distrito Federal.
El Consejo es una asociación civil creada en enero de 2007, hace más de cuatro años, con el deseo de generar confianza y fomentar la participación ciudadana en materia de seguridad pública y procuración de justicia. Desde su origen mantiene un convenio con el gobierno de la ciudad para actuar como un órgano de consulta y análisis, coadyuvar con las autoridades y vincularse en ciertos programas y proyectos. Tiene además, la facultad de monitorear el desempeño de algunas actividades de ministerios públicos, juzgados cívicos, comandantes de la policía…
«Nuestro primer objetivo fue construir puentes hacia las autoridades, y el principio básico, lograr que la sociedad comenzara a denunciar sucesos irregulares o inconvenientes. A partir de ahí, implementamos planes y acciones para generar esa cultura».
Se integró inicialmente con 25 empresarios y el apoyo de empresas socialmente responsables que patrocinan los programas. «Efectuamos toda campaña que esté a nuestro alcance. Hacemos convenios con organizaciones, escuelas, universidades, cámaras y medios que funcionen como difusores del Consejo Ciudadano».
Luis Wertman hace hincapié en que en ciertas gestiones de la autoridad no nos corresponde involucrarnos como sociedad; a la vez que la ciudadanía es responsable de otras actividades. La idea central del Consejo es orientar a los ciudadanos para que influyan en otros ciudadanos; los voluntarios que participan en los programas y aprenden los comportamientos, se quedan con el aprendizaje, lo aplican y a su vez lo difunden.
Pero, ¿cómo se puede describir al ciudadano «completo o íntegro»? Wertman lo define como aquél que no sólo se preocupa por sí mismo, sino por el otro y agrega que el primer paso para crear ciudadanía es inducir la denuncia de irregularidades que perjudiquen a la sociedad. «Denunciar es tu derecho a expresar cuando algo no está bien, en beneficio de todos».
UN HOMBRO EN DONDE APOYARSE
Bajo este esquema, en 2007 arrancó el programa «No más extorsiones telefónicas» con una línea ciudadana atendida por psicólogos y abogados 24 horas del día, 365 días del año, hoy puede recibir 40 mil llamadas diarias. Se ofrece apoyo psicológico a las víctimas, asesoría jurídica y enlaces en tiempo real con las personas supuestamente secuestradas. «En este proyecto trabajamos en conjunto con la policía de investigación. Gracias a ese vínculo, se han consumado muchas menos extorsiones cada año».
A su vez surgió «Denuncia ciudadana», programa en el que un abogado o psicólogo acude al domicilio de las víctimas de robo a casa habitación sin violencia. Con este sistema, la persona puede realizar la denuncia en tiempo real desde su domicilio por medio de una videoconferencia con el ministerio público. Se inicia la averiguación previa, se imprime y se le entrega al ciudadano; sin que tenga que acudir personalmente. Además de su buena aceptación entre los habitantes de la ciudad, es una herramienta más para fomentar la denuncia.
Wertman asegura que quien se siente desprotegido vive con miedo, por ello el Consejo brinda ese apoyo para evitar más abusos hacia la gente. «Buscamos una forma rápida, sencilla y que no exponga a los ciudadanos, aunque el objetivo principal es consumar la denuncia, pues si no se lleva a cabo, sea por conformismo o apatía, el mensaje al delincuente será el de un terreno fértil para el delito, porque nadie hace algo al respecto. Sin quererlo, nos volvemos parte del problema y del círculo vicioso».
NI HÉROE NI CAUDILLO, CIUDADANO
Conocer los movimientos delictivos de su entorno es otro paso para que la sociedad tome precauciones y pueda actuar. La ciudad de México es la única en el país con la información del comportamiento de los niveles de delincuencia en la localidad. A fin de poner a disposición de la gente estos datos, de forma clara y veraz, el Consejo investigó y presentó los 14 delitos de mayor impacto social en su Reporte de índice delictivo de la ciudad de México (RINDE).
El programa comenzó el análisis en enero-febrero de este año, comparando resultados con el mismo periodo en 2010. El tercer reporte contrasta el primer semestre de 2010 con el de 2011.
«De 14 delitos que se miden, 12 se redujeron notablemente y otros dos muestran tendencia a la alza: violación y robo a casa habitación. Tras investigar el tema resultó que 73% de los casos de violación los comete un pariente cercano a la víctima y 23% un amigo, es decir, 96% es gente que el agredido identifica»1.
90% de las violaciones suceden en la casa de la víctima o de un conocido, lo que significa que se trata de un delito de intramuros; entonces, ¿a quién compete la solución, a la sociedad o a la policía? De igual manera, en todos los robos a casa habitación algún familiar está involucrado y al menos 50% de las víctimas conoce al atacante. Estas cifras nos llevan a pensar que si no denunciamos, el delito seguirá creciendo. A partir de estos razonamientos encontramos que hay muchos mitos por derribar.
«Poner un policía en cada esquina no significa que no habrá violaciones. Si los ciudadanos aplicamos las medidas preventivas, los delitos disminuirán notablemente». Hoy los habitantes de la ciudad de México denuncian al menos 35% más que hace seis años, es la idea para combatir el delito, sin caer en el concepto de «patrulla ciudadana» ni buscar hacer justicia por propia mano: a la autoridad lo que le corresponde.
«Cuándo alguien pregunta ¿qué puedo hacer yo? No te vuelvas caudillo ni héroe ni te envuelvas en la bandera; si ves algo que no está como debe ser, ¡denúncialo!».
10 COMPORTAMIENTOS BÁSICOS

Los proyectos del Consejo Ciudadano tienen objetivos diferentes; el problema de la extorsión telefónica fue el primer programa; actualmente trabaja con otros para disminuir el bullying, o el de «Ciudad de México, capital ciudadana» cuya finalidad es construir cultura ciudadana en esta urbe.
En 2008, la asociación empezó a trabajar con la fundación Corpovisionarios, creada por Antanas Mockus, cuya función es crear proyectos de cultura ciudadana (ver artículo previo de esta revista). Al Consejo le resultó muy interesante la propuesta y con su asesoría lanzó una amplia encuesta de diagnóstico2 para conocer la percepción de los ciudadanos con respecto a ciertos problemas, de ahí se derivaron cuatro ejes: respeto al espacio público, a la vida y a la movilidad, a las personas y a los recursos naturales.
Durante 24 meses se analizaron los posibles comportamientos ciudadanos sobre los que se trabajaría más adelante; se detectaron diez como los más problemáticos para los habitantes del DF que involucran tres tipos de normas:
Normas de beneficio colectivo. Requieren vencer el escepticismo y oportunismo de algunos. Su cumplimiento revela consideración por los demás:
1. Cuida el agua
2. La basura en su lugar
3. Recoge las heces de tu mascota
4. Tira el chicle en el bote
5. No pintes ni grafitees los lugares públicos ni privados
Normas que reducen riesgos. Hay que vencer el atajo y descuido de sí:
6. No manejes ni dejes que manejen personas con alcohol en la sangre
7. Usa el cinturón de seguridad
8. Respeta las señales, tanto peatones como conductores
Normas de respeto a la dignidad humana.
9. Respeta a las mujeres en el transporte y en la vía pública
10. Respetar las zonas para personas con discapacidad
Una vez que se definieron los comportamientos, comenzó la primera fase del proyecto enfocada en el centro de la capital.
«El Centro Histórico tiene un flujo diario de tres a cuatro millones de personas. Madero es de las calles peatonales más transitadas del mundo, 120 a 360 mil personas por hora. La aglomeración es gigantesca, por lo que el impacto de cualquier acción es descomunal».
Para modificar una conducta, se parte de acciones muy simples que generen nuevos hábitos, cuyo resultado repercuta poco a poco en la solución a problemas más complejos. Por ejemplo, tirar los chicles en el bote de basura o lavarse las manos con dos litros de agua y no con veinte. Del trabajo conjunto del Consejo y Corpovisionarios surgieron otras ideas como mimos difundiendo conciencia vial, el cambio de armas por juguetes, la jornada «Centro Histórico limpio en una hora» y pozos de los deseos en los botes de basura.
«¿Cuál es el principio? Uno no debe ponerse metas inalcanzables ni tampoco muy bajas. El propósito es realizar pequeñas acciones cotidianas que escalen a un nivel mucho mayor. Con esos detalles nos vamos convirtiendo en ciudadanos».
En la segunda fase, el Consejo Ciudadano va solo. Después de cuatro años de trabajar con la metodología, mediciones y pedagogía sustentadas en los casos de éxito de la ciudad de Bogotá, logró incorporar el término de las mejores prácticas al proyecto de la ciudad de México.
«Empezamos en el Centro Histórico y el objetivo es replicar el proyecto en las 16 delegaciones. Se han ejecutado algunas acciones en Coyoacán, Álvaro Obregón, Miguel Hidalgo y Benito Juárez. Ahora estamos en trámites con la delegación Cuauhtémoc para trabajar en la colonia Condesa, que padece a causa de heces caninas y basura».
Sin embargo, para operar se requiere que los proyectos coincidan con los intereses y presupuestos de las demarcaciones. La asociación ofrece el conocimiento y el método, las autoridades aportan los recursos pero, en ocasiones, deben esperar al siguiente ejercicio presupuestal para obtenerlos.
El Consejo Ciudadano se enfoca únicamente al DF aunque está dispuesto a compartir el proyecto, enfoque y métodos a otras entidades interesadas, a fin de que se extienda por todo el país.
VIGILARSE UNOS A OTROS
Un buen ciudadano es el que cumple con ciertas obligaciones y derechos. En este marco llaman «cultura ciudadana» a las conductas o comportamientos que generan mejores prácticas de convivencia. Siguiendo a diversos teóricos, cualquier ciudadano de cualquier país se regula por tres marcos: la ley, la moral y la cultura. Si empezamos por menospreciar o prescindir del cumplimiento de algunas leyes, aunque se consideren de menor calibre o de «primer nivel», no lograremos pasar a ser ciudadanos de segundo ni de tercer nivel, cuyo comportamiento es el de una persona plenamente corresponsable, lo que significa vivir en una sociedad democrática y participativa.
Las normas son para todos. Con algunos que no cumplan se daña parte del beneficio y afecta la convivencia ciudadana, aún si se trata de problemas aparentemente menores. Por ejemplo, no parece grave tirar basura al suelo, pero si muchos lo hacen se torna un problema serio.
El proyecto «Ciudad de México, capital ciudadana» se enfila a fomentar la autorregulación, empezó con acciones en el espacio público y colocó ciudadanos que ayudaran a regular a otros por medio de dos mecanismos: la vergüenza y la culpa.
Un ejemplo es el respeto al peatón. En las diez intersecciones con mayor problemática e índice de accidentalidad del Centro Histórico, el equipo colocó diez mimos que hacían las veces de policía de tránsito, con la diferencia de que el policía regula por la ley y el mimo regula por la vergüenza. Se prepararon carteles con una mano con el pulgar hacia arriba y otra con el pulgar hacia abajo para señalar reprobación. El mimo mostró a los automovilistas o peatones el cartel aprobatorio cuando su conducta fue adecuada y el pulgar hacia abajo cuando mostraban una conducta que la sociedad rechaza».
Generar sentimientos de vergüenza y culpa es una forma de solucionar conflictos de manera pacífica, sin llegar a la sanción ni a la fuerza pública. Ni esta ciudad ni ninguna otra tiene capacidad para colocar un policía por cada ciudadano, por eso es indispensable encontrar otros mecanismos. Se parte de la idea de que los seres humanos buscamos reconocimiento social y aprobación de los demás; en cambio, si por medio de la moral y la culpa se le dice a un ciudadano que su comportamiento es reprobable, le genera más shock o vergüenza que si le impusieran una multa.
Esto nos lleva a ciertas condiciones para que opere una norma:
Primera condición: se percibe regularidad de conducta conforme o contraria a la norma social (tirar basura o chicles en la calle). Uno aprende fácilmente a ver el incumplimiento y luego, por contraste, las ventajas del cumplimiento.
Segunda condición: sentir que los demás (o al menos algunos) esperan que uno siga la norma o sorprenderse inicialmente por la indiferencia. Presumo que a los demás les importa mi conducta o me indigna que no. Por ejemplo, normas de movilidad (manejar ebrio, no usar el cinturón de seguridad o no respetar los cruces en las calles).
Ambas condiciones van contra el escepticismo y son señales de pertenencia (un extraño no esperaría mi conformidad con la regla).
Tercera condición: hago mía la presión social y la transformo en autorregulación. Mi conciencia opera como embajadora de la presión social. Seguiría cumpliendo la norma aún en ausencia de presión social y de regularidad observable.
La meta es llegar a comportamientos de tercer nivel. Significa que todos seamos vigilantes unos de otros para mejorar y facilitar la convivencia. Los distintos niveles se ejemplifican así: si un ciudadano utiliza el agua corriente, se da un comportamiento de primer nivel; cuando invita a alguien a cuidar el agua, se da uno de segundo nivel; si ignora cuidar el agua y otro lo avergüenza para ayudarlo a mejorar su comportamiento, hay un tercer nivel. Al final, un buen ciudadano regulará a otro.
El ciudadano no nace, se hace
Tras el tiempo de trabajo con el voluntariado, el Consejo Ciudadano publicó en su página web3 los resultados de los diez puntos del Centro Histórico, primera fase del proyecto. «Podemos decir que regulamos a más de 50 mil ciudadanos en diez conductas. Se organizaron 240 eventos o lanzamientos de acciones».
Limpieza en equipo. Una fue la jornada «Centro Histórico limpio en una hora». Pedimos a las autoridades que no limpiaran una mañana y más de 700 voluntarios lo hicieron en una hora, la idea era generar un impacto en los ciudadanos. Esa acción implicó un mes de trabajo previo.
En las calles del Centro Histórico, con vecinos y comerciantes, se organizaron talleres de aprendizaje, concientización y sensibilización para hacerles ver que el problema de la basura es colectivo, no sólo de la autoridad y afecta al espacio público. Ahora todos están más concientes.
El chicle. Rara vez nos percatamos de que el mar de lunares negros en las calles son chicles. Una medición arrojó 500 mil manchas de chicle en cinco calles del Centro Histórico, medio millón. Después de los talleres se redujo de 70 a 30 chicles por metro cuadrado. Un chicle cuesta 25 centavos y removerlo 75; las bacterias sobreviven en la saliva y, al secarse, el viento las levanta y aumenta el riesgo de infecciones y enfermedades.
Para este proyecto apoyó la Secretaría de Educación del DF y los chicos de «Prepa Sí» (estudiantes que reciben una beca de ayuda para sus estudios). Se sumaron también los «agentes ciudadanos» del Consejo y otros voluntarios al esfuerzo, durante un mes en la calle de Madero, mediante las paletas reguladoras.
Conductores responsables. En la ciudad de México mueren más de mil 200 personas en accidentes de tránsito relacionados con el consumo de alcohol, según información del Servicio Médico Forense. «Sobrios y Seguros» es otro programa que lanzó el «Protocolo ciudadano por un reven seguro», en acción coordinada con la Asociación de Bares y Antros de la ciudad de México, la autoridad del Centro Histórico y Taxi 4000. La idea es generar un esquema de seguridad a los jóvenes que salen de los antros: se les ofrece un taxi seguro, con tarifa preferencial para evitar que manejen cuando consumieron alcohol; alrededor de 600 unidades llevan a cabo la iniciativa. El protocolo sigue vigente en el Centro Histórico y se busca llevarlo a San Ángel y la Condesa.
Cinturón de seguridad. Para fomentar el uso del cinturón de seguridad, discapacitados voluntarios en silla de ruedas se acercaban a los automovilistas y les daban un volante que dice: «Yo tampoco usaba…». Hubo diferentes reacciones con buenos resultados.
A raíz de este proyecto se hizo evidente que faltaban rampas y accesos para discapacitados. Se organizó un recorrido de sensibilización donde muchos voluntarios se prestaron a ir en sillas de ruedas para identificar los fallos. Ello generó un impacto en los restauranteros y locatarios al ver que sus instalaciones eran inadecuadas y las autoridades les proporcionaron una norma para elaborarlas.
Los comportamientos relativos a todos los programas se siguen monitoreando para cerciorarse de que la tendencia es correcta, en muchas ocasiones, involucraron a la autoridad para que le diera seguimiento. «Nuestra idea es, como dijimos, transitar de la protesta a la propuesta y a la acción con pequeñas acciones que te llegan a solucionar grandes problemas. Uno no nace ciudadano, se hace ciudadano».
Con información de Paola Aceves Sandoval, coordinadora de proyectos especiales del Consejo Ciudadano del Distrito Federal.
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1 Consejo Ciudadano obtiene las estadísticas a través de la Procuraduría General de Justicia, la Secretaría de Seguridad Pública, el Sistema Nacional de Seguridad Pública y las denuncias a la línea ciudadana: 5533-5533.
2 Parametría llevó a cabo la aplicación de la encuesta. Puede consultar los resultados en la siguiente liga: http://www.jovenes.df.gob.mx/biblioDocs/02informacion/culturaciudadana.pdf
3 www.consejociudadanodf.org.mx
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Luis Wertman Zaslav
En 2003 fue electo presidente de la Fundación Policial de la ciudad de México.
Presidente del Comité Empresarial México-India del Consejo Mexicano de Comercio Exterior de 2004 a 2008.
Presidente Electo de Young President’s Organization (Organización Mundial de Jóvenes Empresarios) de 2008-2009.
Conferenciante en distintos foros y autor de artículos en El Economista y Excélsior.
Presidente del Consejo Ciudadano de Seguridad Pública y Procuración de Justicia del Distrito Federal.

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No. 386 
Junio – Julio 2023

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