En el mundo, un tercio de las mujeres trabajadoras abandona la empresa convencional para fundar la suya, no porque estén ávidas de poder, sino porque desean realizar su propio proyecto empresarial (de acuerdo a una investigación del IESE). También ocurre en China y es más común de lo que imaginamos.
Emprendedoras chinas
Julia Pérez-Cerezo
LID. México, 2009
Si bien es cierto que los problemas de desigualdad por razones de género siguen vigentes, cada vez son más habituales las historias de éxito de mujeres que fundan su empresa y la llevan a la cima. No se trata únicamente de alcanzar el éxito, sino de tener una visión personal, una manera propia de concebir la empresa.
Julia Cerezo, en su libro Emprendedoras chinas, narra 15 casos de éxito de mujeres chinas que han fundado sus propios negocios. En su opinión, la mayoría de los enfoques sobre China tienen una visión macro, pero si nos detenemos un poco, veremos que existe un colectivo completamente desconocido para Occidente en el que podemos encontrar algunas claves sobre las que recae el crecimiento del gigante asiático: sus mujeres emprendedoras.
La autora ha enfocado la mayor parte de sus esfuerzos a estudiar el espíritu emprendedor y el liderazgo femenino; dos factores que se intensifican en medio de un mundo globalizado. Desde 2004 trabaja temas relacionados con China y colabora activamente con la All China Women´s Federation, la Chinese Women Entrepreneurs Association y la Chinese Women Entrepreneurs Chamber of Commerce.
Tener una visión de la microeconomía China no es trivial. Las Pymes de este país representan 98% del total de empresas. En México se reporta una cifra muy parecida, sin embargo, la economía de China crece tres veces más rápido que la nuestra. Razón por la cual vale la pena acercarse al libro. Más que un archivo empresarial, su lectura impulsa a adquirir una perspectiva emprendedora y arriesgada. Los logros de estas mujeres son un total acto de heroísmo si tomamos en cuenta el alto grado de machismo que experimenta su cultura desde hace siglos.
Que en pocas décadas abunden las mujeres emprendedoras que juegan un papel importante en el crecimiento de una de las economías más grandes del mundo, deja mucho qué pensar respecto a nuestro ser como mujeres y al crecimiento de las sociedades en todos los sentidos.
LARGAS JORNADAS DE TRABAJO
Según el estudio de Julia Pérez Cerezo, las mujeres en China constituyen 37.4% de la fuerza de trabajo, y las mujeres empresarias y altas directivas 20% del total de este colectivo. Asimismo, de 20 a 25% de las Pymes chinas están lideradas por mujeres; se trata de empresas presentes en todos los sectores: inmobiliario, de la construcción, manufactura, energía, tecnología, finanzas, servicios, educación, salud, cultura, comercio… Y no sólo hablamos de negocios y empresas en las grandes ciudades, también los hay en regiones menos desarrolladas.
La autora, quien ha vivido largas temporadas en China, afirma que sumergirse en asuntos más específicos sobre la forma de trabajar las entrevistadas o entender sus jornadas laborales, por ejemplo, es complicado para nuestra concepción occidental. En general, los chinos laboran jornadas más extensas y la distinción entre vida laboral y vida personal no resulta tan clara.
El libro destaca que 60% de los empleados de estas compañías y negocios son mujeres. Una mujer no sólo genera empresas, sino fuentes de empleo para otras madres, jóvenes y emprendedoras y por ende para la sociedad en general.
¿RESULTA TODO TAN BIEN?
Las investigaciones de Julia Cerezo señalan que las Pymes chinas encabezadas por mujeres presentan más dificultades en las relaciones internacionales que sus equivalentes dirigidas o creadas por hombres: paradójico, ¿no es así? Sin embargo, no todo es asunto de buenos y malos, la razón principal radica en que dichas empresarias cuentan con menos conocimiento referente a las normas y estándares internacionales que sus homólogos. Por ello, es necesario enfatizar en la profesionalización femenina. Aun así, una parte considerable de los ingresos provienen de la exportación; y las compañías de mujeres crecen cada vez más hacia esta línea.
DEFENDER LOS NEGOCIOS ES DEFENDER A LA FAMILIA
Según la autora, la mayoría de las mujeres empresarias en China están casadas. La familia es imperante en su cultura. Incluso, existe la creencia de que mantenerla unida es bueno para los negocios. Más aún, para la mayoría de las emprendedoras mayores de 40 años –un gran número, por cierto–, divorciarse de su marido podría ser perjudicial para el desarrollo de sus carreras y negocios. En esta misma tesitura, los chinos piensan que defender los negocios es defender a la familia y sus intereses deberán prevalecer sobre las demás cosas.
Pero más allá de estas valoraciones, es significativo aclarar que pese a lo que se piense de este lado del planeta, las empresarias chinas son reconocidas socialmente porque la sociedad admira a las personas que se valen por sí mismas y, por ende, a las mujeres que no necesitan de una presencia masculina para obtener cierto estatus. Entre otras cosas, sorprende que el llamado machismo invisible –que no se ve, pero se nota– no sea tan patente en este país como en ciertas naciones occidentales. Para Julia Cerezo, la vida familiar en China es tan fuerte que una mujer puede pedir ayuda a su marido o a su hijo para crear un negocio, sin tener el conflicto de quién es el jefe; si es su iniciativa ella siempre lo será.
Por lo mismo, no hay tanto problema con las relaciones personales y laborales y menos si una mujer es la jefa de su propio esposo. Situación que en Occidente termina casi siempre en un divorcio tortuoso. Sin embargo, parece paradójico que a pesar de que a muchos chinos no les molesta que ellas tengan el completo poder económico –como sí sucede con hombres occidentales– las chinas optan por mostrarse inferiores y sumisas al llegar a casa después del trabajo. Sobre todo en mujeres más grandes, por su parte, la juventud también está cambiando en este aspecto.
UNA CLAVE VIEJA Y UNIVERSAL
Podríamos seguir divagando alrededor de las diferencias entre Oriente y Occidente sobre la concepción del trabajo. Sin embargo, Julia Cerezo confiesa que para volverse empresarias, las mujeres chinas y las occidentales enfrentan obstáculos muy similares y, sin embargo, las empresas de las primeras suelen ser más longevas y la cantidad de renuncias es menor. La clave radica en una receta fácil de decir pero difícil de llevar a cabo: tesón y arduo trabajo diario. Así como tres cualidades que todo directivo debe poseer sea hombre o mujer: inteligencia, diligencia, pero sobre todo, persistencia.
EMPRENDEDORAS MILLONARIAS
Los casos que comenta el libro son diversos. Cada uno con características particulares que ayudan a analizar múltiples tipos de gestión empresarial femenina. Tal es el caso de Liu Yuru, presidenta y directora general de una empresa que en un principio construía juguetes y ahora produce componentes para la industria del ferrocarril porque este sector tenía más porvenir cuando todo inició. Empezó con más de cuarenta años, creó una empresa de la nada y hoy factura unos ocho millones de euros al mes. Ahora está planeando sacar la compañía a bolsa y que los empleados puedan comprar las acciones que quieran para retirarse, pues admite estar cansada del trabajo.
Otro caso interesante es el de Ding Kai, designada una de las diez emprendedoras chinas con mayor capacidad para la innovación. Se dedica al sector de la seguridad y productos relacionados con la tecnología. Según explica, enfocarse al mercado chino es más que suficiente para seguir siendo una empresa millonaria, sin embargo, la exportación implica elevar la calidad de los productos y por ende tener una mejor empresa. Su mentalidad no se limita a los estados financieros de la empresa o las decisiones fáciles; ahí descansa el secreto de su emporio.
El caso de Ding Kai no es el único, la mayor parte de las mujeres que relata el libro practica una gestión con la mirada puesta a largo plazo, pero también, con una visión más humana, más flexible y delicada pero no por ello menos eficaz.
En su mayoría, las mujeres que aparecen en la investigación supieron crear empresas inmensas, no sólo rentables sino millonarias, con una perspectiva abierta y mejor dispuesta al diálogo. Acercarnos a estas historias alecciona porque se trata de un nuevo estilo de emprender y dirigir en el siglo XXI; como apunta Julia en sus conclusiones: no se puede reflexionar sobre el ámbito empresarial de nuestros tiempos sin tomar en cuenta esta manera particular de dirigir que aportan, cada vez más, las mujeres a la empresa.