La televisión y el cine son «el tercer padre» de las nuevas generaciones. El desafío para familias y profesores es irrumpir en ese mundo para orientar y estimular la inteligencia. El autor comenta algunas soluciones que propone del profesor Alberto Fumagalli, cineasta y experto en medios de comunicación.
Recientemente asistí a una conferencia del doctor Armando Fumagalli, catedrático en Semiótica de la Universidad de Milán, director del «Master en Escritura y producción para la ficción y el cine», autor de numerosas publicaciones sobre el tema de las comunicaciones, guionista y consejero de desarrollo para la sociedad de producción televisiva Lux vide.
Con su equipo profesional, ha logrado la realización de películas muy exitosas en Italia, como: La Guerra y la Paz, La Madre Teresa, El Papa Juan XXIII, Las aventuras detectivescas del Padre Brown (de Gilbert K. Chesterton), La vida de Juan Pablo II y un buen número de pasajes sobre la Biblia.
Comentaba este especialista que, en un principio, los directores de cine y las cadenas de televisión les pronosticaron un sonoro fracaso. Con escepticismo, el dueño de una televisora aceptó la serie de El Padre Brown y el guión resultó tan bien logrado que se ha convertido en un programa muy visto en la península itálica.
Para sus guiones han acudido también a obras clásicas de la Literatura universal y han logrado buena aceptación. Hemos logrado romper un mito –comentaba–, una idea bastante trillada: que el público sólo desea ver comedias vulgares, con sexo, presentando antivalores y vidas desordenadas. Ahora resulta que un buen número de empresas nos están imitando y queriendo colocar temas de nuestro mismo corte porque se han percatado que hay un nicho de mercado muy interesante.
Después expuso la problemática de su país: un adolescente de 18 años ha visto más de 20 mil horas de televisión, además de un número casi infinito de películas. ¿Qué ocurre con estos jóvenes? De forma abierta o subliminal han recibido un bombardeo indiscriminado de emociones, sentimientos, de escenas violentas y mensajes ideológicos muchas veces contradictorios. Es preocupante que tienden a justificar el punto de vista del protagonista, aunque sea prototipo de antivalores.
CINE Y TV: LOS GRANDES MAESTROS
En comparación con las generaciones anteriores, la televisión y el cine han pasado a convertirse en «el tercer padre» o en «los grandes maestros» y la fuerza que han ejercido sobre sus mentes es impresionante por la carga concentrada de emociones e ideologías a esto denomina «Formación hipercultural».
¿Qué está ocurriendo en sus personalidades? Son jóvenes frágiles, inseguros, inestables, fácilmente permeables a las emociones. Considera también el doctor Fumagalli que no son capaces de enfrentarse con sus derrotas, con la aridez que algunas veces presenta el trabajo o el estudio cotidianos; son fácilmente impacientes, les cuesta trabajo perdonar y sus relaciones con los demás suelen ser inestables, precisamente porque están sobrecargados de emociones.
Aunque lo más grave de muchos jóvenes de esta nueva generación es que no tienen una jerarquía clara en sus valores, la inteligencia entra poco en acción en sus vidas y se mueve generalmente por los impulsos inmediatos: relaciones sexuales desordenadas, tendencia al alcoholismo, al consumo de drogas, a dejarse llevar por los caprichos, por el ocio, etcétera.
¿Qué soluciones propone Fumagalli?
1. A través del cine y la televisión formar la inteligencia y las emociones tanto en el aspecto humano como en los valores.
2. Llevarlos de la mano para ilusionarlos con tener ideales y metas grandes en la vida. En este apartado se requiere de particular creatividad y perseverancia porque muchas veces no es tarea fácil, pero hay que confiar en la nobleza de sus corazones.
3. Esta formación tiene que ser fascinante, atractiva, de mucha calidad y emocionalmente impactante y, a la vez, que les sirva para darse cuenta del vacío e incongruencia de otras propuestas.
4. Recomienda no olvidar la dimensión humanística en esta formación. Los jóvenes de todos los tiempos desean que se les proporcionen respuestas claras a las grandes interrogantes de la existencia humana: ¿qué sentido tiene la vida? ¿Existe un más allá? ¿Qué es la verdad? ¿Existe el mal? ¿Por qué me debo superar como persona? Y brindarles respuestas profundas y verdaderas.
5. Recomienda vivamente a padres de familia y educadores no quedarse al margen de la revolución cibernética sino poner especial esfuerzo por manejar Facebook, Twitter, Youtube… porque precisamente allí se encuentra la base del diálogo con los hijos y los objetivos familiares en común.
6. En materia de programas de TV y películas concretas sugiere a los padres invertir tiempo para enterarse bien de los contenidos de unos y otros con el objeto de tomar la delantera, de forma amable, y poder recomendar a sus hijos las mejores opciones.
En síntesis, lejos de encogerse de hombros y que los papás concluyan: «Yo a este mundo cibernético sencillamente no lo entiendo y que mis hijos hagan lo que quieran porque ya están grandes», el doctor Fumagalli lo presenta como un moderno reto, como un desafío para que padres y profesores se empapen en esa nueva cultura del video para ayudarles de un modo más cercano y eficaz, con base a la confianza y a la amistad verdaderas.