Henning Mankell
Tusquets Editores.
España, 2010
544 págs.
Otra vez, el lector del género policiaco es presa de la imaginación del autor, quien da al inspector Wallender una calidad humana agradable, que entremezcla su intimidad con la trama de la novela. Y vaya que ahora nos presenta un caso dificilísimo.
¿Qué tiene que ver el asesinato a sangre fría de un taxista por dos adolescentes casi niñas, Sonia y Eva, con la muerte por infarto de un enigmático hombre llamado Tynne, frente a un cajero automático? Más aún: las adolecentes confiesan su crimen y luego de un violento interrogatorio, Sonia escapa y se pierde de la policía.
Entonces la ciudad sufre un corte de luz. Las autoridades acuden a la central eléctrica para estudiar el origen del inusual corte y encuentran allí a Sonia, calcinada, electrocutada.
¿Y Tynne? Un médico opina que su muerte no fue causa de un infarto. ¿Quién era ese hombre? Wallender, por esas intuiciones suyas, empieza a investigar sus antecedentes. ¡Extraño tipo! Finalmente, el inspector liga el crimen de Sonia, electrocutada, con el caso de Tynnes.
El suspenso es constante, cada vez más complicado en la prosa ágil y clara de Mankel.