El ser humano se adapta a todos los hábitats del planeta, pero el impacto de las tecnologías orientadas sólo al confort, generan consecuencias negativas para el ambiente. A diferencia del paradigma que se desarrolló en la revolución industrial, la biomímesis sugiere a las empresas y a los diseñadores, más que extraer de la naturaleza, aprender de ella.
Tras un proceso de millones de años de evolución, encontramos diseños maravillosos en la naturaleza. Por ejemplo, el doctor Frank E. Fish, director del Laboratorio de Biología acuática en la Universidad de West Chester, al pasear por una tienda encontró la escultura de una ballena jorobada. Le llamó la atención que las aletas tenían el borde frontal dentado. Sus conocimientos de física le hacían pensar que la figura estaba mal pues el borde frontal debería ser liso. Comunicó su idea al gerente de la tienda, quien tenía contacto con el autor de la obra y lo llamó. Tras una breve búsqueda en internet, los tres concluyeron que la escultura estaba bien, que las ballenas jorobadas tienen el borde frontal dentado, aunque la lógica dicta que «no debería» ser así.
Intrigado, el doctor Fish, con el apoyo de su colega Laurens E. Howle y personal de la Academia de Marina de los Estados Unidos, diseñó un experimento para comparar dos superficies similares, una con el borde frontal liso y otra con el borde frontal dentado. Para ello utilizó estructuras semejantes a lo que en la ballena se llaman «tubérculos».
El resultado de la prueba fue tan asombroso que se publicó en revistas como Science, Scientific American y causó revuelo en el mundo científico, pues se creó la «Tecnología de tubérculos en aerodinámica». ¿Por qué se volvió tan famoso? Contrario a lo que según expertos en aerodinámica dictaría la lógica, los resultados mostraron que el borde con tubérculos, eleva considerablemente la capacidad del aspa de mantener el flujo dinámico.
Con base en esta tecnología, se diseñaron mejoras en las turbinas de generación eólica, cuyas hélices se mueven con menor cantidad de viento y se mantienen girando con aire de diversas direcciones, lo que se traduce en mayor rendimiento de energía y una posibilidad de negocios, sin incrementar los impactos ambientales.
Estos ejemplos muestran que en la naturaleza encontramos excelentes soluciones.
LA NATURALEZA, FUENTE DE SOLUCIONES
Todavía tenemos mucho que aprender de nuestros cohabitantes en este planeta. El ser humano se ha multiplicado y adaptado prácticamente a todos los hábitats del planeta, desarrollando tecnología y soluciones para incrementar su comodidad, expectativa de vida y desarrollo. Sin embargo, conforme aumenta el confort de la población, las consecuencias negativas de nuestra tecnología y estilo de vida crecen descontroladamente.
Tenemos resuelta nuestra comodidad pero no la contaminación del aire, el ruido, los residuos tóxicos, la deforestación, la contaminación del agua, etcétera. De seguir bajo esta línea, podríamos comprometer la satisfacción de necesidades de las generaciones futuras.
La naturaleza muestra soluciones finas con funciones similares a las que necesita la humanidad, pero sin tantos efectos negativos o con impactos positivos para la vida. Aunque nuestros motores producen más potencia, requieren combustibles fósiles, mientras que la vida obtiene locomoción a través de recursos renovables.
Existen productos que emulan a la naturaleza, como pinturas autolavables, que reducen casi totalmente la necesidad de mantenimiento; plásticos de bajo costo que no vienen de polímeros del petróleo, sino de la captura de CO2 residual de otros procesos y que se sintetiza en un nuevo tipo de polímero, inspirado en las estrategias que las plantas utilizan para hacer sus tejidos a partir del CO2; cemento que en vez de procesarse en hornos, utiliza las emisiones de otras industrias y el agua de mar; displays de ultra bajo consumo que no requieren una lámpara para mostrar color, sino que emulan la forma como las mariposas o las plumas de pavorreal generan sus brillantes colores sin necesidad de pigmentos; edificios que se auto-regulan térmicamente con base en sus propias masas térmicas, inspirados en los termiteros; mejoras en la eficiencia del tren bala de Shinkansen, Japón, imitando la forma aerodinámica del pájaro Martín Pescador; etcétera.
La metodología para desarrollar tales productos se llama biomimicry en inglés o biomímesis en español y se trata de innovar emulando a la naturaleza. Janine Benyus y Dayna Baumeister, fundadoras del Instituto Biomimicry 3.8, afirman que si el ser humano desea mantenerse como una especie exitosa en este planeta, debe modificar la forma en que la tecnología resuelve sus necesidades. Sugieren tomar como ejemplo a la naturaleza y diseñaron programas que orientan a los biólogos para intervenir y aportar sus conocimientos en mesas de diseño. Afirman que, de igual forma es necesario que diseñadores y arquitectos sepan buscar en los elementos biológicos nuevas soluciones.
Esta visión resulta creativa e innovadora a los ojos poco atentos pues la naturaleza siempre ha estado presente en el entorno. En los últimos años, nuestra concepción de tecnología y el estilo de vida disoció el medio humano del natural, sin embargo el hombre es parte de la naturaleza. Con base en esto, algunos diseñadores y arquitectos utilizan la visión de «biofilia» o «diseño biofílico», acuñada por el célebre científico E.O. Wilson, en la que los diseños buscan generar un ambiente que incluya otros elementos biológicos y muestran un gusto por la vida o una atracción por la misma tanto en su contacto directo como en la inspiración de sus soluciones.
LA NATURALEZA: MAESTRA MILENARIA
Todo indica que en el futuro se establecerá una relación más estrecha entre las instituciones que buscan preservar la biodiversidad y las de desarrollo tecnológico y de diseño, de modo que se generarán sinergias económicas, de investigación e innovación. El objetivo es que el conocimiento, generado con tanto tiempo y dinero, se traduzca en soluciones que transformen nuestros mercados.
La vida en el mundo funciona con parámetros de diseño muy ambiciosos. Por ejemplo, una pluma de un búho es un elemento de diseño elegante y eficaz. Sabiamente acomodados, sus materiales ofrecen cierto aislamiento térmico, la capacidad de volar silenciosamente y en algunos búhos brindan cierto camuflaje. Todo a través de un diseño elaborado pero realmente económico en recursos, que utiliza los mismos materiales para todas estas funciones, que son renovables, se generan a temperatura ambiente, sin altas presiones ni componentes tóxicos, sin grandes cantidades de desperdicios y completamente biodegradables.
De pocos inventos humanos podríamos decir lo mismo. Es posible que ninguno de nuestros materiales cumpla, al mismo tiempo, con esa multifuncionalidad y características ambientales favorables. Es sólo un ejemplo, que muestra cuánto ha de aprender la tecnología de los organismos vivos.
DIVERSIDAD EN EXTINCIÓN
En nuestro país, la biomímesis se divulga desde hace algunos años a través de cursos y talleres universitarios con la participación del Instituto Biomimicry, que promueve este pensamiento, a través de una red regional no lucrativa llamada Biomimicry Mexico (Facebook: BiomimicryMex).
La creación de un organismo de tales características es relevante para México, uno de los doce países mega diversos pues posee especies, ecosistemas y especies endémicas únicas en el mundo. Muchas, sin embargo, en peligro de extinción por la actividad humana; enorme diversidad, pero en riesgo de perderla. Desde el punto de vista de la biomímesis, el territorio mexicano ofrece numerosas oportunidades de innovación y de posibles soluciones. La biomímesis trae a la mesa un lenguaje positivo y creativo para generar innovación y sustentabilidad a través del cuidado y aprendizaje de nuestro medio natural.
REENCUENTRO CON LA NATURALEZA
La biomímesis innova y reconecta con el mundo natural desde una ética con base en la siguiente premisa: «la vida produce condiciones propicias para la vida» y nada que en su producción o uso afecte a la vida se puede considerar un fruto adecuado de biomímesis.
En la vida todo está interconectado, nuestro objetivo debe ser prosperar con las especies exitosas y en relación respetuosa con ellas. Para lograrlo requerimos hacer las preguntas correctas e incorporar a los que saben, científicos y biólogos, en los equipos de diseño, hacerlos interdisciplinares.
El diseño no se ejerce sólo en autos, productos o edificios. Prácticamente todo con lo que tenemos contacto es fruto de un diseño, desde nuestros productos de consumo, hasta experiencias y ciudades. Normativas, leyes, sistemas de información, redes sociales, sistemas bancarios y económicos también son producto de un diseño. Todos incorporan ideas donde se puede intervenir e innovar.
Cada vez que se va a diseñar algo hemos de preguntarnos cómo lo hace la naturaleza y también cómo no lo haría. Un ejemplo podrían ser las redes de distribución. En la naturaleza, todos los elementos líquidos y gaseosos se distribuyen siguiendo la llamada «Ley de Murray»: una sucesión de bifurcaciones sin ángulos rectos por ningún lado. Los vasos sanguíneos, pulmones, redes de vasos en las hojas de un árbol, etcétera, siguen esta ley.
Es probable que nuestras redes de distribución de líquidos o las tuberías de un edificio, más que una red sean una máquina que produce fricción. ¿Cómo sería un sistema inspirado en la naturaleza que siguiera la Ley de Murray, sobre el desplazamiento de los líquidos? ¿Qué ventajas tendría en su construcción y operación? Son preguntas todavía abiertas, muy atractivas para explorar.
Los retos serían trabajar por un mundo donde el ser humano se asuma como parte de la naturaleza, respete y genere condiciones propicias para la vida humana y de las demás especies; y habitar un planeta que usa adecuadamente los recursos, no como el ser más importante, sino como uno más de sus integrantes.
La Tierra es el mejor lugar para vivir, amén de ser el único. Concluyo con una cita de Janine Benyus «La Tierra es el hogar nuestro, pero no es solamente de nosotros», lo compartimos con el maravilloso resultado de la aventura de la vida. Si mañana se encontrara una especie de vida en Marte o Venus sería un gran acontecimiento para la humanidad. No deja de sorprender que estemos más preocupados por hallar vida en otros planetas si consideramos los millones de especies que viven en nuestro planeta y que muchos ignoramos y que incluso nuestros científicos no acaban de descubrir.
Links recomendados
www.biomimicry.net
www.asknature.com
www.facebook.com/BiomimicryMex
http://reconatura.wordpress.com