Un empleo bien remunerado ya no es suficiente, hoy las personas buscan sentirse inspiradas. Quien lo está suele ser creativo, encontrar diversas soluciones a un problema y concebir ideas brillantes para emprender un proyecto. La tarea del líder es inspirar a su equipo y hacerlo crecer. ¿Cómo lograrlo? Siendo congruente con lo que dice, siente y hace.
Al pensar en la definición de líder, con frecuencia nos vienen a la cabeza iconos como Mahatma Gandhi, la madre Teresa de Calcuta o Steve Jobs. ¿Qué tienen todos ellos en común? El prototipo de líder no es sólo un sujeto rígido y lejano, va más allá, y estos personajes lo demuestran.
Nuestra sociedad aún es positivista, seguimos pensando que el único conocimiento auténtico es el científico y dejamos de lado todos los saberes que enriquecen el espíritu. En las calles observo, por un lado, a las personas cuyo trabajo produce recursos económicos y por otro a los artistas, que parecieran dedicarse a cuestiones menores. Así percibo una dicotomía en nuestra sociedad: o somos hippies o trabajamos con la ciencia.
En la universidad es común priorizar la enseñanza de datos duros, y la interacción con las personas se vuelve algo secundario. No aprendemos a cómo relacionarnos con la gente, por ejemplo, cómo platicar con la secretaria para que nos haga un espacio en la apretada agenda de su jefe, cómo solicitar cierta información, etcétera. Hay una desconexión entre los saberes y la esencia del ser humano. Es tarea de los líderes integrar ambos mundos, sólo así podremos enfrentar todos los cambios y crisis que se avecinan en nuestro país y en el mundo (crisis económica, petrolera, ecológica, etcétera).
El nuevo líder debe trabajar por generar un nuevo modelo de empresa, que sea integrador y holístico, formado por organizaciones que ya no piensan sólo en generar y tener más, sino en algo más profundo, transformador, humano e integral.
SER COMO UN PAYASO
Revelaré un secreto. Cuando era estudiante de Derecho y entré a mi primer trabajo considero que fui el peor abogado del mundo. Me tomaba mucho tiempo darle solución a los asuntos y eso me agobiaba. Un día le pregunté a mi jefe qué debía hacer para acelerar los procesos, a lo que me respondió: «debes aprender a aceitar la maquinaria jurídica, es decir, inventar gratificaciones». Me pareció una forma muy sutil de decir «dar mordidas y generar corrupción». Descubrí que mis valores no eran compatibles con su visión y pensé que debía existir otra forma de influir en la gente para que trabajara mejor y más rápido.
Poco después tomé un taller de clown, una técnica de payaso, y repentinamente mis casos empezaron a acelerarse. Ahora todos me recibían: la secretaria de acuerdos, el juez… y cuándo mi jefe me preguntó cómo conseguí que se diera este cambio, no supe contestarle, pues ni yo entendía la causa.
En el taller encontré algunos aspectos que posteriormente identifiqué en el perfil de un líder con la capacidad de inspirar. Llevo 15 años trabajando con organizaciones de todo tipo: bancos, farmacéuticas, laboratorios, automóviles, entre otras, y en ese tiempo comprobé cuatro constantes que delinean a quien busca transformar internamente a sus empresas a través de la inspiración. Al liderazgo que reúne tales atributos lo llamo «Liderazgo 4G»:
1. Gratitud
En la actualidad hemos perdido la capacidad de asombro, pero cuando estamos llenos de gratitud renace en nosotros tal aptitud y la contagiamos a los demás.
Cuando eres agradecido, vives en estado de satisfacción. Una persona a la que nada le llena no puede inspirar a otros. Hoy las organizaciones conocen la importancia de ser agradecidos con sus colaboradores, por eso desarrollan los llamados «programas de reconocimiento» que a la larga logran que las personas aumenten la efectividad de los resultados en 12%.
2. Generosidad
Ya no basta ser generosos con los clientes, también debemos serlo con los proveedores y hasta con nuestra competencia. Las empresas con mayor crecimiento comparten con su competencia porque creen en la transferencia de tecnología y están conscientes de que este mundo puede ser mucho mejor si empezamos a compartir.
El verdadero líder sabe servir y estar para el otro, así crea una conexión mucho más fuerte con sus colaboradores. Este punto lo he vivido en carne propia. Cuando doy un espectáculo en los hospitales o en las cárceles, me llevo algo más que una paga, lleno mi espíritu al notar que los espectadores disfrutan lo que observan.
Michael Roach, el primer estadounidense en la historia en recibir el título de «geshe» (doctorado en Budismo) por parte del Monasterio Tibetano Sera Mey, muestra los beneficios de ser generoso. Su historia es interesante, pues al terminar su doctorado en Princeton se fue al Tíbet y luego de conseguir el grado de «geshe» pensó en retirarse a meditar, sin embargo su «guía espiritual» le encomendó una ardua tarea: demostrar que la filosofía budista es útil en el mundo empresarial. Entonces Michael se fue a Nueva York y en dos años hizo una de las empresas de diamantes más importante del mercado. Todo mundo se preguntaba cómo lo logró o qué tecnología utilizó. La respuesta es simple, fue generoso, por tal razón el poder de inspiración en sus colaboradores era altísimo; además, la competencia se le acercaba para conocer sus tácticas y secretos. Él siempre respondió con la verdad y compartió sus conocimientos.
Geshe Michael asegura que la generosidad y la creación de cualquier realidad tienen que ver con sembrar. Al sembrar generas un contexto para después cosechar. ¿Qué está sembrando México? ¿Qué está sembrando cada uno de nosotros para que esta sociedad funcione? Si siembras arrogancia, monopolios, competencia desleal, ¿qué vas a cosechar? Es necesario comenzar a cuestionarnos qué queremos sembrar y cosechar en este país. Cada uno de nosotros somos una gota y, si todos actuamos, podemos producir una «tormenta de generosidad».
3. Gracia
Seamos como los niños. En mi experiencia, los líderes de las organizaciones que buscan ser más «perfectos», cuando se equivocan caen muy bajo o se deprimen. Los niños no tratan de ser perfectos, son ellos mismos.
Para conseguir esa gracia, los seres humanos contamos con una tecnología perfecta y que además, inspira. Consiste en un conjunto de cuadros blancos, alineados, que si se muestran a otros pueden abrir mil puertas. Se llaman dientes. Prueba sonreírle al otro, es una herramienta infalible.
En el taller de clown aprendí la diferencia entre un actor y un payaso. El primero tiene un escenario con tres paredes y el público al frente, que forma su cuarta pared, y con la que no interactúa. En cambio el segundo es como un niño, tira la cuarta pared, mira a los ojos de cada espectador y hace conexión con él.
El líder tiene que conducirse como una especie de payaso que al observar el mundo, es mucho más empático. Para ello debe actuar con el efecto que produce, salirse de su ego. El payaso, cuando se sube al escenario, no piensa en la dramaturgia y sólo triunfa cuando la gente se ríe, si no lo hace, su trabajo se va a la basura.
Ver a la gente a los ojos crea un vínculo entre los seres humanos pero, ¿por qué evitamos este contacto? Quizá pensamos que el otro podría darse cuenta de nuestros defectos.
Los gobiernos más tiranos se caracterizan por esconder sus errores. ¡Ya basta! Somos humanos, todos nos equivocamos. Es importante empezar a empoderar el accidente y el error, sin confundirlo con la mediocridad. Pensar qué beneficios podemos obtener de las fallas.
4. Genuinidad
Durante muchos años los gobiernos, las empresas, la sociedad, etcétera, nos han hecho creer que el ser humano es sólo cabeza, mente. ¿Pero qué hay del cuerpo y las emociones? Es innegable que sentimos, sin embargo vivimos como si no fuera importante y por lo tanto estamos desequilibrados.
En 1960 el doctor Michael Gershon descubrió que en el cuerpo humano existen procesos neuronales en el estómago y la cabeza, es decir, dos cerebros en el cuerpo. Otros estudios investigan la actividad neuronal en el corazón. Desde esta perspectiva no me es descabellado decir que en realidad tenemos tres cerebros. ¿Por qué quedarnos sólo con uno?
La congruencia de una persona se hace patente cuando su cabeza, corazón y cuerpo están en armonía, es decir, cuando lo que dice, siente y hace están en el mismo canal. ¿Qué pasa con las personas que dicen algo bueno pero sin el tono y la emoción adecuada para acompañar sus palabras? Dudamos de su veracidad. Necesitamos empezar a desarrollar nuestras emociones para que trabajen a la par del cuerpo y la mente, sólo así seremos más congruentes, inspiraremos a los demás y seremos auténticos.
No es fácil decir, hacer y sentir lo mismo, pero cuando un líder aprende a alinearse comunica asertivamente los mensajes. Al «malabarear» estos tres aspectos, genera una nueva forma de proceder, más divertida y humana, y conecta con sus colaboradores. El líder que se encuentra en un pedestal pasó de moda, la época actual le exige estar abajo, con las personas.
Para inspirar se necesita ser generoso, vivir en gratitud, ser gracioso y genuino. ¿Quién en tu vida te ha inspirado? Seguro alguien vive en tu cabeza, corazón o estómago. ¿Crees algún día estar en la cabeza, corazón o estómago de alguien?, si no es así, cambia de rumbo. Ya sabes por dónde empezar.