Enrique Vila-Matas
Editorial Almadía. México, 2015
128 págs.
¿Debe la literatura decirse literatura? Montesquieu hizo pasar sus Cartas persas por reales en un mundo donde las palabras aún se concebían y se leían peligrosas. El libro fue censurado.
Como a Borges, a Enrique Vila-Matas se le reconoce antes en sus lecturas, en su cine, en sus preferencias artísticas que en cualquier dato pretendidamente autobiográfico. Oculta sus novelas bajo la forma de diarios, de papeles perdidos para conferencias, de nota al pie de página que ocupa un libro entero.
Marienbad eléctrico es un compendio de reflexiones (una novela) sobre el arte y la literatura surgidas a raíz de ciertas conversaciones con Dominique Gonzalez-Foerster, una artista limítrofe de instalaciones que se asumen centinelas entre la realidad y la ficción, alguien que tiene muy claro que para que el arte triunfe, se empieza por hacer dudar de la realidad al espectador.
No existe peor mal para la literatura que exigirle la fidelidad de unos hechos. Pocos escritores hay tan respetuosos con el lector realista como Enrique Vila-Matas. Quizás el realismo más acertado sea el que no avisa al lector de que lo que está leyendo nunca ha ocurrido o ha ocurrido de otra manera. ¿Acaso importa?