La labor empresarial siempre se da en relación con otros: clientes, colaboradores, proveedores, etcétera. Por ello, una de sus finalidades debe ser la búsqueda de un desarrollo integral y sostenido.
Son pocas las ocasiones en las que miembros de la comunidad empresarial de América Latina, representantes de organismos internacionales y académicos de distintas partes del mundo pueden compartir un espacio de reflexión con el nivel de riqueza y profundidad como el que ocurrió en el Encuentro «Empresa, Crecimiento e Inclusión» el pasado mes de octubre en Roma, evento realizado por el IPADE Business School y la Universidad de la Santa Cruz en Roma.
Conscientes de la dimensión social de su quehacer en la región, miembros de la comunidad empresarial se dieron la tarea de replantear su misión impulsora y plantear un call to action desde su vocación empresarial. Aquí algunas ideas recogidas de su visión acerca del Inclusive Growth y sus implicaciones prácticas para el desarrollo de la región.
HABLAR Y VIVIR EL INCLUSIVE GROWTH EN AMÉRICA LATINA
Más que pensar en relaciones unilaterales con receptores pasivos, la conversación giró en torno a cómo crear condiciones para que distintos miembros y sectores de la sociedad se conviertan en co-creadores de la generación de valor y en co-partícipes del proceso de crecimiento.
María Inés Martín, representante del Foro Económico Mundial en Ginebra y expositora del evento afirmó que el crecimiento inclusivo «es aquel crecimiento que contribuye a mejorar la vida de las personas, que pone al ser humano en el centro, y –por lo tanto– el ser humano se siente partícipe de esa creación de riqueza, de ese crecimiento», esto a su vez genera «una movilidad social ascendente; que permite que el ser humano se sienta dignificado a través de su trabajo, y que tenga acceso a oportunidades».
En esta línea, Alejandro Werner, director del Departamento del Hemisferio Occidental del Fondo Monetario Internacional advirtió que esto implica ampliar el marco bajo el cual consideramos el proceso de crecimiento. Es decir, ir más allá del tema de la producción o del Producto Interno Bruto. El crecimiento inclusivo nos obliga a pensar en indicadores sociales como la distribución del ingreso, la pobreza, la participación de la mujer en la fuerza laboral. Indicadores que nos muestren cómo la población, en su conjunto, se está beneficiando del proceso de crecimiento.
«No sólo se trata de producir más» propone Werner, «sabemos que esta producción genera un beneficio social importante, un beneficio para toda la sociedad. Y, por eso, el concepto de desarrollo tiene que ser multidimensional y no unidimensional».
Así, cuando pensamos en crecimiento inclusivo, los participantes del evento coincidieron en que tenemos que desafiarnos a pensar: este crecimiento ¿a quién incluye y qué incluye?
Desde la perspectiva del empresariado mexicano, Enrique Zambrano de Grupo Proeza, necesitamos plantearnos que el crecimiento debe incluir a «las diferentes comunidades que tocamos, a los proveedores, y entes que hacen posible el éxito. Hay que llevarlos e incluirlos en este desarrollo integral para todos, poniendo ante todo a la persona humana como centro». Para el empresario, hoy hay un punto de partida a nivel mundial que cada vez se hace más evidente «para que algún país se desarrolle en forma sostenida nos tenemos que preocupar de los demás, no podemos estar en una isla».
Rafael Gómez Nava, director general del IPADE Business School enfatizó que esta línea de pensamiento se debe convertir en un compromiso de la comunidad empresarial. «Un compromiso de generar valor de manera integral y de hacer que las sociedades, las comunidades empresariales y los países sean más prósperos, como un deber de todos; no de unos pocos, no de una cópula, no de un grupo, sino de una sociedad que se compromete para hacer que más personas vivan una calidad de vida cada vez más humana».
REORGANIZAR EL PENSAMIENTO
Un punto de coincidencia entre los asistentes fue que a pesar de los múltiples avances que hemos tenido como sociedad, persiste la necesidad de replantearnos objetivos y acuerdos comunes, sobre todo desde la posición en la que se encuentran los empresarios.
Rolando Medeiros, empresario chileno y presidente mundial de la Asociación de Empresarios y Dirigentes de Empresas Cristianos, UNIAPAC, afirmó: «yo creo que necesitamos un cambio de paradigma. El mundo ha crecido, en las últimas décadas, a velocidades vertiginosas. Realmente hay mucho de lo que nos debemos sentir muy satisfechos, pero cuando vemos que no ha habido un crecimiento similar en los otros aspectos del ser humano y cuando vemos que todavía que existe más de un billón de pobres en el mundo, entonces algo estamos haciendo mal». Este panorama, dice el empresario, implica un esfuerzo de toda la sociedad.
Medeiros propuso que «cada persona debe asumir su rol y entender que tiene una posición de poder influir. Desde el punto de vista de los empresarios, yo creo que nosotros debemos asumir nuestra misión empresarial como una noble vocación».
Esta vocación, para Humberto Barragán, empresario colombiano y asistente del Encuentro, implica que «Tenemos una responsabilidad con nuestros empleados de darles crecimiento, no sólo en términos de salario, sino en términos de desarrollo personal. Y tenemos una responsabilidad con la sociedad: lo que hacemos como empresa debe aportarle a la sociedad».
Este cambio de paradigma tiene implicaciones complejas para la comunidad empresarial. Así lo advirtió el profesor de Filosofía de la Universidad Pontificia de la Santa Cruz, Luis Romera, quien afirmó que «frecuentemente los empresarios están agobiados por lo inmediato, por tener que hacer muchas cosas. Hace falta tiempo para reflexionar para un futuro, también para el trascendente. De tener visión de todo en la vida delante de sí».
INCLUSIVE GROWTH ES PENSAR EN CÓMO EXIGIRNOS MÁS
Si bien el crecimiento inclusivo aprovecha las capacidades de cada actor y los recursos disponibles para transformar realidades, esta reorganización de pensamiento nos fuerza a exigirnos más, a asumir nuevos retos desde la misma vocación empresarial.
Para María Inés Martín estos nuevos objetivos deben «en primer lugar, rescatar la libertad que cada persona tiene y la capacidad de autodeterminación con la que contamos. A partir de ahí, debemos entender cómo la inclusión habla en la realidad en la que estoy operando, que puede ser de modo muy distinto de una empresa a otra, dónde puedo ejercer mi responsabilidad con más énfasis; quizás es la educación, quizás es la salud». La tarea para cada líder empresario es «analizar, entender y responder ante esa realidad».
Por otro lado, el evento permitió reflexionar acerca del acceso que tenemos hoy a los recursos interdisciplinarios que nos describen y explican el portarretrato de la composición social, pero que, además, nos dan pauta para diseñar e implementar las estrategias de movilidad social que funcionen.
En este sentido, Hugo Cuesta, vicepresidente de Meritas Law Firms Worldwide, afirmó que «hoy por hoy, tenemos información a la que ya no podemos rehuir. No podemos decir que no sabíamos. El reto de fondo es convertir estos conceptos en acciones concretas para nuestra empresa y exige también replantearnos lo que es el éxito. Un éxito con dimensiones mucho más allá de lo económico; que tiene que ver con lo personal, familiar, espiritual y social. De lo contrario, sería un concepto de éxito muy pobre y muy deformado».
MIRADAS AL FUTURO: UN ACERCAMIENTO DE LO QUE SÍ ES POSIBLE HACER
A pesar de haber profundizado en los múltiples desafíos globales, nacionales y locales que enfrentamos al pensar en crecimiento inclusivo, el diálogo entre disciplinas y las múltiples perspectivas que entraron en juego a lo largo del Encuentro se tradujeron en una notable complicidad positiva que empujó a los asistentes a proponer estrategias de lo que es posible construir como comunidad empresarial.
1. Diálogo, compartir experiencias que inviten al call to action
Un primer consejo a resaltar fue el de María Inés Martín de crear espacios cada vez más frecuentes para compartir experiencias que inviten a las empresarias y empresarios a ir más allá de su día a día. Estos espacios pueden ser cámaras empresariales, instituciones civiles, think tanks o espacios académicos. Esto impulsaría tener ideas creativas que permitan responder a las necesidades de un modo que quizá no sería el pensado inicialmente, pero que posiblemente sea el más adecuado. Ese compartir experiencias permite un efecto multiplicador en la sociedad y es muy constructivo.
El director general del IPADE, Rafael Gómez Nava, se sumó a esta invitación, afirmando que «a través del diálogo, queremos un call to action. Deseamos que los empresarios de estos nueve países que han venido a Roma puedan regresar y ser luz, personas que inspiren, que ilusionen a más personas con la idea de tener empresas competitivas, empresas innovadoras, empresas rentables, empresas que sean, a la vez, fuente de generación de más oportunidades».
2. Pensar en nuevas formas de incluir
Para el empresario chileno Felipe Sosa pensar en estrategias de crecimiento inclusivo nos obliga a alejarnos de «recetas frías», es decir, no se trata de pensar que podemos aplicar soluciones «de manual» a los problemas que enfrentamos. Al contrario, el crecimiento inclusivo es una plataforma para pensar en formas distintas de hacer las cosas, de hacer empresa, de innovar.
Robert Gahl, profesor de ética en la Universidad de la Santa Cruz coincidió al decir que «Debemos pensar en nuevos modos de diseñar y modos para incluir a más gente en el mercado». Un acercamiento que propone Gahl es pensar en el trabajo colaborativo que puede ocurrir entre actores, «las empresas podrían trabajar más con las escuelas, especialmente las escuelas secundarias técnicas, para ayudar a los jóvenes que quizá no tienen, delante de sí, una promesa laboral. Para facilitar que tengan las habilidades también de carácter, de formación humana, para poder ser útiles en el trabajo actual».
3. Resaltar la importancia de la formación continua de la comunidad empresarial
Finalmente, se resaltó la importancia que tiene para la comunidad empresarial el continuar formándose en las distintas dimensiones de su quehacer como empresarias y empresarios.
En este sentido, para Gahl, «es imprescindible el papel que juegan estas escuelas de formación; de formación de empresarios, de formación de emprendedores. A ellas les compete ayudar a las personas a concretar, desde los principios de la doctrina cristiana, pero también que la misma filosofía nos enseña a concretarlos en la práctica».