Para que el país cuente con mejores ciudadanos urge una estrategia que, a través del juego, concientice a la niñez sobre problemáticas globales y, a la vez, promueva valores cívicos.
Las ciudadanas y los ciudadanos enfrentan todos los días grandes retos que los ponen en una situación de vulnerabilidad ante un mundo cada vez más demandante. Dichos desafíos les exigen competencias (conocimientos, habilidades y actitudes) que han tenido poca oportunidad de desarrollar o que no están acostumbrados a poner en práctica.
El Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF) en su Informe anual de 2017 indica que en México 80% de niñas y niños no alcanzan los conocimientos requeridos en su grado escolar1. ¿Alguna vez te has preguntado por qué sucede esto?
De acuerdo con el Estudio diagnóstico del derecho a la educación 2018, realizado por el Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (CONEVAL), en las escuelas de la Ciudad de México se destina únicamente 10% del tiempo total de clases al debate o discusión entre alumnos2, lo cual hace evidente un proceso de enseñanza-aprendizaje de una sola dirección: del docente al estudiante y sin considerar necesariamente sus propios contextos afectando directamente los resultados en lectura, comprensión y comunicación.
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Según el Informe 2019 de la educación obligatoria en México, llevado a cabo por el Instituto Nacional para la Evaluación de la Educación (INEE), en los programas educativos las orientaciones para desarrollar competencias son insuficientes e inconsistentes, pues no se ofrece a las y los docentes la guía y el acompañamiento que les permita cristalizar el enfoque pedagógico en el aula3.
Lo anterior se ve reflejado en los resultados de todos los niveles educativos obligatorios, en los que se identifican porcentajes altos en actividades con baja demanda cognitiva y bajos en las de alta demanda.
A estos grandes retos educativos se han sumado aquellos derivados de la pandemia por la COVID-19. Ante la contingencia sanitaria, en México casi tres millones de alumnas y alumnos han dejado de estudiar. ¡Tres millones! Durante el ciclo escolar 2019-2020, en el nivel básico, el abandono fue de más de 2 millones 525 mil alumnos de preescolar, primaria y secundaria; mientras que en educación superior esa cifra fue de más de 305 mil (Secretaría de Educación Pública 2020)4.
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La encuesta ENCOVID-19, realizada por la Universidad Iberoamericana, A.C., a través del Instituto de Investigaciones para el Desarrollo con Equidad (EQUIDE), señala que 78.6% de las personas participantes reportaron haber tenido dificultades para continuar con la educación de niñas, niños y adolescentes en casa: 48.5% por falta de computadora e internet, 31.4% por falta de apoyo por parte de las maestras y los maestros, 21.1% por distracción de los niños y las niñas, 17.1% por falta de conocimientos, y 14.9% por falta de libros o material didáctico5.
Todas estas situaciones, vuelven latente la necesidad de implementar programas que les brinden a las y los docentes, así como a las áreas de capacitación de las empresas, herramientas pedagógicas innovadoras que les permitan impartir virtual o presencialmente nuevos contenidos, temas que fomenten el desarrollo de habilidades necesarias para su presente y futuro, actividades que fomenten valores y que expandan su visión global.
UN OASIS EN MEDIO DEL DESIERTO
Es así como Educación para Compartir (EpC), una organización internacional sin fines de lucro orgullosamente nacida en México hace más de 13 años, ha centrado su misión en la formación de mejores ciudadanas y ciudadanos globales impactando a más de 1.3 millones de personas en ocho países.
Su labor consiste en ofrecer una nueva alternativa de educación de calidad, para que niñas, niños y jóvenes, docentes y empleados sean más participativos, conscientes de la necesidad de practicar valores y capaces de proponer y actuar a favor de su comunidad.
Hace una apuesta en la transformación de la gestión educativa, para generar las condiciones donde todos puedan arraigar proyectos de vida que respondan a sus aspiraciones y proyectarse así, como los nuevos líderes de transformación en sus casas, escuelas y centros laborales.
ante la contingencia sanitaria,
en México casi tres millones
de alumnas y alumnos
han dejado de estudiar.
Lo anterior se hace posible a través de una metodología poderosa que combina el poder del juego, la concientización de las problemáticas globales enmarcadas en la agenda global de Naciones Unidas (Agenda 2030) y la promoción de valores cívicos.
El modelo educativo de EpC se enfoca en construir y desarrollar competencias que respondan a las necesidades y preocupaciones específicas de las comunidades para contribuir de manera directa en:
- Impulsar la participación en la reflexión de problemáticas globales y en la resolución pacífica de conflictos.
- Desarrollar habilidades sociales, como el diálogo y el trabajo cooperativo.
- Promover y practicar el juego limpio que se traduce en cumplir las reglas durante todas las actividades, evitando hacer trampa para alcanzar las metas.
- Concientizar sobre el impacto de problemáticas actuales: baja expectativa del futuro, violencia en los espacios educativos y laborales, trabajo juvenil, realidades familiares de riesgo, falta de autoconocimiento y aceptación, así como la disminución de la corrupción. Todo ello a través de la metodología lúdica.
- Formar un carácter cooperativo donde todos participan para lograr una meta en común, se liberan de la presión del resultado y activan la noción de crear y de construir para transformar las estructuras que los pueden llegar a predisponer hacia un acto ilícito.
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El corazón de Educación para Compartir está en la formación de los futuros y presentes líderes, personas que están o estarán tomando decisiones clave con alto impacto comunitario en pequeñas y grandes empresas, en el gobierno, en organismos internacionales o como líderes de opinión. Se requieren más y mejores ciudadanos para construir sociedades más justas, pacíficas, e inclusivas.
Por el trabajo, impacto y resultados logrados, EpC es una organización multipremiada nacional e internacionalmente. En octubre, fue galardonada por la Fundación Qatar con los WISE Awards 20206, uno de los premios educativos más importantes a nivel mundial que reconoce a aquellos proyectos que de manera innovadora abordan los retos más apremiantes en el ámbito educativo. ¡Es la primera vez que una organización nacida en México lo gana! Fueron premiados gracias a su metodología lúdica que involucra a toda la comunidad escolar en la formación de ciudadanía global.
Este premio es de todas y todos los que creen en el poder de la educación. Hacemos un llamado a la comunidad del IPADE a fomentar la agencia de cambio entre sus colaboradores, con sus familias y en sus comunidades. Es vital tomar un rol activo en la transformación y el cambio social.
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