El efecto de la pandemia en el proceso educativo de una generación puede ser permanente y de profunda desigualdad si la sociedad no toma medidas para adaptar el sistema a la nueva realidad.
La salud, la economía y la educación son algunos de los aspectos de la sociedad que más se han visto afectados por el confinamiento obligado debido a la pandemia de COVID-19. Las repercusiones en todo el mundo serán históricas, nada volverá a ser igual… ¡deberá ser mucho mejor!
Para lograrlo hay mucho trabajo por hacer. Los efectos en la educación tendrán repercusiones de difícil pronóstico. Si bien el impacto ha sido mundial, los efectos son locales y serán distintos para cada país y región, dependiendo de la fortaleza que en cada lugar haya tenido el sistema educativo.
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“Del corporativo a sus propia empresa”
De acuerdo con la UNESCO (2020), la pandemia de COVID-19 ha afectado a 65% de la población estudiantil mundial por el cierre de escuelas. En el caso de México, la Secretaría de Educación Pública (SEP), a través del Diario Oficial de la Federación con fecha 16 de marzo de 2020 (SEGOB, 2020), decretó la suspensión de clases en todos sus niveles, desde preescolar hasta universidad a partir del 23 de marzo, lo cual significó que aproximadamente 36.6 millones de estudiantes, 1.2 millones de docentes y 265,277 escuelas cerraran de manera abrupta sus actividades y modificaran para siempre la dinámica de la educación.
La nueva realidad ha provocado que tengamos que migrar de una educación presencial a otra llamada educación a distancia, pero con muy pobres recursos para poderla implementar correctamente. El nuevo modelo, idealmente requiere que por lo menos cada docente y alumno cuenten con un dispositivo electrónico, señal de internet, así como el material apropiado para usarlos. La mayoría del sistema educativo no cuenta con ello.
En este sentido, en nuestro país la pandemia nos encontró con una enorme inequidad educativa, que bajo estas circunstancias se ha profundizado y se ha hecho aún más evidente.
De acuerdo con el INEGI (2019), la proporción de hogares con computadora es menos de la mitad del total; con internet en casa, apenas un poco más de la mitad (Ver cuadro 1).
De acuerdo con el Instituto Nacional para la Evaluación de la Educación INEE (2018), el porcentaje de escuelas con computadoras para estudiantes e internet se distribuye de la siguiente manera:
do tener la cobertura que se requiere y el tema de calidad en la educación resulta poco probable para todos. Así llegamos a este momento. Así nos encontró la pandemia. Con enormes deficiencias.
Dentro de este contexto existen diversos actores, entre los cuales se encuentran las escuelas, los docentes, los padres de familia y los alumnos. Cada uno de ellos ha vivido y padecido en distintas formas y dimensiones el efecto de cambiar la dinámica educativa. Para cada actor social existe una realidad particular, dependiendo de su propio nivel educativo, económico, cultural, el grado escolar en el que se encuentran y hasta si viven en la zona urbana o rural. Todos estos elementos determinan el grado de afectación que cada uno está viviendo.
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Veamos a continuación los escenarios opuestos de los principales actores ante las circunstancias impuestas. Partiremos del análisis de lo observado en la zona urbana, entendiendo que en el área rural la realidad es aún más complicada.
PRINCIPALES ACTORES
Escuelas
Ante el cierre de las escuelas, nos encontramos con una realidad en donde algunas instituciones ajustaron su infraestructura de manera inmediata y pudieron trasladar toda su propuesta educativa a la modalidad de Educación a distancia. A la brevedad, organizaron al personal docente con cursos intensivos, activaron las plataformas con las que ya contaban para otras actividades y las ampliaron. Sin duda es una labor titánica que requiere mucha coordinación y trabajo.
Por el contrario, en la otra realidad, están las escuelas que ni siquiera cuentan con la infraestructura básica como computadoras, internet, plataformas de comunicación o el material con las condiciones adecuadas para compartir a distancia. Sin forma para organizarse de manera coordinada, enviaron a sus docentes y alumnos con la incertidumbre de un lejano regreso y, si acaso, con algún número telefónico para estar en comunicación a través de mensajes por celular.
la alfabetización digital
para un sector de
la sociedad se está
consiguiendo a
marchas forzadas,
como una única
opción de no
quedarse atrás.
Docentes
Una realidad nos expone a profesores con una excelente preparación y disposición para integrarse a esta nueva etapa. De un momento a otro, perdieron el contacto directo con sus alumnos, pero bastaron algunos cursos para que desde casa integraran todo su material, hicieran uso de su creatividad e innovación, aprovecharan la tecnología y retomaran la comunicación con la comunidad estudiantil para continuar con su labor educativa. En este proceso, sin duda, han trabajado aún más que antes, han tenido que enseñar y aprender al mismo tiempo, con aciertos y desaciertos que dejarán el camino fincado para una nueva realidad en la forma de educar.
En contraste, en la otra realidad, están docentes que también, de un momento a otro, perdieron el contacto directo con sus estudiantes, que de la noche a la mañana interrumpieron sus planes de estudio y su dinámica dentro del aulas. Se fueron a sus casas en muchos casos sin computadora, sin internet y sin los conocimientos para poder trasladar su material y su información a un ambiente a distancia.
Profesores que, en el mejor de los casos, cuentan con un celular y tiempo limitado para generar algunos mensajes y poder así estar en comunicación, ya no con sus alumnos, sino con los padres de familia o tutores en el caso de los más pequeños. El trabajo realizado por estos docentes ha sido intenso. Intentan hacer con muy poco lo imposible.
Padres de familia
De la noche a la mañana, los padres de familia no únicamente tuvieron que desarrollar sus actividades laborales dentro de casa, sino que se convirtieron en los profesores de sus hijos. Ha sido una labor de mucho esfuerzo. Hay quien lo ha sufrido y hay quien lo ha disfrutado, pero sin duda la dinámica familiar se ha modificado.
Familias enteras se han tenido que reinventar, organizar horarios, espacios y equipos para, entre todos, sacar adelante, no únicamente el ciclo escolar, sino todo el proyecto familiar. Sin duda, los padres han jugado un rol fundamental en el cumplimiento, como quiera que haya terminado, de este ciclo escolar.
La otra realidad: de un momento a otro, los hijos ya no fueron a los planteles escolares, se quedaron en casa. Los padres no han podido quedarse con ellos. La situación económica de la familia no permite que se puedan quedar para apoyarlos en el desarrollo de las actividades escolares y tuvieron que buscar apoyo con familiares. Durante este tiempo reciben mensajes por parte de los profesores, en donde se les indican las actividades a realizar para poder cumplir con el proyecto escolar.
Además, se deben compartir espacios: de repente la cocina se convierte en lugar de tareas de todos los hijos y si acaso cuentan con una computadora e internet, se organizan para compartir horarios o trabajan a través de mensajes por celular. Otro aspecto para considerar es el propio nivel escolar de los padres, que en muchos casos no cuentan con los conocimientos para apoyar en el desempeño escolar de sus hijos.
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Los alumnos
Son los actores principales, con realidades diferentes. Por un lado, tenemos alumnos que se tuvieron que quedar en casa y transformar su espacio, su recámara, en un salón de clases. En el caso de los más pequeños, con ayuda de sus padres, tuvieron que ver a sus profesores y compañeros a través de una pantalla por largas horas sin poder salir a jugar, sin poderlos abrazar. Por otro lado, los jóvenes más habituados al mundo digital tuvieron que encontrar una nueva dinámica para relacionarse y aprender. Cabe señalar que este sector es el que se encuentra más familiarizado con esta dinámica educativa; aun así, ha significado un alto esfuerzo de adaptabilidad y resiliencia.
En la otra realidad, los niños y jóvenes se tuvieron que quedar en casa, en muchos casos solos o al cuidado de algún familiar, sin los recursos técnicos ideales para poder continuar sus estudios y sin comunicación con sus compañeros y profesores. Tampoco cuentan con el acompañamiento académico para cumplir con las tareas o actividades que permitan continuar con su desarrollo. Aquí está el eslabón más débil. Mientras no se tomen medidas inmediatas y correctas, hay altas probabilidades de que este grupo de estudiantes deserte de la escuela al no encontrar sentido ni motivación para continuar, o que exista una fuerte necesidad de integrarse al mercado laboral a temprana edad.
En ambas realidades, los niños y jóvenes están en una zona de alta vulnerabilidad, no únicamente por el abrupto cambio de la educación académica, sino también por la afectación que pueden tener en temas de salud mental, gestión emocional y en algunos casos de alta violencia intrafamiliar. Ahí está la parte más sensible de todo este panorama: la forma en como ellos estén enfrentando estos cambios y la manera que tengamos para acompañarlos será crucial. En este sentido no únicamente hay que cuidar su saber, sino su ser.
esta crisis es una
oportunidad de
reinventarnos,
reeducarnos,
de desarrollar las
habilidades de innovación,
autoaprendizaje,
de fortalecer nuestra
consciencia social
y de actuar.
EFECTOS DEL CONFINAMIENTO EN LA EDUCACIÓN
Es muy pronto para concluir sobre los efectos de la pandemia en la educación. Sin embargo, ya se pueden vislumbrar algunos cambios, tanto positivos como negativos. Algo positivo fue provocar a nivel masivo la transición de la tecnología en la educación. Quienes se resistían lo tuvieron que hacer y esto, sin duda para quienes les fue posible, sumará. La alfabetización digital para un sector de la sociedad se está consiguiendo a marchas forzadas, como una única opción de no quedarse atrás.
En relación con la parte negativa, los aprendizajes que debieron ser no serán; la parte académica sufrirá una ruptura que requerirá estrategias de alto calibre para solventar los efectos. Por otro lado, se espera un importante incremento en la deserción escolar en todos los niveles.
Según estudios del Centro de Estudios Económicos y Sociales (CEES, 2020), habrá un incremento de 4.3 millones de jóvenes de 15 a 19 años que dejarán sus estudios para incorporarse a las filas de los que no estudian ni trabajan (JNET), generando con ello una cifra total de 10.6 millones de jóvenes en esas circunstancias. Por otro lado, y no menos importante, se esperan aumentos en los niveles de depresión, adicciones, violencia intrafamiliar, embarazo adolescente, entre otros problemas de salud pública.
Además de estos planteamientos, existe una enorme cantidad de temas relevantes a tratar que están generando gran polémica y discusión. Éstos abarcan desde el cuestionamiento de la calidad de los materiales que se están generando, la falta de capacitación para los docentes y padres de familia, hasta el tema de las colegiaturas de las escuelas. Temas todos relevantes, que sin duda deberán ser tratados en su momento de manera recurrente y con propuestas contundentes que marcarán el rumbo de muchas generaciones.
El panorama parece desalentador. Sin duda saldremos adelante en la medida que actuemos con conocimiento, consciencia y mucha responsabilidad social.
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ALGUNAS PROPUESTAS
Cualquier solución tendrá que ser de una enorme envergadura, que considere continuidad, inclusión y equidad, con miras a un corto, mediano y largo plazo. En este sentido la UNESCO (2020, p.1) reconoce: «…la urgencia de tomar medidas inmediatas para minimizar la interrupción de la educación, esta promueve que las gestiones de respuesta rápida se vean complementadas por un enfoque multirriesgo y sostenible de mediano y largo plazo».
Éste es un enorme reto en donde deberemos actuar todos los sectores de la sociedad de manera inmediata, constante y coordinada. Aquí no nos salvamos solos.
A continuación, se mencionan algunas propuestas y, sin duda, habrá varias en las que podamos actuar.
1.Para contar con acciones de alto impacto, el gran orquestador es el Estado, quien deberá cumplir con una de sus más grandes responsabilidades mencionadas en el artículo 3ro de la Carta Magna en donde, entre otras cosas, se compromete a que la educación sea universal, equitativa y de calidad. Su estrategia debe contemplar cumplir la encomienda que se le confió. Promesa que por muchos años no se ha cumplido y difícilmente podremos confiar en que algo cambiará en corto plazo.
2.Capacitar de una forma integral y constante a los docentes, que son la pieza clave de cualquier proyecto y, particularmente, en uno de esta envergadura. Este aspecto será fundamental ya que no únicamente hay que continuar con la enseñanza propia de cada ciclo escolar, sino evaluar el recuento de los daños y tratar de resanar las deficiencias que está dejando esta situación en cada generación.
3.Realizar brigadas de alfabetización digital. Hacer una cruzada para asegurarnos que todo nuestro entorno cuente con una computadora y los conocimientos básicos para disponer de ella. Nadie se puede quedar atrás. Aquí sin duda el sector empresarial y la sociedad civil pueden apoyar de una forma inmediata.
4.Considerando que somos una población de jóvenes, generar brigadas con el perfil adecuado para que, durante su servicio social, puedan apoyar a la población menos favorecida para nivelar y recuperar los conocimientos del ciclo escolar correspondiente. Si es necesario, incluir a padres de familia y docentes que lo necesiten.
5.Supervisar y exigir de manera activa a nuestras autoridades el desarrollo y la aplicación de proyectos y estrategias en favor de la educación, sobre todo aquellas propuestas que apoyen a los jóvenes para evitar la deserción y, en su caso, la pronta integración a su proyecto educativo. Igualmente, privilegiar las iniciativas para apoyar en los temas de salud mental y gestión emocional.
6.Existen muchas propuestas de organismos como la UNESCO, BID, OCDE, e incluso propuestas de la SEP de México, que es recomendable conocer y difundir para entender y dirigir nuestros esfuerzos de una forma coordinada.
CONCLUSIONES
Todo el reconocimiento a los docentes y personal educativo. Son héroes librando la otra gran batalla: educar. La labor que están realizando es monumental, de mucha exigencia actual y de resultados futuros.
Es difícil pensar cuáles serán las consecuencias educativas durante esta etapa, pero sin duda el efecto será para varias generaciones. El objetivo inmediato es claro: disminuir la enorme inequidad educativa.
Por otro lado, esta crisis es una oportunidad de reinventarnos, de reeducarnos, de desarrollar las habilidades de innovación, autoaprendizaje, resiliencia, adaptabilidad, de trabajar en los temas de salud mental y gestión emocional, de fortalecer nuestra consciencia social pero, sobre todo, de actuar. Sirva este análisis para provocar la reflexión, la discusión y la acción.
Como aquellas tormentas que arrasan con todo, pero dejan la tierra lista para nueva siembra, nuevas semillas. Hay que trabajar y, solo así, esperar una buena cosecha. Por ello, lo que hagamos hoy, las acciones que tomemos serán transcendentes y determinarán el rumbo de varias generaciones.
Todo cambió y nada será igual. Está en nuestras manos que sea mejor.