Las empresas mexicanas tienen a su disposición una gran oferta de financiamiento para sus proyectos ambientales y sociales. Solo tienen que acercarse y comprometerse.
El concepto de sustentabilidad deriva de un hecho histórico ineludible: esta era es la del Antropoceno, donde el ser humano está transformando su entorno como nunca, y ello tiene consecuencias en todo el planeta, comienza Emiliano Detta, director adjunto para México del banco de desarrollo alemán KfW en entrevista con istmo.
El mundo gira alrededor del ser humano. El homo sapiens prácticamente ha dominado toda la Tierra, a los animales, y ha expandido su influencia hasta en los lugares más recónditos del planeta. La sustentabilidad es entonces un movimiento que hace a un lado muchas ideas ficticias que la humanidad se ha contado sobre sí misma. «Es regresar a pensar acerca del mundo real: estamos destruyendo el planeta a marchas forzadas».
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EL IMPACTO DE LA HUMANIDAD
Ingeniero Industrial por el ITAM, con maestría en Ingeniería para el Desarrollo Sustentable por Cambridge, se ocupa actualmente de la adquisición de nuevos proyectos de financiamiento sustentable en México, los cuales puedan estar a cargo de este banco del sector público alemán, cuya misión es mejorar las condiciones de vida económicas, sociales y ambientales en el mundo.
«La sustentabilidad es aprender a vivir con límites y ver cómo nuestro modelo económico va cambiando, adecuándolo a una realidad en donde podamos convivir en armonía con el planeta y su biosfera. Hemos destruido 80% de nuestros bosques, contaminando de plástico y otros químicos peligrosos todo el planeta, las emisiones de gases efecto invernadero están alcanzando niveles nunca vistos en cientos de miles de años y la temperatura del planeta está aumentando. Somos los autores de la sexta extinción masiva de especies en la historia del planeta, ya que hemos impactado de una manera dramática a la biósfera, reduciendo de forma significativa la población de animales y plantas».
Lo que urge entonces es tomar conciencia y tratar de minimizar el impacto de la humanidad en el planeta, de manera que ésta pueda seguir viviendo y avanzando, «pero no necesariamente tiene que ser un desarrollo de bienes materiales, sino más bien intelectual, de conciencia o incluso hasta espiritual».
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“Del autoconsumo a tu empresa”, Omar Landa
En ese contexto, muchas ideas y esquemas de organización confluyen en el concepto de desarrollo sustentable. Un aspecto muy relevante es el de las finanzas sostenibles: muchos de los instrumentos financieros disponibles actualmente surgieron con el protocolo de Kioto (que entró en vigor en 2005), en donde surgieron los Bonos de Carbono, que tuvieron una interesante expansión global por unos años.
El tema de sustentabilidad más difundido es indudablemente el del cambio climático, apunta Detta. El financiamiento verde abarca mucho más, pero éste ha sido el primer esfuerzo colectivo de toda la raza humana, señala. Con la llegada del Acuerdo de París proliferaron más fuentes del financiamiento climático, algunas convencionales, otras innovadoras, unas públicas, otras privadas. Gran parte del dinero público proviene de bancos de desarrollo como el propio KfW o de fondos específicos destinados por gobiernos nacionales, como el Fondo Verde para el Clima, así como muchos otros, que se han ido multiplicando y sofisticando con el tiempo.
El sector privado también contribuye, por medio del mercado de bonos y el de renta variable, con capital y colaborando con fondos públicos. Hoy en día se cuenta con instrumentos muy diversos, en acciones, deuda, grants (a fondo perdido) o bien bonos verdes. «La idea es empezar a cambiar el modelo a través de las finanzas, una de las herramientas que tenemos para poder lograr este cambio».
somos los autores de
la sexta extinción masiva
de especies en la historia
del planeta, ya que hemos
impactado de una manera
dramática a la biósfera,
reduciendo de forma
significativa la población
de animales y plantas.
CÓMO FINANCIAR EL CAMBIO
Si bien es cierto que por ahora la lucha por mitigar el cambio climático sigue ocupando el centro de atención, Detta señala que muchos proyectos tienen la ventaja de generar beneficios relacionados en temas como biodiversidad, manejo del agua, etcétera.
«Por ejemplo, cuando protegemos un manglar tenemos un impacto en la biodiversidad, pero también en el cambio climático. La mitigación viene porque el manglar capta mucho carbono a través de las raíces, y lo pone en el suelo, abajo del agua por cientos o hasta miles de años. Los manglares son un ecosistema crítico para mitigar el cambio climático, pero también son un ecosistema muy rico en biodiversidad».
Esta conservación del patrimonio natural es susceptible al financiamiento climático, señala. Otros proyectos son más conocidos, como los dedicados a energías renovables. Aquellas empresas u organizaciones interesadas pueden recibir financiamiento, entre otros mecanismos, a través de la emisión de bonos verdes.
«Los bonos verdes tienen un tema más reputacional que un gran beneficio en tasa. Lo que sí se ha estudiado es que cuando se ofrece un bono verde, existe una sobredemanda en el mercado. Eso es un beneficio, porque vas a poder obtener recursos dependiendo de tu calificación. Hay instituciones que te pueden ayudar a hacer una emisión, que viene con obligaciones y con estándares». Se deben seguir reglas o certificaciones, en donde terceros verifican el uso de los recursos, y en donde la empresa queda obligada a reportar regularmente el destino de los fondos.
La otra alternativa son los créditos, que pueden obtenerse a través de la banca de desarrollo internacional, como es el caso de KfW. De hecho, lo hace tanto a pequeña escala –refinanciando la remodelación de casas para colocar ventanas aislantes más eficientes en Alemania– como a grande. A través de la Sociedad Hipotecaria Federal, esta institución ha promovido en México el programa Ecocasa, que concede préstamos a tasas blandas a los desarrolladores de vivienda, para que puedan incorporar tecnologías ecológicas en las casas, como calentadores solares, aislamiento, etc.
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Otra forma de hacerlo es mediante un blended finance: combinar créditos de este tipo de instituciones con financiamiento comercial, bajando el promedio de las tasas de interés para el proyecto en general. El propio KfW y el Banco Mundial acceden a este tipo de proyectos, cuando existe una justificación como reducción de emisiones o cambio transformativo del mercado. Una forma adicional de blended finance es cuando las bancas de desarrollo o el mismo gobierno promueven garantías, para disminuir el riesgo en créditos a empresas medianas y pequeñas, hacia las cuales la banca comercial pudiera tener reservas.
Por ejemplo, KfW financia un programa a través del Fideicomiso de Ahorro de Energía Eléctrica (FIDE), que consiste en que el Gobierno Federal ofrece las garantías para que el FIDE le preste a pequeñas y medianas empresas, incluso micro, para la instalación de equipos de eficiencia energética, como refrigeradores más eficientes, calentadores solares, equipos fotovoltaicos.
Por medio de los subsidios,
se capacita a las comunidades
para cumplir y obtener certificaciones ambientales, con el fin de
que puedan tener tasas eficientes
de reemplazo y puedan
proteger su biodiversidad.
Un esquema parecido puede ser el financiamiento en conjunto con fondos de inversión privados o de venture capital, de manera que, al tener menores tasas y menor riesgo, éste pueda invertir en determinados proyectos con mayor facilidad, en donde el sector público absorbe parte del riesgo a cambio de un beneficio social o ambiental específico.
Otra forma de trabajar con los bancos de desarrollo internacionales es a través de grants, que son subsidios otorgados por fondos del gobierno alemán (en el caso de KfW) los cuales se destinan a proyectos en los cuales no se espera un retorno. Por ejemplo, comunidades que tienen bosques y quieren vender madera o algún otro producto forestal, pero que carecen de estándares de calidad o de sustentabilidad. Por medio de los subsidios, se capacita a las comunidades para cumplir y obtener certificaciones ambientales, con el fin de que puedan tener tasas eficientes de reemplazo y puedan proteger su biodiversidad. Al mismo tiempo, esta certificación les servirá para tener acceso a un mejor fondeo y a mercados como el europeo, en donde los estándares ambientales son especialmente requeridos en ciertos productos.
En otros casos, señala Detta, se puede crear un fondo para pagar a los ejidatarios por cuidar sus hectáreas de bosque. El pago puede venir a su vez del mercado de carbono, de un donatario o bien del sector público. «Por ejemplo, Sembrando Vida podría convertirse en un Conservando Vida, con un estipendio para conservar los bosques», señala.
Un proyecto más, de blended finance está siendo operado por KfW con el gobierno de la Ciudad de México, por medio de un programa que permite a los taxistas comprar autos eléctricos. En este caso, la ciudad da un subsidio, el banco otra parte y además complementa con un crédito a tasas blandas. «Nos ayuda reducir emisiones, porque al final un carro eléctrico, si bien no es completamente limpio, es más eficiente que uno de combustión interna y reduce emisiones de CO2».
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LOS GRANDES OBSTÁCULOS
Estas son algunas de las labores de KfW en favor de la sustentabilidad en México, que son parecidas a las que llevan a cabo otras bancas multilaterales. Lo importante es saltar obstáculos para poder financiar el cambio. Por ejemplo, señala Detta, en muchos casos hay incentivos perversos, como subsidios mal dirigidos. Tal es el caso en México de la energía eléctrica. «Muchos proyectos no se pueden concretar porque no hay un incentivo financiero para la eficiencia energética. Si mi recibo de luz es de 200 pesos bimestrales, no tengo ningún incentivo para poner focos ahorradores o paneles solares en mi techo, pues no recibo ningún beneficio económico».
Apunta que «hay muchos subsidios a combustibles fósiles o al consumo de agua mal focalizados, Se distribuyen entre personas que quizá no deberían recibirlos, por ejemplo, la clase media alta, que normalmente sí puede pagar ese recibo. Los subsidios mal puestos son una gran barrera, porque distorsionan al mercado».
Otro obstáculo para la sustentabilidad es la falta de una regulación adecuada. Por supuesto, agrega Detta, está la incertidumbre legal. «Son cosas más sistémicas. No tienen que ver con la inversión específica, sino más bien con el Estado de Derecho del país. Otro tema polémico es la corrupción o la falta de transparencia. Sin esta última no habrá claridad sobre un mercado, y esto genera incertidumbre, por lo que no habrá inversión».
En ese sentido, el marco legal es clave para la sustentabilidad en energía, la rama en la que Emiliano Detta está especializado. Existen diversos instrumentos que se pueden desplegar para lograr la sustentabilidad en este sector desde grants para incorporar ecotecnologías en hogares hasta subastas de energías limpias, pero requieren estabilidad legal y regulatoria para su implementación exitosa.
«Muchos países han implementado las famosas subastas de energía en toda Latinoamérica, y eso les da mucha certidumbre a los inversionistas, porque el Estado o un privado se están comprometiendo a comprar un bien a 15 o 20 años a un precio fijo. Esto vence la barrera a la inversión. Muchas veces las tecnologías sustentables son más caras y necesitas más capital, pero si das certidumbre en el largo plazo, se pueden amortizar esos pagos con crédito y puedes vender una energía más barata». En contraste, el cambio de reglas de la noche a la mañana provoca una pérdida de credibilidad del país, y los inversionistas se retiran.
Para entrar con éxito a los proyectos y el financiamiento para la sustentabilidad, las empresas deben empezar con honestidad y transparencia, describe Detta, incluso si su empresa tiene un desempeño ambiental pobre. «Deben empezar por decir que ahora quieren ser más limpias. Sabemos que es un proceso que no se va a realizar en un día, pero deben tener un plan, compromiso, y participación al nivel de la alta dirección. Deben tener un informe de sustentabilidad que se vaya actualizando y abstenerse del greenwash, que es vender cosas verdes que no lo son. Hay que hacer investigación, asesorarse bien con gente que sepa del tema. Al final vivimos en un mundo global y mientras más transparentes y honestos seamos, más confianza se obtiene».