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Derechos, deberes y cocodrilo

Derechos, deberes y cocodrilo
Kofi Yamgnane
Jus. México. 1995, 179 págs.

Quizá el mejor modo de presentar este libro sea en palabras de su autor: un chiquillo del neolítico metido en la marisma de la política, “el producto de una alquimia singular que debe tanto al cocodrilo de Bapuré como al ejemplo de Cristo y a Marianne” (p.178). Un togolés de nacimiento, converso al cristianismo en su adolescencia, nacionalizado francés, afiliado al Partido Socialista Cristiano, y finalmente, Ministro de Integración de la República Francesa. Yamgnane es un caso raro de ciudadano común que de modo repentino se convierte en personaje público, desde el modesto ayuntamiento de Saint-Coulitz hasta la flamante Secretaría de Estado. A ello se debe que sean igualmente “comunes” las ideas que orientan su actuación pública.
La tesis de Yamgnane es sorprendente por su sencillez: “no puede existir una organización social fidedigna sin la noción de deber” (p.132); “por definición, los deberes otorgan los derechos” (p.133); “el derecho se presenta, pues, como el cumplimiento del deber, y éste, como el cumplimiento del derecho” (p.134). Yamgnane insiste en que la principal corrupción de la democracia ha consistido en insistir demasiado en los derechos sin recordar que van ligados necesariamente a los deberes. La experiencia del “poder”, ejercido desde tomar una pala y reparar una calle hasta el grave deber de “integrar” en la sociedad a los marginados, ha mostrado a Yamgnane que muchos problemas sociales se resolverían si la gente recordara que sólo puede reclamar sus derechos cuando ha cumplido sus deberes.
El libro está tapizado, pues, de innumerables reflexiones llenas de sentido común acerca de la autoridad y sus fundamentos (“la injusticia acarrea el desorden”, p.100); de las relaciones Norte-Sur (“el tercer mundo está siempre bajo la tutela de una colonización más o menos disfrazada”, p.102) y el poder (“esa enfermedad mental”, p.63). La conclusión a la que uno llega es que los gobiernos pierden el rumbo cuando dejan de poner los pies en la tierra y se olvidan de su función de servicio, todo ello salpicado de buen humor y optimismo realista (“Cuando uno tiene la pretensión de haber cumplido con su deber, aún está todo por hacerse, y así hasta el final de los tiempos”, p.56).
Pero, ¿dónde quedó el cocodrilo? Yamgnane piensa que su extraña trayectoria se origina en la juvenil separación del hogar africano, que tuvo que ser sancionada por el rito bassar de ofrecer un pollo al cocodrilo, el tótem de la tribu. Los fundamentos del destino, la vocación y la autoridad parecen estar sancionadas por el sentido de lo divino, y “si los designios del Señor son impenetrables, los del cocodrilo no lo son menos” (p.35).
Resulta llamativa, sin embargo, la imagen que tiene acerca de la religión cristiana, aunque también es bastante comprensible por algunas experiencias personales (cfr. pp.68, 73, 109-111) y cierta deficiencia en su formación religiosa (cfr. p.87). En todo caso, la actuación desacertada de algunos católicos no justifica la desacreditación de la doctrina, como el mismo autor reconoce, aunque no desarrolla esta idea consistentemente.

istmo review
No. 386 
Junio – Julio 2023

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