El libro de las virtudes
William J. Bennett
Ensayo
Vergara. México. 1996, 625 págs.
William J. Bennett
Ensayo
Vergara. México. 1996, 625 págs.
El libro de la virtudes es una recopilación de narraciones de diverso origen (desde la Biblia hasta el Tao-Te-King) que trata de ilustrar, con ejemplos prácticos, las diversas actitudes que conforman la personalidad moral del individuo. El libro está diseñado para que lo utilicen padres y educadores a la hora de inculcar buenos hábitos. La justificación de semejante empresa radica en que la educación moral de hoy en día, o no existe, o se ha vuelto un ejercicio abstracto que no ofrece “puntos de referencia específicos” para comportarse. De modo que la exhortación hacia conceptos como la honestidad o el trabajo ha desaparecido o se reduce a un simple sermón sin vida. La colección de relatos pretende llenar esta laguna, ofreciendo ejemplos concretos de la práctica (o ausencia) de las virtudes (o actitudes, o hábitos…).
Puede resultar chocante que la selección se concentre a veces en autores anglosajones, o que la traducción de los versos deje un poco que desear; pero estas dos limitantes se compensan con los excelentes pasajes en prosa y con la idea de que, en nuestra propia tradición hispánica, también abundan las historias sobre virtudes que valdría la pena desempolvar.
Lo llamativo del trabajo de Bennett (ex secretario de Educación de los Estados Unidos) es que se propone rescatar, para un público a menudo escéptico en materia moral, la idea de que las virtudes personales son indispensables para la educación personal; y que éstas sólo se aprenden en el entorno inmediato (la casa y los amigos), a través del ejemplo. No faltará quien piense con escepticismo (y comente con ironía) que no están los tiempos para moralina. Pero si recordamos que frecuentemente echamos de menos precisamente estas virtudes (la franqueza, la lealtad, o al menos la honestidad), quizá coincidamos en que no está de más intentar rescatar la educación moral “a la antigua”. Bennet mismo ofrece una buena justificación de esta idea en la introducción, así que no me queda sino remitir a su libro.
Puede resultar chocante que la selección se concentre a veces en autores anglosajones, o que la traducción de los versos deje un poco que desear; pero estas dos limitantes se compensan con los excelentes pasajes en prosa y con la idea de que, en nuestra propia tradición hispánica, también abundan las historias sobre virtudes que valdría la pena desempolvar.
Lo llamativo del trabajo de Bennett (ex secretario de Educación de los Estados Unidos) es que se propone rescatar, para un público a menudo escéptico en materia moral, la idea de que las virtudes personales son indispensables para la educación personal; y que éstas sólo se aprenden en el entorno inmediato (la casa y los amigos), a través del ejemplo. No faltará quien piense con escepticismo (y comente con ironía) que no están los tiempos para moralina. Pero si recordamos que frecuentemente echamos de menos precisamente estas virtudes (la franqueza, la lealtad, o al menos la honestidad), quizá coincidamos en que no está de más intentar rescatar la educación moral “a la antigua”. Bennet mismo ofrece una buena justificación de esta idea en la introducción, así que no me queda sino remitir a su libro.