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Los hacedores de cerebros

Los hacedores de cerebros
David H. Freedman
Ed. Andrés Bello. Chile. 1995, 272 págs.

La idea de construir máquinas inteligentes ha fascinado a los hombres desde la antigüedad. Pero apenas hemos logrado que nuestras máquinas alcancen niveles de comportamiento de seres unicelulares o invertebrados y, de hecho, algunos robots inteligentes reciben el nombre de “cucarachas”, “piojos” o vida artificial. No sólo se busca crear circuitos pensantes, también memorias inteligentes, cromatóforos y microtúbulos neuronales que permitan ir diseñando paso a paso cada una de las propiedades, mejoradas, del sistema nervioso humano.
La producción de “nano robots” ya ha comenzado. No sólo limpiarán arterias taponadas por colesterol, podrán combatir a los virus del SIDA, crecer y organizarse en cuadrillas para construir cualquier tipo de edificación que se les ordene.
Descubriremos que hay granjas de robots, perros electrónicos que entran en el software y lo ordenan, ecologías artificiales creadas con plantas, animales, células e incluso formas de vida abstractas dentro de las computadoras y lo más asombroso: evolucionan. Y máquinas que han comenzado la senda de la intuición, por medio de la mecánica cuántica y…
¿Cree que esto es ciencia ficción? Lo reto a leer Los hacedores de cerebros, del divulgador científico David Freedman, donde nos daremos cuenta de que estos apuntes son sólo una mínima parte de lo que se está realizando en el campo de la inteligencia artificial.
Dos parecen ser las grandes corrientes que motivan la actual investigación. Las orientadas a un software cuyas coordenadas permitan, a través de un silogismo lógico, establecer conductas inteligentes, y las que proponen que no debe interesarnos lo que ocurre dentro del aparato, sino sólo el que éste funcione dando como resultado respuestas brillantes.
Dentro de la primera corriente, se encuentran pensadores tan notorios como Marvin Minsky y sus seguidores y patrocinadores del Laboratorio de Inteligencia Artificial del Instituto de Tecnologías de Massachusetts; Roger Shank, desarrolló los programas expertos ahora ayudados por Multimedia; y el filósofo y constructor de la Gran Máquina Inteligente, Doug Lenat insiste en que es posible crear un programa de aprendizaje de máquina al cargar dentro de una memoria (cuyo costo es de 25 millones de dólares) cuanto sabemos del mundo hasta el día de hoy.
Contrarios a esta tendencia hallamos a científicos y técnicos de las más diversas áreas. No sólo en los Estados Unidos, sino también en Europa y Japón se trabaja en este orden de cosas. Masuo Aizawa en Yokohama construye cerebros artificiales electro-biológicos. A la vez, Gen Matsumoto trabaja en cascos que leerán la mente, retinas de silicio y dispositivos superconductores de interferencia cuántica (SQUIDs), tomografía de positrones y sistemas ópticos de obtención de imágenes provocadas por cambios fotónicos. Él denomina “cámara de pensamiento” al mecanismo que está creando. El Proyecto Sexta Generación o del Mundo Real tiene como propósito declarado lograr capacidades computacionales semejantes a las del cerebro humano para el año 2002. El gobierno de Japón subvenciona con 500 millones de dólares la investigación, una aportación simbólica frente a la compañía Fujitsu que invierte 1,000 millones de dólares anuales en esta materia.
Otras investigaciones se acercan a motores moleculares bacterianos, estructura de la memoria del ADN y el modo de realizar una interfaz entre proteínas y circuitos eléctricos o electrónicos, a este tipo de máquinas se les denomina biosensores. Muy pronto habrá biomotores que se alimentarán de luz solar mediante fotosíntesis y autoensamble.
No se pierda esta aventura. Apenas hemos salido del cascarón.

istmo review
No. 386 
Junio – Julio 2023

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