Dios en el banquillo
C.S. Lewis
Ensayo
Andrés Bello. Chile. 1996, 170 págs.
C.S. Lewis
Ensayo
Andrés Bello. Chile. 1996, 170 págs.
El célebre autor de Cartas del diablo a su sobrino, dedicó buena parte de su tiempo a discutir en la arena académica (y muchas otras, en la popular) diversas cuestiones planteadas, quizás por su condición de converso, en torno a su fe. Muchos de estos ensayos constituyen el presente libro. Y el tema planteado en todos ellos es el mismo: Dios, a quien la tradición había atribuido la tarea de juzgarnos a todos al final de los tiempos, es sujeto a juicio en los nuestros. Y como todo acusado tiene derecho a un defensor, Lewis aparece ahora como el “defensor de oficio”.
Está el asunto de los milagros, la religión, la ciencia, el derecho a la felicidad, el sacerdocio femenino o la misma personalidad de Jesucristo. En todos los casos, Lewis apunta que la respuesta no es sencilla (si lo fuera, ¿qué mérito tendría creer?), pero la respuesta “ortodoxa” es siempre razonable. Es cuestión de decidir qué creer: si lo que impidió la invasión de Israel por parte de Senaquerib fue una intervención angélica o la coincidencia de que los ratones devoraron las cuerdas de los arcos del ejército enemigo; si nos quedamos con la doctrina moral de un hombre que se creía Dios o aceptamos que era verdaderamente el Hijo de Dios… En resumen: se trata de decidir si lo que los enemigos del cristianismo llaman “mitos” se han convertido en realidad.
La obra es, entonces, una “apologética soft”, con algunos intentos de respuesta a cierto tipo de preguntas que todo mundo nos hemos formulado alguna vez acerca del “fenómeno cristiano”. En la escuela hemos aprendido todos los cargos contra Dios… y parece que, en aras de la justicia, deberíamos escuchar qué dice en descargo la defensa.
Está el asunto de los milagros, la religión, la ciencia, el derecho a la felicidad, el sacerdocio femenino o la misma personalidad de Jesucristo. En todos los casos, Lewis apunta que la respuesta no es sencilla (si lo fuera, ¿qué mérito tendría creer?), pero la respuesta “ortodoxa” es siempre razonable. Es cuestión de decidir qué creer: si lo que impidió la invasión de Israel por parte de Senaquerib fue una intervención angélica o la coincidencia de que los ratones devoraron las cuerdas de los arcos del ejército enemigo; si nos quedamos con la doctrina moral de un hombre que se creía Dios o aceptamos que era verdaderamente el Hijo de Dios… En resumen: se trata de decidir si lo que los enemigos del cristianismo llaman “mitos” se han convertido en realidad.
La obra es, entonces, una “apologética soft”, con algunos intentos de respuesta a cierto tipo de preguntas que todo mundo nos hemos formulado alguna vez acerca del “fenómeno cristiano”. En la escuela hemos aprendido todos los cargos contra Dios… y parece que, en aras de la justicia, deberíamos escuchar qué dice en descargo la defensa.