Así charlaba con Emma Godoy
Janett Arceo
Testimonio
Vergara Editores. México. 1998, 192 págs.
Janett Arceo
Testimonio
Vergara Editores. México. 1998, 192 págs.
Los antiguos manuales de buenas maneras, afirman que escuchar las conversaciones ajenas es, por lo menos, una grave descortesía. Sin embargo, hay contadísimas ocasiones en que el oído percibe no un vano chismorreo sino un diálogo fecundo que igual beneficia a sus protagonistas como a los curiosos circundantes. En tales circunstancias, vale la pena poner a buen recaudo las reglas de etiqueta. Este libro nos permite ocupar un lugar privilegiado para entrometernos en una sustanciosa conversación entre dos íntimas amigas. Sin complicaciones, con un estilo tan coloquial que a veces hace extrañar una más esmerada corrección de estilo, Janett Arceo, comunicadora de vasta trayectoria, repasa sus años de amistad con doña Emma.
Así charlaba con Emma Godoy recoge, en esencia, su pensar filosófico y teológico y, ya por eso, valdría la pena. Pero, además, retrata con fidelidad la seductora personalidad de una mujer que supo hacer de su existencia una obra de arte, llena de alegría y gusto. Desde el análisis de los más altos conceptos teológicos hasta la mejor manera de disfrutar un jugo de caña o de acariciar a su querida «Chin-gata», Emma dio cátedra de lo que es realmente el buen vivir: arriesgarlo todo en pos de causas nobles, trabajar sin descanso para hacerlas realidad y dejar en manos de Dios, alma, vida y corazón.
Frases cazadas al vuelo, miradas que se contemplan con la insondable profundidad del cariño, el recuerdo de la Maestra y la fidelidad de su amiga, nos regalan un libro que se recorre aprisa, se repasa varias veces y es imposible leer sin una sonrisa. Ni más ni menos.
Así charlaba con Emma Godoy recoge, en esencia, su pensar filosófico y teológico y, ya por eso, valdría la pena. Pero, además, retrata con fidelidad la seductora personalidad de una mujer que supo hacer de su existencia una obra de arte, llena de alegría y gusto. Desde el análisis de los más altos conceptos teológicos hasta la mejor manera de disfrutar un jugo de caña o de acariciar a su querida «Chin-gata», Emma dio cátedra de lo que es realmente el buen vivir: arriesgarlo todo en pos de causas nobles, trabajar sin descanso para hacerlas realidad y dejar en manos de Dios, alma, vida y corazón.
Frases cazadas al vuelo, miradas que se contemplan con la insondable profundidad del cariño, el recuerdo de la Maestra y la fidelidad de su amiga, nos regalan un libro que se recorre aprisa, se repasa varias veces y es imposible leer sin una sonrisa. Ni más ni menos.