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Periodistas ¿del estrellato a la extinción?

«Son una especie en extinción, destinada a correr la misma suerte de los dinosaurios». Para Michael Crichton, autor de Parque Jurásico, eso son los periodistas cara al futuro. La frase puede parecer jocosa y quizá algo exagerada, pero de ninguna manera vacía de contenido. Allí está, para probarlo, el «Comité de Periodistas Preocupados» [CPP], creado el verano de 1997 por un grupo multidisciplinario de profesionales de la información intranquilos por el porvenir del periodismo. En su declaración de principios, presente en la red de Internet [www.journalism.org] señalan: «El grupo cree que éste es un momento crítico en el periodismo de los Estados Unidos. Cambios revolucionarios en la tecnología, en los intercambios económicos, en nuestra relación con el público amenazan los principios fundamentales que definen el papel de los periodistas en una sociedad democrática».
No es, por tanto, todo culpa del Internet, por más que los cambios que ha provocado en la difusión de comunicaciones en las sociedades más desarrolladas han sido extraordinarios. La red cibernética ha representado un golpe y un desafío inéditos para el periodismo tradicional, pero el problema viene de más atrás. Hace más de una década Harold Evans, antiguo director del Times de Londres, cuestionó la supervivencia de los diarios al señalar con gran agudeza que: «La cuestión no está en saber si la prensa seguirá existiendo, sino en saber si lo que va a existir tendrá algo que ver con el periodismo». Los problemas en ese momento tenían más relación con el contenido que con el continente. Triunfaba la prensa arrevistada pensada para entretener a un público icónico a quien había que darle la televisión también de manera impresa. Capitaneados por USA Today, surgía y triunfaba en la aldea global un engrendo hilemorfista de espíritu y materia, de imagen hecha tinta, o viceversa, denominado «Print TV». Esta prensa emotivista, empacada para el gran público de todo el mundo, nacía sin compromisos que pudieran afectar sus ingresos. De allí que cuestionara al mínimo el status quo. De allí el énfasis en informaciones y comentarios «políticamente correctos», o francamente ajenos a la disputa política y social, como la espectacular información metereológica, la vida de los artistas, etc.

COCTEL EXPLOSIVO

Las audiencias se fragmentan en innumerables segmentos; miles de nuevas organizaciones sociales toman conciencia de su papel de «fuentes» de información y entran directamente a la arena cibernética a proporcionar por sí mismas las noticias y comentarios que antes debían pasar por el filtro de los periodistas tradicionales. Las empresas de comunicación se transforman, se fusionan, se replantean sus mercados y objetivos, creando una tremenda crisis de identidad de la profesión. Si hace una década la moda del cambio consistió en transformarse de empresas periodísticas a informativas, ahora la digitalización y el crecimiento del Internet recomienda otro escalón: de empresas informativas a audiovisuales. Es que la materia prima está digitalizada y la noticia sólo impresa no tiene tanto impacto. Es mejor si va acompañada con sonido e imagen porque viaja mejor y más cómodamente por el Internet. Puede venderse también a otras empresas multimedia, archivarse en bases de datos y comercializarse innumerables veces. Se transforma radicalmente en su forma y en su fondo. La propia audiencia es ahora un cliente para venderse en forma de bases de datos a otros participantes en el mercado de la información.
El CPP advierte la paradoja de que sus inquietudes sobre el futuro de la profesión se den, precisamente, en plena sociedad de la comunicación, caracterizada por una enorme oferta de información y una notable profesionalización de los reporteros. «Existen dice el CPP hasta dudas sobre el significado de las noticias. Dudas evidentes cuando instituciones periodísticas serias se deslizan hacia la opinión, el “infotainment” (información teñida de entretenimiento) y sensación fuera del equilibrio con las noticias… El cambio es necesario. Sin embargo afirmamos que algunos de los principios esenciales del periodismo permanecen».
En menos de un año, 900 periodistas han firmado la declaración. El comité ha organizado una serie de conferencias y debates en varias partes de los Estados Unidos. Una de ellas fue auspiciada por la Escuela de Periodismo de la Universidad de Berkeley bajo el titulo: «Excelencia, periodismo y nuevos medios de comunicación». La conferencia sacó a relucir muchos aspectos, algunos polémicos, sobre esta problemática, que ahora comentaremos.
¿CÓMO SOBREVIVIRÁ EL PERIODISMO?
Para Bill Kovach, presidente del Comité de Periodistas Preocupados, la función de los periodistas es producir «un mapa con el cual los ciudadanos pueden sortear los obstáculos de su día». El problema es que el territorio se ha vuelto sumamente complejo y existen demasiados competidores que han puesto en jaque el corazón de la profesión periodística tradicional: su capacidad de mediación. En este punto, el más delicado es la discusión sobre el futuro del periodista; existen posiciones muy extremas, algunas casi utópicas, como la de John Markoff, corresponsal del New York Times para la costa Este de los Estados Unidos y especialista en tecnologías de información y comunicación.
Según Markoff, debido a la proliferación de las cámaras de video en las computadoras, al ancho enorme en las bandas de transmisión de las telecomunicaciones y, sobre todo, a la cultura hipermediática que permitirá que las gentes vean y refieran las cosas por sí mismas desde sus computadoras, el periodista para los nuevos medios pasará mucho más tiempo detrás de los monitores que detrás de la gente en la calle. El riesgo: periodistas convertidos en reempacadores de video, burócratas de escritorio.
No obstante el determinismo tecnológico de su posición, Markoff asienta un profecía en la que todos los periodistas, preocupados o no por el futuro de su profesión, están de acuerdo:
Sólo el periodismo de investigación, el que descubre lo que otros no ven ni saben, sobrevivirá.
Para Louis Rosetto pionero del periodismo cibernético y fundador de la revista Wired, las bases de apoyo de los nuevos medios se están desmoronando por el lado de la economía y de los receptores, y exigen nuevos cimientos. Y no son sólo los nuevos medios los que tienen problemas a la hora de hacer su plan de negocio; son los medios en general. ¿Qué papel deberán jugar éstos en el futuro? ¿Cómo van a financiarse? ¿Cuáles son sus fundamentos económicos?
La cada vez mayor fragmentación de las audiencias está derribando el viejo concepto de la publicidad dirigida a públicos amplios y que ha sido la base de los medios actuales. La medición del rendimiento sobre la inversión cada día se vuelve más complicada.
Aunado a esto, Rosetto ve el problema de la baja rentabilidad de las «noticias minúsculas». Para añadir cualquier valor personal a las noticias en el periodismo televisivo, es preciso invertir una enorme cantidad de esfuerzo, que cada vez resulta más o­neroso para las empresas. Como a la larga esta situación es insostenible, la tentación de recurrir al ambiente interactivo se hace más apremiante porque allí tú puedes diseñar las cosas exactamente como las deseas.
Con estos problemas económicos en la base misma de los negocios informativos Louis Rosetto oprime el click del ratón, en una tecla medular: «la pregunta entonces realmente no es si los nuevos medios de comunicación tienen un plan de negocios para el futuro, es si los medios masivos tienen un plan que pueda soportarse a sí mismo en el futuro».
Para la veterana periodista Betty Medsger la supuesta dicotomía entre «viejos» y «nuevos» medios, era un asunto no sólo largamente estudiado y discutido ya, sino de una realidad que exigía responder qué había sucedido con esa sinergia. Pero quedan aún nuevas preguntas en el aire, o, si se prefiere, en el ciberespacio. Una de estas cuestiones, está relacionada con los «vínculos» que pueden establecerse entre una «página» de la Web y otras, fenómenos que constituyen una de las diferencias más radicales entre la publicación en el ciberespacio y la publicación impresa. Las redacciones pueden tomar posiciones sesgadas en un asunto dependiendo de las direcciones a las que apunten en dichos «vínculos», proporcionando también más información sobre un tema o empresa que sobre otra. Hasta ahora, las reglas generales de algunos de estos nuevos medios son: «Establecer vínculos a todo lo que sea relevante para los lectores: hacerlo siempre que sea posible al material de la fuente original, y a la página Web más directamente relacionada al tema, de preferencia a la página ancla».
También se han dado discrepancias significativas en cuanto a las implicaciones del trabajo en un medio tradicional y en otro moderno. Para algunos, el periodismo en uno y otro es básicamente el mismo si se enfatiza el rigor en ambos casos. Todd Oppenheimer de Newsweek Interactive no lo cree así. «Es una locura dice pensar que los nuevos medios son como los antiguos». Lo apoya Pamela Pfiffner, de ZDTV quien afirma que ahora «hay que pensar más que antes en la presentación, hay que pensar más en la tecnología». Pero recuerda también que apenas un 10 por ciento de los usuarios miran video en la Web y que los creadores no deben olvidar los usuarios para quienes los «sites» más sofisticados se vuelven inaccesibles.
Muchas preguntas sobre el futuro del periodismo siguen en el aire. El hecho de que una gran parte de la población mundial no tiene ni siquiera acceso a un teléfono, y apenas sabe leer y escribir, presenta un reto gigantesco para la denominada «sociedad de la información». Una cosa, sin embargo, es cierta. Cualquiera que sea el instrumento del que se valga el periodista para conseguir procesar y difundir su información, nada tendrá que ver con el único valor que hace que su trabajo sea o no aceptado: la credibilidad. Todo lo otro, es perderse en los instrumentos.

istmo review
No. 386 
Junio – Julio 2023

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