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Obesidad: problemática de peso completo

La obesidad se considera la epidemia global del siglo XXI. Es uno de los principales desafíos que enfrentará la comunidad científica, de acuerdo a la OMS. Se le sitúa además como un fenómeno tan peligroso como el tabaco, el colesterol, la hipertensión y la vida sedentaria.
El país más afectado por la epidemia del sobrepeso es Estados Unidos; actualmente 22.5% de la población se encuentra en una situación de obesidad clínica. En 1980 la cifra estaba cerca de 14.5%. En la práctica esto supone que la mitad de los adultos pesa más de lo que le conviene desde el punto de vista de la salud.
En la población infantil el porcentaje de gordos va en aumento en cifras similares; en los últimos 20 años el porcentaje de niños con problemas de peso aumentó de 15.2% a 22.3%; y el de niñas, de 15.8% a 22.7%. La OMS piensa que se debe, en buena medida, a la vida sedentaria (abuso de TV y coche) y al aumento de grasas en la alimentación; sin olvidar que algunas personas las acumulan fácilmente por factores genéticos.
El límite entre el peso adecuado y el excesivo lo determina el índice de masa corporal, que relaciona peso y altura. Se consideraba obesos a quienes superaban el índice 30 de masa corporal, ahora se pretende bajarlo a 25. Con esta medida, cerca de 29 millones de ciudadanos americanos que se creían en el peso ideal pueden ser catalogados como gordos. 97 millones de adultos estadounidenses se considerarían obesos.
La Unión Europea, también preocupada por el tema, financió un proyecto cuyo objetivo es potenciar la actividad física para reducir los efectos negativos del sobrepeso, pues el miedo a engordar ha llevado a combinar anfetaminas, sedantes, diuréticos, hormonas tiroideas, extractos de otras sustancias glandulares, etcétera. A corto plazo reducen el peso, pero el rebote hace que se recupere pronto, junto con peligrosos efectos secundarios.
Son famosas las astronómicas cifras que invierten los laboratorios estadounidenses en busca de la pócima mágica: más de 33,000 millones de dólares al año en productos y servicios para adelgazar.

PARADIGMAS Y PARADOJAS

Curiosamente, junto con esas advertencias ante el peligro para la salud que supone la obesidad, en todo el mundo hay gordos que gozan de merecida fama de gente tranquila y bonachona, que se toma con buen humor su demasía. Hasta se organizan jocosos concursos basados en el exceso de grasa. En Tailandia, por ejemplo, se elige a Miss «Yo soy gorda», cuyos beneficios económicos se destinan a la supervivencia de los elefantes. El premio de 1998 recayó en Marisa Rungrueng, de 28 años.
Desde el punto de vista estético y con una carga ética de interés, es conocida la campaña de The Body Shop red de tiendas especializadas en el cuidado de piel y pelo que defiende la autoestima femenina. Se basa en que de las 3,000 millones de mujeres en el mundo, sólo 8 son supermodelos y, por tanto, las 2,999999,992 restantes tienen algún complejo al no cumplir los cánones de belleza impuestos por los medios de comunicación.
Anita Roddick mente rectora del proyecto y dedicada además al activismo en pro de los derechos humanos abrió en 1976 su primera tienda en Brighton, Inglaterra, inspirándose en métodos de diferentes culturas para el cuidado de piel y cabello; hoy la firma cuenta con más de 1,600 tiendas en 47 países.
Después lanzó a Ruby, muñeca rolliza y sin complejos, de formas generosas, que lucha por reconciliar a la mujer con su imagen. Ruby no reivindica la gordura pero trata de asumir gozosamente sus peculiaridades y el «quiérete tal como eres». Se creó con la intención de mofarnos un poco de la idealización de la belleza: «Puede que no sea Miss Mundo pero ¡soy yo misma! Y creo que soy fantástica».
La muñeca de Roddick critica la publicidad y los medios de comunicación que han conseguido persuadir a las mujeres de callarse, estirarse la piel y hacer dieta: alienarse a sus cuerpos. Es decir, han tratado de «enseñarnos» a despreciar las llantas, estrías y arrugas; a menospreciar signos de cómo hemos vivido y amado la vida; de cómo hemos criado a nuestros hijos, de cómo hemos disfrutado de buenas comidas, de una copa y de la risa, de cómo hemos sufrido, nos hemos repuesto y hemos continuado hacia adelante.
Roddick pretende encontrar un nuevo concepto de belleza que no se base en un ideal, sino en lo real, en la diversidad y en la celebración de lo que somos.
Su idea de una mujer bella es una persona cariñosa, curiosa, alegre y compasiva. Y entre sus planes está persuadir a los poderes públicos para que incluyan la autoestima como parte del curriculum escolar.
En el extremo opuesto está la dolorosa anécdota contada por la madre Teresa de Calcuta: «En una ocasión me hice cargo de una niña que andaba errante por las calles. Llevaba el hambre dibujada en su rostro ¡Qué sé yo el tiempo que habría pasado desde la última vez que había comido algo! Le di un trozo de pan. La pequeña se puso a comerlo migaja a migaja. Le dije: Come, come el pan. ¿Es que no tienes apetito? Me miró y me dijo: Es que tengo miedo de que cuando se termine aún me quede con hambre».
EL CUERPO: AZÚCAR AMARGA
Las glotonerías, las hambres y tantos problemas derivados de los trastornos alimenticios podrán solucionarse mejor en la medida en que se profundice sobre cómo incide la alimentación en la persona; para ello hay que adentrarse en una visión del papel del cuerpo, a fin de cuentas, primer receptor de los alimentos.
Al tratar con jóvenes y adolescentes la formación puede penetrar más si se crea un ambiente fértil, donde arraiguen las convicciones y conocimientos sobre la corporalidad de la persona, que si barajamos cifras impactantes y rigurosas.
En la historia, el cuerpo se ha considerado de diversas formas. Desde la Antigüedad hasta finales de la Edad Media se pensó que estaba constituido por cuatro elementos fundamentales: agua, tierra, aire y fuego. La proporción de cada uno daba lugar a los humores y su desequilibrio era una de las causas del «mal humor», expresión que ha llegado hasta nuestros días.
Pitágoras, Platón y el neoplatonismo tenían una visión negativa de él. Para Sócrates el cuerpo era algo secundario, y para Platón alma y cuerpo eran dos realidades contrarias cuya unión era violenta.
La filosofía aristotélico-tomista destaca el carácter relacional entre cuerpo y alma. Aristóteles señaló que constituyen una sola estructura y santo Tomás pensaba que es una unión sustancial de dos realidades incompletas.
En los siglos XVII y XVIII, con la influencia de Descartes, se despreció la visión unitaria y sustancial del hombre. Ahora alma y cuerpo son dos sustancias completas y autosuficientes, unidas accidentalmente. De aquí surgen distintas teorías como el idealismo o el empirismo.
Desde la visión antropológica, el cuerpo es fácil de describir pero difícil de comprender, tanto en sí mismo, como en su relación con la propia persona, con otras y con el medio ambiente.
Sin dejar fuera ninguna teoría, incluso admitiendo que en todas hay algo o mucho de verdad, es preciso reconocer a la persona como un todo, donde el cuerpo es personal e incide de tal modo en nuestro ser y actuar que podemos reconocer con muchos pensadores: «yo soy mi cuerpo, pero no lo soy absolutamente, porque lo tengo, pero no lo tengo absolutamente, porque lo soy».
Lo anterior se explica al considerar que el cuerpo humano posee:
Carácter expresivo: Su presencia, interioridad, palabra, incluso el cuerpo como tal, expresan a la persona; suponen el medio para el encuentro con otros. Los deseos y carencias se manifiestan a través de expresiones corporales; no hay comunicación personal sin un ademán, un gesto, un abrazo, una lágrima.
Carácter de apertura: por él se está y habita en un espacio y un tiempo, la realización humana es siempre un acontecimiento temporal que ocurre en un lugar.
Cierta ambigüedad: porque sirve de puente en nuestras relaciones, pero a la vez actúa como barrera y frontera; constantemente está expuesto al desarraigo y al logro.
Opacidad en la comunicación: no es suficiente el cuerpo para entendernos; precisamente su resistencia y límites exigen su educación y adiestramiento.
En definitiva, el cuerpo no es algo trivial o neutro, es la misma persona en su dimensión visible. Desde esta perspectiva se atisba que no se puede tratar de cualquier manera; alguien ha comentado que para que no nos domine habría que considerarlo como al mejor amigo, pero al mismo tiempo como al peor enemigo.
¿EL FLACO AL POZO Y EL GORDO AL GOZO?
La tendencia a la felicidad, innata en el ser humano, es evidente. ¿Qué papel juega el cuerpo? ¿Cómo influye la comida en el tema?
Recientemente el Psychological Assesment de la Universidad de Ohio publicó que la felicidad se logra cuando se cumplen 15 tipos de deseos que todos anhelamos. La dificultad para valorar cómo afectan a cada individuo, llevó a elaborar el test llamado Perfil de Reiis para medir las diferencias individuales respecto a los deseos y poder diagnosticar la salud mental.
Los deseos enumerados son: comida, sexo, honor, orden, trato social, prestigio, poder, independencia, venganza, patriotismo, ejercicio físico, aprendizaje, tiempo con la familia, no ser rechazado y evitar el dolor.
Sin adentrarnos en el grado de felicidad que proporciona ese conjunto, podemos destacar que no parece fácil lograrlo todo. Una vez más se puede aplicar el dicho de que la felicidad humana es un rompecabezas al que siempre le falta una pieza, o que la vida es como la sinfonía de Schubert inacabada. Pero al fin y al cabo, un bello rompecabezas y una sinfonía.
No es casualidad que el primer deseo citado sea la comida, se confirma de nuevo el valor del cuerpo.
Con frecuencia se confunden los términos placer y felicidad. En mi opinión, mientras que la felicidad es la meta, inalcanzable e inagotable al mismo tiempo, el placer es un camino alcanzable y agotable.
Antropológicamente los placeres humanos pueden agruparse en tres tipos, cada uno facilita un campo concreto de cotas para ser feliz. La comida facilita la subsistencia individual, el sexo la de la especie y el espléndido abanico de placeres espirituales abre a la totalidad individual y colectiva de felicidad.
Sin una formación adecuada, el hombre, al ver que no logra esos 15 deseos universales o esa felicidad inagotable, puede y de hecho aquí está el meollo de nuestro tema reducir sus ansias de felicidad universal a los ámbitos alcanzables, pero agotables, de comida y sexo.
EL INCOMPLETO PLACER DE COMER
Lo propio de la naturaleza humana no es la ruptura ni la destrucción, sino una articulación armónica de sus instancias operativas: la normalidad psicobiológica. Para lograrla, es evidente la necesidad de alimentarse, que además supone una obligación y un placer.
El placer como ya lo definió Aristóteles es una actividad de la disposición natural sin trabas. Como la alimentación es un deseo natural, su ejercicio es placentero.
Pero todos hemos comprobado que el placer y también se aplica al dolor no incide por igual en toda clase de juicios y sentimientos; por ejemplo, no nos afecta el estado de ánimo para reconocer que los ángulos de un triángulo valen dos rectos.
Placer y dolor afectan a los juicios prácticos, éticos, a las costumbres. Se requieren normas para regular lo instintivo a ese nivel. El impulso instintivo se despliega y culmina según su propia ley biológica. Por tanto, se debe regular el cumplimiento de esa ley para que esté al servicio de la persona completa.
Cuando las leyes biológicas no se cumplen, en principio no se viola la ley eterna ni la humana; lo que hay es una enfermedad. (Se ha dicho certeramente que Dios perdona siempre, el hombre algunas veces y la naturaleza nunca.)
A su vez, la normalidad psicobiológica en la que incide la alimentación no es condición necesaria, sino favorecedora, para conseguir todos los retos de ser persona. Aunque tal normalidad no garantiza una personalidad madura, habrá que comer para ser anímica y corporalmente normal, pero habrá que hacer mucho más para ser un profesional competente, alguien socialmente justo y moralmente íntegro.
En definitiva, la alimentación no lo es todo ni es el único ángulo desde donde puede plantearse la madurez de la persona. Las dimensiones biológicas, por importantes que sean, no agotan el contenido del corazón ni del pensamiento; deben garantizar la supervivencia y facilitar el cumplimiento de los otros deseos humanos (los 14 restantes según el Perfil de Reiis).
La Ética a Nicómaco muestra que el deseo natural más propio del hombre, y por tanto el que mayor felicidad le reporta, es el saber. Ahí estriba también el placer más continuo, firme y exento de elementos desagradables.
A COMER TAMBIÉN SE APRENDE
Actualmente la educación alimenticia es una asignatura pendiente; recuerdo un personaje de la política a quien preguntaron qué le gustaría no tener, «20 kilos», respondió. El entrevistador indagó qué hacía para no engordar, «sólo tomar sacarina para acallar la conciencia». ¿Por qué ese hombre se sentía culpable?
Nadia Fusini, escritora ex anoréxica autora de Su boca más que nada prefería (Anagrama), dice que la anorexia no es falta de comida, sino de afecto; no nace de querer parecer una modelo, sino de hambre de amor, de la necesidad de alimento espiritual.
El gran dietista español, Grande Covian, defensor de la dieta mediterránea, confirmaba cómo un adulto que se quisiera alimentar a base de pastillas necesitaría al día alrededor de medio kilogramo, es decir, unas 9,000 pastillas.
Sirvan estos tres datos para mostrar la relación entre la comida, la persona desde la perspectiva corporal y la persona desde su dimensión social.
Se trata de no olvidar que en el hombre la inteligencia y los instintos establecen relaciones de colaboración y discrepancia; la educación alimenticia ha de ser garante de la libertad y concorde con la naturaleza.
En esa relación, la mesura transforma la necesidad en una sensación de liberarse de la servidumbre y disonancias de los apetitos inferiores, subjetivamente acompañada de equilibrio, paz y plenitud interior.
Comprobar que no tenemos absoluto dominio sobre nosotros mismos facilita considerar la vida como prestada tanto la propia como las ajenas. Nuestra vida no es tan nuestra que podamos funcionar egoístamente, ni tampoco apropiarnos de la de los demás.
Debemos cuidar el cuerpo, pero hasta cierto punto. Mucho más que lo expresado por algunos puritanos ingleses del XVIII: «Todas las mujeres de cualquier edad, clase, profesión o educación o situación, sean vírgenes, solteras o viudas, que dominen, seduzcan y atraigan traidoramente al matrimonio o a cualquier súbdito de su majestad, con perfumes, pinturas, agua, cosméticos, dientes artificiales, cabello falso, postizos, ballenas de hierro, aros, tacones elevados o caderas rellenas, incurrirán en las penas legales contra brujería y delitos análogos y el matrimonio, si hay condena, se considerará nulo o inválido».
No es lógico absolutizar ni trivializar el tema. Si resumimos mucho podemos afirmar que cualquier alimento contiene algunos nutrientes no todos, además de llevar aditivos, residuos, placebos, publicidad, e influir en nuestro desempeño físico y mental.
Teresa Aldrete, mexicana experta en nutrición y en neuropsicología en el aprendizaje, subraya la importancia del factor nutricional. Trabaja desde hace 24 años con niños que presentan dificultades en la atención y ha investigado, por ejemplo, el antagonismo entre algunos alimentos, el orden en que se ingieren las grasas y carnes dificultan la lucidez mental, los efectos desinhibidores de otros, como el jugo de naranja, o calmantes como el pan.
A nivel cultural medio, se puede afirmar que no hay un régimen alimenticio perfecto aunque sí muchos buenos, como el que se hace en compañía y que facilita el cumplimiento de esos otros deseos humanos.
El cine que enseña a pensar con los ojos ha enriquecido tradicionalmente este tema, baste recordar El festín de Babette, Comer, vivir y amar, El olor a papaya verde, La edad de la inocencia
POSTRE Y CAFÉ
Quizás nunca se resolverán las distintas sensaciones de fracaso, de falta de autoestima, etcétera, que pueden afectar a la gente por una presencia física no paradigmática. A los educadores les compete poner ese aspecto en el sitio debido, ni trivial ni fundamental. Habrá que leer qué pasa en la persona detrás de su obesidad, esa lectura puede hacerse desde los distintos campos aquí esbozados.
Se trata de poner el cuerpo, esbelto o no, en su lugar. Que cada uno aprenda a verlo como una condición para lograr tantas cosas, de ahí se desprende cierta actitud positiva y cuidadosa cara a la comida, al deporte, al pudor. Enseñar también a ver el cuerpo como un don y deducir de ahí un sentido de agradecimiento, sin descartar que es además un valor que habrá que ir conquistando.
Recordemos cómo el sentir popular narra que cada uno nace con una cara podríamos ampliarlo a un cuerpo, que a los 15 años tiene la cara, el cuerpo, que quiere, pero a los 50, el que se merece.

istmo review
No. 386 
Junio – Julio 2023

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