El papel del comercio, la industria y, por ende, de los empresarios es de suma importancia para el desarrollo de las comunidades, los estados, el país. Gracias a los empresarios el mundo prospera; generan empleos, arriesgan capital aunado al deseo de progresar y alcanzar el éxito y, después de muchos desvelos, logran mejorar el nivel de vida de sus familias, empleados y comunidades.
Sólo si somos capaces de compartir ese éxito, nuestros estados y países prosperan. Esa es la base de la Sociedad para la Prosperidad. Cuando los presidentes George W. Bush y Vicente Fox emprendieron este esfuerzo, hace ya casi dos años, las metas se basaron en el irrefutable reconocimiento de que un México más próspero le conviene mucho a Estados Unidos.
El momento histórico en el que se encuentran nuestros dos países es clave. Sus líderes tienen trasfondos similares: son hombres de éxito en sus negocios y también lo fueron como gobernadores en sus estados.
A través de la Sociedad para la Prosperidad, México y Estados Unidos proponen un modelo de liderazgo al mundo en desarrollo. Juntos pueden demostrar cómo es que, además de buenos amigos, buenos vecinos y buenos socios, cooperan para el beneficio de sus ciudadanos y fortalecen los lazos entre sí, convirtiéndose en socios estratégicos.
Como parte de esta aventura, somos conscientes de la magnitud de los retos que enfrentan ambos países. Sin embargo, nuestro deseo, determinación y capacidad de lograr más bienestar para sus ciudadanos es todavía mayor. Estamos seguros de poder superar cualquier reto, siempre y cuando nuestros gobiernos impulsen la inversión en México.
Mediante la promoción de objetivos empresariales y humanitarios, la Sociedad para la Prosperidad ilumina el camino a seguir por aquellos cuya dedicación, talento y habilidad beneficia a nuestros ciudadanos creando oportunidades de desarrollo personal y económico.
DE INMIGRANTE A TESORERA
Antes de abordar los retos de la Sociedad para la Prosperidad, reseñaré brevemente mi caso como inmigrante con el fin de aclarar que sé de fuente directa cuál es la problemática y los retos que enfrentan, pues yo soy una de ellos y he vivido lo que millones de emigrantes pasan todos los días.
Cuando mis padres me llevaron a Estados Unidos tenía sólo 14 años. En esa época, la ley exigía a todas las personas realizar una prueba de coeficiente intelectual 100 corresponde a una inteligencia normal promedio y 70 a una retrasada mental; mi resultado fue de 27. Cuando el maestro entregó calificaciones todos se rieron de mí, incluso él. Yo sabía que ese puntaje lo único que demostraba era que no hablaba inglés… y en lugar de sentirme enojada o triste, me produjo la enorme determinación de aprender el idioma. Después de tres años me gradué con honores de la preparatoria; sin embargo, absolutamente nadie me habló de las oportunidades de becas o préstamos que había para personas con ese tipo de calificaciones.
Mis papás pensaban que si el hombre es quien va a mantener a la familia, debe ir al colegio y trabajar. Yo, como mujer, me iba a casar y alguien me iba a mantener, así que sólo podía trabajar, y si quería estudiar, sería en la noche. Así fue. En ese entonces la igualdad de derechos entre hombres y mujeres no iba a funcionar con mi familia.
Me tomó cuatro años graduarme del colegio comunitario de Los Ángeles, cuando por lo regular sólo toma dos. Aún así, sabía que no era suficiente y fui a la Universidad Estatal de California por tres años. Después de siete largos años de desvelos, obtuve la licenciatura en Administración de Empresas.
Al mismo tiempo trabajaba para el National City Bank, en Beverly Hills, donde empecé como asistente de la recepcionista. Cuando me iban a ascender a Assistant Vicepresident, tenía 27 años, había comenzado mi maestría y mi vida no podía ir mejor. Pero Dios tenía otros planes; mi primer bebé nació con síndrome de Down, más otros muchos problemas. De modo que tuve que dejar mi carrera en el banco, abandonar la maestría, vender la casa porque sin mi salario no cubríamos la hipoteca… Pensé que era la peor tragedia que podía sucederme. Sin embargo, eso me impulsó al servicio público, a ver que hay necesidades más importantes y muchas veces estamos aquí para propósitos mayores que los propios.
Comencé a trabajar en pro de los discapacitados, lo que me llevó a colaborar eventualmente con el gobernador de California en el cambio de leyes importantes para esas personas. De ahí me lancé a servir como regidora de mi ciudad, Huntington Park. Después de varios años me eligieron alcaldesa y en alguna ocasión me presentaron al gobernador de Texas, que se iba a lanzar para presidente. Un día recibí una llamada de la Casa Blanca para preguntarme si estaría dispuesta a ser la tesorera de Estados Unidos… y aquí me tienen. Es un verdadero honor y orgullo para mí y para mi familia. Ser tesorero de Estados Unidos es la posición más antigua del gobierno federal, hubo un tesorero 14 años antes del primer presidente, George Washington, y ha habido menos tesoreros que presidentes yo soy la 41ª, el presidente Bush es el 43º.
Además de ser una posición de gran honor y privilegio, creo que el presidente no me nombró sólo por mí y para mí, sino por todas las personas a quienes represento. De alguna forma siento que, como mexicana, por haber nacido en México, represento a los mexicanos, y espero que también se sientan dignos de este honor.
DETONAR EL PROGRESO
Como tesorera de Estados Unidos ¾ la primera en la historia que es inmigrante no nacida en ese país¾ enfrento el reto de la Sociedad para la Prosperidad.
George W. Bush y Vicente Fox establecieron esta sociedad con la visión de liberar el potencial económico de cada ciudadano, para que cada uno contribuya al máximo a reducir la brecha económica entre y en nuestras sociedades. No sólo se llega a un grupo o dos, sino a cada individuo de ambos países. Esta idea es la que me impulsa a salir adelante, a trabajar con ahínco y ansiedad.
Para frenar la desesperante situación de los poblados afectados por la migración hacia la frontera de México y Estados Unidos es necesario que el área de desarrollo económico sea impulsada por el sector privado, en un entorno político que fomente esa inversión en vez de estrangularla. Es imperante, pues, que los sectores público y privado de ambos países se unan para invertir más en la infraestructura de aquellas zonas donde el crecimiento se ha estancado y así mejorar la economía mexicana. Este es el principal objetivo de la Sociedad.
A pesar de que México ha atraído la inversión con éxito, la mayor parte de ese capital ha acabado en unas cuantas regiones. Por ejemplo, 95% de la inversión extranjera durante la segunda parte de los noventa se dirigió al Distrito Federal y a nueve estados, la mayoría fronterizos con Estados Unidos.
Otro objetivo es eliminar los obstáculos para que el capital fluya libremente a todas las regiones del país, en particular a las menos desarrolladas. Las iniciativas de la Sociedad para la Prosperidad se enfocan a lograr que empresarios y agricultores mexicanos accedan a las fuentes de capital en términos más ventajosos, buscando nuevas opciones de financiamiento.
También se busca una mejor comprensión del sistema financiero y proporcionar las herramientas necesarias que resulten en buenas opciones económicas. Una de las iniciativas es promover entre los mexicanos la apertura de cuentas que incluyan la opción de mandar sus remesas a casa, con el fin de reducir el costo que implica, pues trabajan duro para mandarlas.
Esto tiene un significado especial para mí; mi padre llegó a Estados Unidos en 1970, antes que el resto de la familia. Recuerdo a mi mamá esperar con ansiedad al cartero cada dos semanas; a veces no llegaba y ella sentía desesperación por no tener con qué alimentar a sus hijos, pagar la escuela o los camiones; si el cheque se perdía, la desesperación era genuina.
Los inmigrantes llegan a Estados Unidos en busca de una vida mejor para sus familias. No sólo para quienes vienen con ellos, sino para los que se quedan atrás. La gran diferencia que hace el dinero que envían no se puede subestimar.
El año pasado mandaron 10 mil millones de dólares, 985 millones más que el año anterior. Las remesas van directamente de las personas que las ganan a la bolsa de las personas que más lo necesitan, a esas familias trabajadoras y a los pequeños empresarios. Contrario a lo que sucede con programas oficiales de ayuda, no existe un costo administrativo ni burocrático.
Me comentaron que en Puebla se han lanzado unos programas para que, a través de las continuas remesas, las mujeres ¾ los poblados más necesitados se componen básicamente por mujeres, niños y ancianos puedan abrir un negocio, una tortillería o tienda de abarrotes. El potencial que la Sociedad para la Prosperidad está generando es increíble, está mejorando el nivel de vida de esas personas que ya no necesitan esperar el dinero y pueden ser autosuficientes.
La mayoría de los trabajadores que mandaban ese dinero a veces pagaba cuotas injustificables e imperdonables; el abuso a los que estas personas han sido sometidos, tanto en Estados Unidos como en México, es simplemente inhumano.
Hemos trabajado con ahínco para reducir ese costo, impulsando a bancos y asociaciones cooperativas de crédito a que presten más opciones en el mercado de remesas para aumentar la competencia. Esto ha dado resultado: antes, las remesas costaban 20 dólares, ahora sólo 10. Y así, de 10 en 10 o de 20 en 20 se hacen mil millones de dólares, lo que significa una verdadera diferencia para aquellas familias que más lo necesitan.
Sin embargo, todavía falta camino por recorrer, queremos lograr un poco más. Hemos buscado qué otras alternativas hay para las remesas, por ejemplo abrir negocios o que la gente pueda comprar desde allá su seguro médico; usar ese dinero para más proyectos importantes, no sólo de consumo.
Obviamente, creemos que las personas tienen derecho a usar su dinero como mejor les parezca, pero hasta el momento no han tenido opciones, formas o instrumentos para ello. Si trabajáramos con el Infonavit, con las secretarías, y les proveyéramos de estos servicios y no los utilizaran, se entendería; pero el problema ya no sería la falta de posibilidades. Si las generamos, confío en que detonarán la ayuda no sólo en unas regiones, sino en todo el país.
EL ESFUERZO ES DE TODOS, EL BENEFICIO TAMBIÉN
A través del esfuerzo de la Sociedad para la Prosperidad buscamos ampliar el acceso al capital, compartir prácticas y experiencia técnica, conectar a instituciones con metas compartidas y aumentar la infraestructura en México.
Al beneficiar mutuamente a nuestros ciudadanos, mejoramos la relación entre vecinos y asociados en ambos lados de la frontera.
Nuestros logros ¾ que veo como éxitos¾ son más de 50 proyectos que los presidentes ya aceptaron y en los que estamos trabajando. Mencionaré algunos.
Uno de los que más me interesan es promover el desarrollo del mercado secundario de hipotecas en México lo que se llama bursatilización y en Estados Unidos secondary merge market. Uno de los sueños de la gente que emigra al norte es darle una casa a su esposa e hijos y a su madre. Si de alguna forma podemos utilizar ese deseo y ese dinero y crear oportunidades… el potencial que eso significa para los mexicanos en ambos lados de la frontera emociona.
México ha tenido éxito en las hipotecas, hace dos años costaba alrededor de 35% tener una hipoteca para casa y hoy cuesta de 12 a 14% en Estados Unidos 5%. Todavía queda camino por recorrer, para ello, contamos con un equipo de expertos en financiamiento a la vivienda de instituciones financieras privadas y de instituciones gubernamentales desconcentradas que trabaja arduamente con la Sociedad Hipotecaria Federal de México.
El financiamiento de franquicias para empresarios también está en los planes. A través de Nacional Financiera, OPIC (The Overseas Private Investment Corporation) va a otorgar hasta 4 millones para que las empresas mexicanas aprovechen la oportunidad de establecer franquicias estadounidenses en México. Instituciones financieras de ambos países ampliarán los acuerdos de permisos y licencias, así como la red de distribución al menudeo, a través del intercambio de información entre los sectores público y privado.
También son significativas las acciones del Departamento de Estado de los Estados Unidos, que dirigió un programa para entrenar a 200 pequeños empresarios mexicanos sobre cómo usar el comercio electrónico para aumentar su acceso al mercado global.
Por otro lado, la Secretaría de Agricultura, Ganadería, Desarrollo Rural, Pesca y Alimentación (Sagarpa) y el US Department of Agriculture (USDA) promoverán alianzas público-privadas en áreas como: financiamiento de crédito rural y transferencia de asistencia técnica especializada. El USDA ya inició un programa de 7 años por un valor de 50 millones de dólares para mejorar la capacitación de la universidades, al día ya se han aprobado asociaciones con la primeras 18 universidades.
Además, estamos fomentando las asociaciones público-privadas para aumentar la inversión en México, facilitar el envío de remesas y, también, promover la educación financiera para que el pueblo tome decisiones más acertadas. Así, el futuro de los mexicanos mejorará, particularmente en las áreas que más lo necesitan.
La Sociedad para la Prosperidad es el vehículo que nos llevará a obtener mayores y mejores éxitos para el beneficio mutuo de nuestros dos países.
Todos los empresarios, grandes o pequeños, pueden unirse a este esfuerzo y ser parte de él: proponer al gobierno qué hacer para aumentar la inversión en las áreas más necesitadas, si existen recursos que se pueden facilitar, reglas qué cambiar, leyes qué mejorar y, así, obtener el resultado próspero que estamos esperando.
De manera especial, es necesario que sigan progresando, pues de su éxito depende el de sus comunidades y nuestros países. Espero que puedan sentir la alegría de saber que su trabajo diario beneficia a las personas que han decidido servir, ya sea con sus productos o sus servicios, y que se vayan a dormir sabiendo que, cualesquiera que fueran sus contribuciones del día, ayudaron a mejorar sus familias, su comunidad y su nación.
A todos se nos ha invitado a usar nuestros talentos en beneficio de los demás; cuando lo hacemos, podemos agradecer la enorme oportunidad de hacer la voluntad de Dios aquí en la Tierra.
_________________
* Resumen de la conferencia dictada en el IPADE, ciudad de México, diciembre de 2002.