El genio del idioma
Alex Grijelmo
Ensayo
Taurus. México, 2005. 257pags.
Alex Grijelmo
Ensayo
Taurus. México, 2005. 257pags.
Los temas lingüísticos suelen ser arduos, reconoce con razón y autoridad el filósofo José Antonio Marina. Caminar por la selva del lenguaje sin un guía de estos, como de película, siempre resulta difícil.
Álex Grijelmo, actual director de la agencia de noticias EFE, acomete una vez más la aventura de convertirse en una suerte de sherpa en la genética del idioma español.
Esta bitácora del viaje a través del castellano reúne las notas distintivas de su ADN, al que Gri-jelmo compara con un genio que lo gobierna y determina.
Lento, analógico, ordenado, conservacionista, melancólico, sencillo, preciso, tacaño, caprichoso, pacifista… así es el genio del idioma descrito aquí a cabalidad y con oficio.
El recorrido abrirá al lector un panorama inmenso, donde Grijelmo descubre con pericia la génesis de palabras como «cibernética» o «morfema».
Se trata, apunta el autor, «de un genio eterno. Por eso aún decimos “coche” o “carro” aunque no se inventaran con motores; por eso “colgamos” el teléfono, que ya no está en la pared. (…) Las palabras perduran por los siglos de los siglos, aunque nuestra vida sea ya tan distinta».
Álex Grijelmo, actual director de la agencia de noticias EFE, acomete una vez más la aventura de convertirse en una suerte de sherpa en la genética del idioma español.
Esta bitácora del viaje a través del castellano reúne las notas distintivas de su ADN, al que Gri-jelmo compara con un genio que lo gobierna y determina.
Lento, analógico, ordenado, conservacionista, melancólico, sencillo, preciso, tacaño, caprichoso, pacifista… así es el genio del idioma descrito aquí a cabalidad y con oficio.
El recorrido abrirá al lector un panorama inmenso, donde Grijelmo descubre con pericia la génesis de palabras como «cibernética» o «morfema».
Se trata, apunta el autor, «de un genio eterno. Por eso aún decimos “coche” o “carro” aunque no se inventaran con motores; por eso “colgamos” el teléfono, que ya no está en la pared. (…) Las palabras perduran por los siglos de los siglos, aunque nuestra vida sea ya tan distinta».
