Suscríbete a la revista  |  Suscríbete a nuestro newsletter

Pasión por emprender

Curiosamente, regiones como Latinoamérica registran los mayores niveles de pioneros empresariales entre su población económicamente activa. Sin embargo, sus tasas de fracaso durante los primeros años de vida son de las más altas del mundo.
Estudios internacionales han demostrado que la empresarialidad es determinante del crecimiento económico de una nación. En los países más desarrollados, entre 80 y 90% de las nuevas fuentes de trabajo nace del esfuerzo de los emprendedores locales.
Esto representa un gran reto para quien decide iniciar un negocio en la región, más si es una pequeña o mediana empresa. Por ello, Andy Freire comparte su experiencia como emprendedor exitoso en Argentina y otros países. Más que dictar una receta a seguir, el autor busca explicar la tarea de emprender y los retos que implica.
En su libro esquematiza el proceso emprendedor como un «triángulo invertido», cuyos vértices o pilares son: el proyecto, el capital y, en la base, el emprendedor. Con este panorama de conjunto desmitifica ideas como que el capital es lo más importante o que la originalidad e innovación de las ideas son indispensables.
Ser emprendedor no se ajusta a un modelo único de edad, estrato social o preparación académica. Más que estas distinciones lo que importa es la convicción de iniciar nuevas empresas, independientemente de las limitaciones del entorno. Esta actitud de protagonismo requiere una mezcla de talento nato, habilidades técnicas y otras características indispensables. Sin embargo, detrás de alguien así tiene que haber un equipo de trabajo excelente, participativo, motivado y también talentoso.
El éxito del proyecto emprendido no surge -por lo general- de una genialidad o innovación radical, sino de ideas simples y existentes, pero implementadas mejor que los demás. La principal fuente de estas iniciativas se encuentra en las actividades que realizamos en el presente.
Detectada una oportunidad, Freire propone crear una «ecuación de valor» del producto o servicio, basada en las necesidades del cliente y el mercado. Posteriormente, recomienda definir la estrategia de entrada al mercado para, por último, desarrollar un plan de negocios que sirva como referente constante y no sólo como instrumento de venta al inversionista.
El capital es la principal barrera de entrada percibida por varios emprendedores, el autor expone los canales tradicionales de adquisición del mismo, y su conveniencia acorde a la etapa de desarrollo del proyecto. Atinadamente explica también que -a pesar de su escasez en la región- los inversionistas siempre demandan nuevos proyectos que ofrezcan una rentabilidad futura, asegurando así algunas fuentes de inversión.
A pesar de las bondades de tener un capital inicial, no contar con él tampoco es una condición indispensable para emprender. Una estrategia adecuada que reduzca la inversión de arranque, disminuya la pérdida operativa y administre bien el capital de trabajo, puede compensar el hecho de no tener muchos recursos financieros.
Finalmente, la fase de implementación es la prueba de fuego del emprendedor. Sus vicisitudes separan a quienes -a pesar del riesgo de fracasar- deciden vivir con pasión y convicción el camino empresarial, que va de la idea a la cruda realidad.

istmo review
No. 386 
Junio – Julio 2023

Newsletter

Suscríbete a nuestro Newsletter