Permiso para sentir
Alfredo Bryce Echenique
Planeta. Buenos Aires, 2005. 612 págs.
Alfredo Bryce Echenique
Planeta. Buenos Aires, 2005. 612 págs.
Usted es un peligro para la seguridad nacional, le dijeron a Bryce Echenique en 1965 los agentes del servicio secreto de la monarquía griega, cuando el rey Constantino y la reina iban a visitar la isla de Mykonos. ¿Y por qué lo soy?, les preguntó Echenique. Usted es el único peruano en la isla y eso es muy peligroso, crea sospechas… inestabilidad.
Echenique, entonces, fue deportado al Atenas Hilton y vivió de la monarquía griega por cuatro meses.
Permiso para sentir, el segundo tomo de las antimemorias del escritor peruano resulta un exilio, sólo que al recuerdo, a las habitaciones donde discurrió su vida. Nos transporta de la cancha del estadio de la U, de la mirada tierna de Rosita Lima a las veladas en casa del Carlos Barral. Vida, muerte, una nostalgia por Perú son los elementos con los que Echenique proyecta un haz luminoso que otorga exilio a sus fantasmas y reconstruye las reflexiones de una vida, mostrando su inestabilidad gozosa, la sospecha del amor, el peligro de la escritura.
Permiso para sentir más que tomo de memorias, es otra forma de seducción, tan fulgurante como los ojos de las mujeres que amó Echenique, tan extraviada como las maletas que perdió en su vida.
Echenique, entonces, fue deportado al Atenas Hilton y vivió de la monarquía griega por cuatro meses.
Permiso para sentir, el segundo tomo de las antimemorias del escritor peruano resulta un exilio, sólo que al recuerdo, a las habitaciones donde discurrió su vida. Nos transporta de la cancha del estadio de la U, de la mirada tierna de Rosita Lima a las veladas en casa del Carlos Barral. Vida, muerte, una nostalgia por Perú son los elementos con los que Echenique proyecta un haz luminoso que otorga exilio a sus fantasmas y reconstruye las reflexiones de una vida, mostrando su inestabilidad gozosa, la sospecha del amor, el peligro de la escritura.
Permiso para sentir más que tomo de memorias, es otra forma de seducción, tan fulgurante como los ojos de las mujeres que amó Echenique, tan extraviada como las maletas que perdió en su vida.
