Julio Trujillo
Valencia. Pre-textos, 2009
104 págs.
Tarea ociosa es, en algún sentido, la de reseñar poesía –lenguaje, según Antonio Gamoneda, de semántica imprevisible. ¿Quién podría afirmar con holgura que, en determinado poema, A es B y no C o ambas o ninguna? ¿No es en efecto la poesía aquello que toca el sentido y lo ama, como quería Canetti, pero cuyo mecanismo es siempre revelación ajena a la radiografía? La crítica se tambalea ante los vuelos dispares del verso, reduciéndose, en la mayoría de los casos, a farragosa glosa o a burdo balbuceo: nada más arbitrario (e instintivo), en literatura, que nuestra debilidad por tal o cual poema.
Todo lector, sin embargo, debe evitar ser desatento: leer mal es casi como no leer. Reténgase esta idea si se aborda Bipolar, poemario reciente de Julio Trujillo. Desenfadado en el tono y de lopezvelardiano adjetivo, este librito va tres pasos delante de nosotros. No faltará el impaciente que ceje pronto, huyendo a refugiarse en la docilidad del periódico. Pero usted sea terco y persevere: no bien cedan los goznes –y usted, cómplice del vendaval, afile el oxidado bisturí– todo será risa, irreverencia lúcida, sabiduría exquisitamente popular.
(«El polizón», dicho sea de paso, es una maravilla.)