En la película Babe, el puerquito valiente, el pato Ferdinand dice algo que puede tener mucha lógica: los humanos no comen gatos ni perros (con excepción de algunas latitudes, o al menos eso es lo que cuenta la gente) porque son indispensables. Por eso el pobre pato Ferdinand busca con desesperación hacerse imprescindible. ¿No sería maravilloso que los árboles fueran visiblemente indispensables para no sólo no talarlos sino cuidarlos y protegerlos? Y digo visiblemente, pues cualquiera con un poco de sentido común se da cuenta de que sin árboles, la vida es mucho más difícil.
En 2008, aparecieron artículos en internet hablando del sistema Early Wildfire Alert Network (EWAN), diseñado por Andreas Mershin, quien trabaja en el Centro de Ingeniería Biomédica del Massachusetts Institute of Technology (MIT), y Christopher Love, entonces estudiante de química del mismo instituto. Lo asombroso del sistema EWAN es que permite a detectores de incendios forestales recargarse con la electricidad generada por los árboles, con tecnología impulsada por la compañía Voltree Power.
Así es, leyeron bien, los árboles generan electricidad. De acuerdo con el estudio de Mershin y Love, los árboles tiene la capacidad de cargar al dispositivo del sistema EWAN. Lo que es posible por la reacción química que se produce al insertar un clavo de aluminio en el tronco de un árbol y conectarlo con electrodos de cobre al suelo circundante, con lo que se genera una diferencia de alrededor de 1 volt, voltaje muy bajo pero suficiente para que los detectores funcionen.
El experimento se llevó a cabo hace poco más de tres años. Esto quiere decir que, con el seguimiento adecuado, realizando experimentos para probar diferentes clases de árboles, suelos, materiales, agua, etcétera, existe la probabilidad de que los árboles generen un voltaje mayor. Esto colocaría a la industria de la silvicultura frente a una gran oportunidad de negocio: la energía eléctrica, cuyo consumo ha crecido rápidamente desde 1990.
De acuerdo con Lisa Wood, investigadora y escritora sobre el sector eléctrico desde hace más de 20 años, para producir energía eléctrica, se espera la construcción de más plantas de electricidad y cables de transmisión, lo que aumentará la generación en un 77% hacia 2015. La energía eléctrica es la más barata, más limpia y también la menos explotada. Quizás sea este último punto el que más problemas trae al sector eléctrico. La industria eléctrica enfrenta muchas barreras y no le falta cohesión como industria.2
La idea de utilizar árboles para producir electricidad suena descabellada, pero de conseguirse sería un gran paso para la ecología y para la industria misma. Lisa Woods comenta que se pierden dos terceras partes de la energía de los combustibles utilizados para generar electricidad. Aprovechar la generación natural de electricidad en los árboles permitiría evitar esa pérdida. Sin embargo, una vez más, el secreto está en invertir en el proyecto como se ha hecho en muchos otros.
Se lee como ciencia ficción: árboles produciendo energía eléctrica y haciendo frente a industrias como la del carbón, que provee 21% de la electricidad mundial, o la energía nuclear que genera 11% de la energía eléctrica mundial. Parece difícil, pero una primera investigación abre esperanzas. Se trata de invertir y arriesgar, sin embargo, el premio, si se obtiene, parece benéfico para todos.
Falta también vislumbrar los perjuicios que esta nueva industria acarrearía, como el hecho de que alguna especie arbórea genere más electricidad, lo que provocaría que se talaran muchos árboles para sustituirlos y con ello todos los destrozos imaginables.
A pesar de las consecuencias, la ciencia abre una ventana a la imaginación y a la esperanza de dar a los árboles un nuevo lugar en la vida de algunos hombres que los ven más como un obstáculo que como un aliado, un lugar que haga a los árboles indispensables tal como buscaba el pato Ferdinand.