El afán de poder esta ahí, como necesidad natural que requiere ser colmada. Y en la piel del mexicano, el poder se viste de tonalidades muy propias: chantaje, servicio, prepotencia, ayuda, servilismo…

Cuando el hogar es terreno de batalla, todos pierden. Rostros y latidos de los combatientes „osin importar ganadores„o abrigan huellas de soledad y dolor.

Oculto en el interior de cada uno germina algo extraordinario „ocon sus raíces abrazadas a nuestras entrañas„o, esperando despertar de su letargo. Este poder exige sacrificios pero vale la pena afrontarlos.