Carlos Llano es reconocido como maestro que enseña de manera personalizada, jefe que forma mientras dirige, director riguroso y consistente y hombre profundo; características que lo hacen un «director de hombres» ante los ojos de sus colaboradores.

Para Llano, la libertad no se reduce a la espontaneidad del gusto ni a un simple capricho. Como tema recurrente en su obra, deberá ser siempre entendida como un proyecto de autodeterminación, sin importar que hable sobre acción directiva, antropología o metafísica

Carlos Llano, hombre de ideas y de acción, rompe el estereotipo del filósofo que se limita a contemplar y espectacular. Su propuesta de «humanizar la acción directiva» parte de la aplicación de la Filosofía en el ámbito empresarial.

La obra de Llano está empapada de literatura y excede los campos de especialización. Dos de sus alumnos muestran un cariz que confirma a Carlos Llano como un hombre de ideas y de letras en muy amplio sentido.

La obra de Llano se caracteriza por preferir el estudio concreto de la persona sobre la filosofía abstracta. Su originalidad y espíritu filosófico radican en el genuino amor por la verdad que la separa de la filosofía hecha «al día» o de la simple remembranza