Magnanimidad, el optimismo posible
Ser optimista requiere de un ánimo magno, dadivoso, dispuesto a sonreír al otro y compartir lo poco o mucho que tengamos. La vía más rápida y segura para conseguirlo es la confianza en el propio conocimiento y la certeza de que a pesar de ella podemos equivocarnos. Se trata de un equilibrio que nos permitirá enfrentar la vida con la mejor cara posible y los pies en la tierra.