Basta reconocer al cristianismo como la influencia más profunda de Llano para comprender cómo ha conciliado afanes intelectuales, humanos y negocios en lo que él llama «hablar a los empresarios de filosofía y a los filósofos de empresa».
A diferencia del intelectual centrado en las ideas o en sí mismo, Carlos Llano se vuelca a dialogar con la realidad y con los demás y a transmitir con generosidad todo lo que genera.
Para Carlos Llano, el directivo debe cuidar que su quehacer se distinga por una actitud filosófica que procure la objetividad, profundidad, visión panorámica e inconformismo metodológico. Por tanto, el quid está en que el directivo posea una mente clara, sistemática y simple. Tal es nuestra condición: afrontar libremente los más grandes riesgos, después de haber pensado mucho lo que hay que hacer. Pericles La inmediatez es propia de los sentidos. La distancia es propia del alma. Carlos Llano
IPADE-Limusa. Colección Reflexión y Análisis. México, 2002
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