Se dice que la contribución de la mujer al mercado laboral y en definitiva a la economía mundial es parecida a un iceberg, sólo vemos una parte –cada vez la advertimos más– pero la mayor dimensión permanece oculta: la presencia femenina en casi todas las empresas es al menos de 40%, aún así, los puestos de alta responsabilidad, los ocupan hombres en su mayoría. Más de cinco millones de mujeres en México sustentan a su familia y, sin embargo, el trabajo doméstico sigue siendo exclusivo de ellas. La sociedad lo considera gratuito, no repara en que es una parte considerable del PIB de un país. Muchos factores indican que el escenario desigual tenderá a transformarse si apelamos a un cambio de mentalidad. Aunque ese cambio es patente en las nuevas generaciones –en las sociedades urbanas y en determinados países–, la realidad es que en el mapa mundial falta un largo camino por recorrer. Los resultados obtenidos hasta ahora son efecto de mujeres emprendedoras que al crear espacios de trabajo forjan el nuevo paradigma. istmo contactó a cuatro egresadas de los programas de perfeccionamiento directivo del IPADE que se han abierto campo en el mercado laboral. Refieren alguna de sus experiencias y enfatizan la evolución del trabajo femenino y su manera de abordar problemas de otras mujeres.