Pérdida y duelo en las redes sociales
La tecnología ha cambiado todo, incluso la forma de lidiar con la muerte y sus rituales. A partir del siglo
La tecnología ha cambiado todo, incluso la forma de lidiar con la muerte y sus rituales. A partir del siglo
Los crímenes perpetrados exclusivamente por internet como software maligno, virus, fraudes electrónicos, piratería informática, comercio electrónico fraudulento, acoso, terrorismo y guerras cibernéticas, deberían tipificarse en las legislaciones penales nacionales como nuevos delitos o como variación de algún crimen existente.
Por lo general nos referimos al capital social y no al intelectual en la red. Éste tiene un valor difícil de tasar. Sobre ciertos documentos valiosos (libro, artículo, tesis doctoral, etcétera) hace falta un respaldo con las instituciones que se encargan de ello en el ámbito de lo físico, por ejemplo el registro ante derechos de autor. No se puede proteger todo el contenido porque quizá ni siquiera vale la pena.
La historia –y estudios recientes sobre la creatividad lo evidencian–, revela a grandes personajes que definen el rumbo de sociedades, culturas o ámbitos del conocimiento, con características comunes. Quienes contribuyen con ideas innovadoras al avance de las artes, las ciencias y la política, guardan ciertos rasgos habituales, por lo menos en apariencia, que les permiten marcar el curso de la humanidad.
¿Qué más se puede decir de Gabriel Zaid? Al cumplir 80 años, intelectuales, escritores, periodistas y poetas, entonaron con acierto y buena prosa un coro de alabanzas a ese personaje misterioso, sorprendente y agudo, sin el cual no se entendería la vida cultural contemporánea de México.
Publiqué mis primeros dos artículos en Istmo, cuando era un joven profesor. Uno trataba sobre Nieztsche (número 164), el otro sobre el arte barroco mexicano (número 163) que, como ustedes saben, es una de mis aficiones. No sé cuál de ellos fue el primero; revisaré en mis archivos. Lo importante es que llevé mi manuscrito y se lo entregué a alguien de la redacción. Transcurrieron algunas semanas de silencio. Finalmente, tras pedirme pequeñas correcciones, aceptaron mis textos. Me pondré un poco cursi, pero ese hecho sí que marcó mi vida. Descubrí que me gustaba escribir.
Álvaro del Portillo. Edición
de José Antonio Loarte
Minos III Milenio. México, 2013
430 pp
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